La voluntad de Dios es que todos nos acerquemos a él, que recibamos su amistad y vivamos disfrutando de su compañía. Dios anhela que todos acepten el regalo de salvación que él nos ha dado a través de Jesús. Él desea que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Eso es lo que Dios quiere que suceda, esa es su voluntad.
Sin embargo, Dios ha decidido no imponernos esa relación personal con él. Dios nos ha dado libre albedrío para escoger si aceptamos vivir con él como nuestro Señor y Salvador, o si lo rechazamos. Él nos da esa libertad y lo hace por amor. Su voluntad es que todos sean salvos, pero él no se impone a nadie. Por amor, él nos permite elegir si lo seguimos o no.
Esto nos lleva a pensar que hay diferentes tipos o niveles de la voluntad de Dios. Para comenzar, podemos hablar de la voluntad soberana de Dios y la llamada voluntad permisiva de Dios.
La voluntad soberana de Dios ha sido decretada por él y nadie la puede detener. Su plan para la humanidad se cumplirá en el tiempo designado por Dios y a su manera. Él tiene el control y ninguno de nosotros, por más que nos esforcemos, impedirá el cumplimiento de ese plan.
Por otro lado, está la llamada voluntad permisiva de Dios. Esta tiene que ver con sus mandamientos. Dios nos manda a hacer (o no hacer) ciertas cosas, son sus mandatos. Sin embargo, tenemos libertad para obedecer o no porque él nos permite elegir, con la salvedad de que la desobediencia traerá consecuencias.
Por ejemplo, Dios nos llama a vivir vidas puras, sin inmoralidad sexual, pero muchos deciden desobedecerle. Dios respeta esa elección, aunque le duele. Quien decide desobedecer tendrá que enfrentar las consecuencias que surgirán de esa desobediencia.
En cuanto a la voluntad permisiva de Dios, vemos que él nos permite elegir en ciertas circunstancias, sabiendo que la desobediencia traerá consecuencias. Por ejemplo, la voluntad general de Dios para la humanidad es que nos amemos, que obremos con justicia y vivamos en paz unos con otros. Eso es lo que él desea. Pero muchos rechazan su voluntad, odian a su prójimo, cometen injusticias y desatan guerras. A Dios no le agrada, pero lo permite.
También hay una voluntad específica de Dios para cada persona. Aquí entran cosas como la elección de la carrera profesional, con quién nos casaremos y otras decisiones personales importantes. Dios anhela participar de las decisiones que tomamos. Él sabe lo que es mejor para nosotros y desea guiarnos. Pero nosotros elegimos si buscamos y seguimos su dirección o no, sabiendo que habrá consecuencias.
¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros?
Es muy importante entender que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Él nos ha creado con un propósito y anhela que lo cumplamos. La Biblia dice que Dios desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). ¡Ese es su gran anhelo y él desea que sea así!
Por lo tanto, una de las formas principales de hacer la voluntad de Dios es aceptar a Jesús como nuestro Salvador y seguirle. Tristemente, muchos rechazan a Dios y eligen vivir sus vidas de forma independiente. Dios no se da por vencido, él sigue atrayéndoles con sus lazos de ternura y sus cuerdas de amor. Pero la decisión final es personal. Cada uno debe decidir recibir o no el regalo de salvación dado por Dios.
Dios nos ha revelado parte de su voluntad en la Biblia. Por eso, un buen paso para aprender a vivir dentro de la voluntad de Dios es leer su Palabra y permitirle que nos transforme para que vivamos en obediencia a Dios.
Sin embargo, Dios no ha revelado aún la totalidad de su voluntad. En realidad, él no tiene por qué explicarnos todo lo que desea hacer ni decirnos cómo lo hará. Él es Dios, nosotros, sus criaturas. Por lo tanto, hay muchas cosas que no conocemos, pero que forman parte de la voluntad de Dios y se van revelando poco a poco o según acontecen.
¿Qué es hacer la voluntad de Dios?
Hacer la voluntad de Dios es vivir conforme a lo que él desea para nosotros. Para conocer su voluntad, necesitamos tener una relación cercana con Dios, buscando su dirección en todo momento. Para que esto suceda, nuestra mente debe estar centrada en Dios.
Encontramos una buena clave en Romanos 12:2. Ahí se nos dice que no debemos conformarnos a este mundo, sino ser transformados por la renovación de nuestra mente, para poder discernir cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Esto quiere decir que, para conocer la voluntad de Dios, debemos tener un cambio de mentalidad. En lugar de dejarnos llevar por lo que dice el mundo, debemos ser intencionales en buscar lo que Dios desea que hagamos en cada situación específica.
Hacer la voluntad de Dios es seguir a Jesús y tratar de vivir una vida que refleje su amor y su carácter. ¡Ese debe ser nuestro objetivo! Cuando vivimos en la voluntad de Dios, lo amamos a él con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. También amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:30-31). Buscamos la verdad y vivimos de acuerdo a ella, confiamos en Dios y obedecemos sus mandamientos.
En resumen, la voluntad de Dios es lo que Dios quiere que hagamos como sus seguidores. Si queremos hacer la voluntad de Dios, debemos buscar su presencia y dirección a través de la oración, leyendo la Biblia y vivir confiando en su plan para nuestras vidas.
15 versículos bíblicos sobre la voluntad de Dios
Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.
(Juan 6:40)
Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
(1 Timoteo 2:3-4)
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
(Romanos 12:1-2)
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
(Mateo 18:14)
El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.
(2 Pedro 3:9)
Porque todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
(Marcos 3:35)
El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
(Juan 7:17)
La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual.
(1 Tesalonicenses 4:3)
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
(Mateo 6:10)
Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos.
(1 Pedro 2:15)
El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
(1 Juan 2:17)
Den gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.
(1 Tesalonicenses 5:18)
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.
(Hebreos 10:36)
Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu ley la llevo dentro de mí.
(Salmo 40:8)
Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor.
(Efesios 5:17)
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