Los hijos de Dios somos llamados a servir no solo a Dios, sino también a las demás personas. La actitud que debe movernos al servir es la humildad. Cuando servimos, Dios desea que nos enfoquemos en el bienestar de los demás, en ayudarlos y facilitarles la vida.
Jesús nos dejó el mejor ejemplo de servicio. Siendo Dios todopoderoso, él se hizo siervo para salvarnos de nuestros pecados. Él llama a todos los que le sirven a seguir su ejemplo, sirviendo a los demás con humildad y amor.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
(Mateo 20:26-28)
Cuando servimos a los demás en obediencia a Dios y siguiendo el ejemplo de Jesús, lo hacemos con la actitud correcta. Jesús sirvió a sus discípulos y a todos los que se acercaron a él con humildad y amor. Al ver sus necesidades, él les dio con abundancia sanidad, esperanza, ánimo y sobre todas las cosas, perdón y salvación.
Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.
(Efesios 6:7-8)
El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
(Mateo 23:11)
En Cristo, la verdadera grandeza está en servir a los demás con amor y sin esperar nada a cambio.
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
(1 Corintios 10:24)
Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
(Marcos 9:35)
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
(Filipenses 2:3-4)
La motivación o razón detrás de nuestras acciones de servicio es muy importante. No debemos servir para ser vistos o reconocidos. Dios nos llama a servir de corazón, con humildad y considerando a los demás como dignos de ser ayudados, seres humanos amados y respetados.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
(Filipenses 2:5-8)
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
(Juan 12:26)
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.
(Lucas 22:27)
Jesús, el mayor y más importante de todos, no dudó en servir y lo hizo por amor. Sigamos su ejemplo al servirles a él y a nuestro prójimo.
El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
(Mateo 10:24)
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
(Juan 13:14)
Jesús, Dios encarnado, no dudó en lavar los pies de sus discípulos como acto de amor y honra. Él nos llama a tratar a los demás de la misma manera, a estar dispuestos a lavarles los pies, siguiendo su ejemplo.
Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
(Romanos 12:10)
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
(Hebreos 6:10)
El servicio al prójimo es parte de nuestro servicio a Dios. Él ve y toma en cuenta todos los actos de servicio que hacemos por amor a él y para su gloria.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
(Gálatas 5:13)
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
(1 Pedro 4:10)
o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza...
(Romanos 12:7)
Además de ser un acto de amor, el servicio puede ser un don dado por Dios. Las personas con el don de servir ayudan en iglesias o ministerios para la gloria de Dios y sirven en diferentes áreas con corazones alegres.
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
(Hechos 20:35)
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
(Gálatas 6:10)
Es un privilegio poder servir a otros. Sirvamos con amor a todos y, sobre todo, a nuestros hermanos en la fe.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
(Colosenses 3:23-24)
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
(Josué 24:15)
Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma.
(Josué 22:5)
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
(Mateo 6:24)
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.
(Lucas 12:37-38)
Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
(1 Corintios 4:1)
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
(Mateo 25:21)
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
(1 Corintios 3:9)
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
(1 Corintios 15:58)
Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
(Rut 2:12)
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