21 versículos bíblicos sobre salud


Tener salud es una gran bendición. Cuando tenemos un cuerpo sano, tenemos más fuerza para trabajar, servir a Dios y disfrutar de la vida. Pero la salud no vale nada sin Jesús. La obediencia a Dios es más importante que la salud del cuerpo. Por eso, ocúpate tanto de tu salud física como de tu salud espiritual.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
(3 Juan 1:2)

No seas sabio en tu propia opinión;
teme al Señor y apártate del mal.
Él será la medicina de tu cuerpo;
¡infundirá alivio a tus huesos!
(Proverbios 3:7-8)

No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal. Él será la medicina de tu cuerpo; ¡infundirá alivio a tus huesos! (Proverbios 3:7-8)

Les dijo: «Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios. Yo soy el Señor, tu sanador.»
(Éxodo 15:26)

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
(Mateo 9:12)

Nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como lo hace Cristo con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
(Efesios 5:29-30)

¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados.
(Santiago 5:14-15)

Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
(Mateo 8:16-17)

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
(Isaías 53:4-5)

Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.
(Éxodo 23:25)

Un corazón alegre es la mejor medicina;
un ánimo triste deprime a todo el cuerpo.
(Proverbios 17:22)

Un corazón apacible infunde vida al cuerpo,
pero la envidia corroe hasta los huesos.
(Proverbios 14:30)

¿Quién se queja? ¿Quién se duele?
¿Quién se ve envuelto en pleitos?
¿Quién sufre? ¿Quién es herido sin razón?
¿Quién anda con los ojos morados?
¡El que se pasa el tiempo tomando vino!
¡El que anda en busca de bebidas mezcladas!

No dejes que te atraiga lo rojo del vino;
¡que no te deslumbre su brillo en la copa!
Suavemente se desliza por la garganta,
pero al final muerde como serpiente;
¡causa más dolor que una víbora!
Hará que tus ojos vean cosas extrañas,
y que tu corazón diga cosas perversas.
Creerás estar dormido en medio del mar,
o acostado en la punta del palo mayor,
y dirás: «Estoy herido, pero no me duele;
estoy molido, pero no lo siento.
¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?»
(Proverbios 23:29-35)

Hijo mío, presta atención a mis palabras;
Inclina tu oído para escuchar mis razones.
No las pierdas de vista;
guárdalas en lo más profundo de tu corazón.
Ellas son vida para quienes las hallan;
son la medicina para todo su cuerpo.
(Proverbios 4:20-22)

¡Dichoso aquél que piensa en los pobres!
En los días malos el Señor lo ayudará.
El Señor lo cuidará y le dará vida,
lo hará vivir feliz en la tierra,
y no lo dejará caer en manos de sus enemigos.
Cuando esté enfermo, el Señor lo sustentará;
suavizará sus males mientras recobra la salud.
(Salmo 41:1-3)

Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.
(1 Timoteo 5:23)

Bien saben ustedes que, debido a una enfermedad del cuerpo, les anuncié el evangelio al principio, y ustedes no me despreciaron ni desecharon por la prueba que tenía en el cuerpo, sino que me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.
(Gálatas 4:13-14)

Aunque mi cuerpo y mi corazón desfallecen,
tú, Dios mío, eres la roca de mi corazón,
¡eres la herencia que para siempre me ha tocado!
(Salmo 73:26)

porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
(1 Timoteo 4:8)

¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
(Isaías 40:28-31)

Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
(Deuteronomio 34:7)

Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.
(Eclesiastés 11:10)

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