Dios premia el esfuerzo y recompensa a cada persona según lo que ha hecho. Él es justo siempre, no ignora ninguna buena acción. Incluso cuando nadie más te vea, Dios está mirando y te recompensará. La verdadera recompensa viene de Dios, no del aplauso o reconocimiento de la gente. Por tanto, hagamos siempre lo bueno obedeciendo al Señor.
Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor.
(Colosenses 3:23-24)
Yo, el Señor, sondeo el corazón
y examino los pensamientos,
para darle a cada uno según sus acciones
y según el fruto de sus obras.
(Jeremías 17:10)
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
(Apocalipsis 22:12)
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
(Mateo 16:27)
Entonces se dirá:
«Ciertamente, los justos serán recompensados;
ciertamente, hay un Dios que juzga en la tierra.»
(Salmo 58:11)
El temor del Señor es bueno: permanece para siempre.
Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos.
Son más deseables que el oro refinado
y más dulces que la miel que destila del panal.
Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo,
y recompensas grandemente a quien los cumple.
(Salmo 19:9-11)
He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.
(Isaías 40:10)
Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.
(Hebreos 11:6)
¡Oigan lo que el Señor ha dado a conocer hasta los extremos de la tierra! Digan a la hija de Sión: «¡Aquí viene tu Salvador! ¡Su recompensa lo acompaña! ¡Sus obras le anteceden!»
(Isaías 62:11)
y que el Señor recompense a cada uno de nosotros según su justicia y lealtad. Hoy el Señor puso tu vida en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.
(1 Samuel 26:23)
Los hijos son un regalo del Señor;
los frutos del vientre son nuestra recompensa.
(Salmo 127:3)
La belleza es engañosa, y hueca la hermosura,
pero la mujer que teme al Señor será alabada.
¡Reconózcase lo que ha hecho con sus manos!
¡Sea alabada ante todos por sus logros!
(Proverbios 31:30-31)
Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras».
(Romanos 2:6)
Las obras del malvado no tienen sustento;
sembrar la justicia tiene un premio seguro.
(Proverbios 11:18)
El mal persigue a los pecadores,
pero los justos son premiados con el bien.
(Proverbios 13:21)
El Señor recompensa a los que le temen
con riquezas, honra y vida, si son humildes.
(Proverbios 22:4)
Si el que te odia tiene hambre, dale de comer;
y si tiene sed, dale de beber.
Así harás que se avergüence de su conducta,
y el Señor habrá de recompensarte.
(Proverbios 25:21-22)
Dar algo al pobre es dárselo al Señor;
el Señor sabe pagar el bien que se hace.
(Proverbios 19:17)
Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal. Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran galardón; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.
(Mateo 5:11-12)
Cuidado con hacer sus obras de justicia solo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa.
Cuando tú des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa. Pero cuando tú des limosna, asegúrate de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha; así tu limosna será en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(Mateo 6:1-4)
Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que la gente los vea; de cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y con la puerta cerrada ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(Mateo 6:5-6)
Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando; de cierto les digo que ya se han ganado su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para no mostrar a los demás que estás ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(Mateo 6:16-18)
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá igual recompensa que el profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá igual recompensa que el justo. De cierto les digo que cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos aunque sea un vaso de agua fría, por tratarse de un discípulo, no perderá su recompensa.
(Mateo 10:40-42)
De cierto les digo que cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, por ser ustedes de Cristo, no perderá su recompensa.
(Marcos 9:41)
Ustedes deben amar a sus enemigos, hacer el bien y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Grande será entonces el galardón que recibirán, y serán hijos del Altísimo. Porque él es benigno con los ingratos y con los malvados.
(Lucas 6:35)
También le dijo a su anfitrión: «Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes y vecinos ricos, no sea que ellos también te vuelvan a invitar, y quedes así compensado. Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos, y así serás dichoso. Porque aunque ellos no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.»
(Lucas 14:12-14)
Toda labor rinde sus frutos,
pero hablar por hablar empobrece.
(Proverbios 14:23)
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