Los hijos son una gran bendición de Dios. Tener hijos conlleva mucha responsabilidad y debemos asumirla con alegría y dedicación.
Quien acepta a Jesús como su salvador se convierte en hijo de Dios. Como un padre ama a sus hijos, Dios nos ama y nos cuida. Dios es nuestro Padre perfecto.
He aquí, heredad del SEÑOR son los hijos;
recompensa es el fruto del vientre.
Como flechas en la mano del valiente, así son los hijos que se tienen en la juventud.
Bienaventurado el hombre
que llena de ellos su aljaba.
No se avergonzarán aunque hablen con los enemigos en el tribunal.
(Salmo 127:3-5)
Los hijos son dados por Dios, herencia valiosa que él concede y debemos tratarlos con amor y respeto.
Corona de los ancianos son los hijos de los hijos,
y la gloria de los hijos son sus padres.
(Proverbios 17:6)
Yo fui joven, y ya he envejecido,
pero nunca vi desamparado a un justo,
ni vi a sus hijos andar mendigando pan.
El justo es misericordioso, y siempre presta;
sus hijos son para otros una bendición.
(Salmo 37:25-26)
Benditos serán el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra y el fruto de tu ganado, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas.
(Deuteronomio 28:4)
Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR y anda en sus caminos:
Cuando comas del trabajo de tus manos serás feliz y te irá bien.
Tu mujer será como una vid que lleva fruto a los lados de tu casa;
tus hijos serán como brotes de olivo alrededor de tu mesa.
(Salmo 128:1-3)
Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón. Las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas sentado en casa o andando por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
(Deuteronomio 6:6-7)
Todos tus hijos serán enseñados por el SEÑOR, y grande será la paz de tus hijos.
(Isaías 54:13)
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.
(Éxodo 20:12)
Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien y vivas largo tiempo sobre la tierra.
(Efesios 6:1-3)
La Biblia llama a los hijos a obedecer a sus padres, especialmente durante la niñez, y a honrarlos siempre.
Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor.
(Efesios 6:4)
El trabajo de los padres es enseñar a sus hijos a caminar en los caminos de Dios y prepararlos para la edad adulta.
Hijos, obedezcan a sus padres en todo porque esto es agradable en el Señor.
(Colosenses 3:20)
Padres, no irriten a sus hijos para que no se desanimen.
(Colosenses 3:21)
Hijos, escuchen las enseñanzas de su padre;
presten atención, y adquirirán entendimiento.
(Proverbios 4:1)
Instruye al niño en su camino;
y aun cuando sea viejo
no se apartará de él.
(Proverbios 22:6)
El que ama a sus hijos, los instruirá en el camino del Señor y los disciplinará con cuidado amoroso.
La insensatez está ligada al corazón del joven,
pero la vara de la disciplina la hará alejarse de él.
(Proverbios 22:15)
No rehúses corregir al muchacho;
si lo castigas con vara no morirá.
(Proverbios 23:13)
La vara y la corrección dan sabiduría, pero el muchacho dejado por su cuenta avergüenza a su madre.
(Proverbios 29:15)
El que detiene el castigo
aborrece a su hijo,
pero el que lo ama se esmera
en corregirlo.
(Proverbios 13:24)
No las encubriremos a sus hijos. A la generación venidera contaremos las alabanzas del SEÑOR, y de su poder y de las maravillas que hizo.
(Salmo 78:4)
Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan primero a ser piadosos con los de su propia casa y a recompensar a sus padres porque esto es aceptable delante de Dios.
(1 Timoteo 5:4)
Como el padre se compadece de los hijos,
así se compadece el SEÑOR de los que le temen.
(Salmo 103:13)
Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?
(Mateo 7:11)
Miren cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.
(1 Juan 3:1)
Permanezcan bajo la disciplina; Dios los está tratando como a hijos. Porque, ¿qué hijo es aquel a quien su padre no disciplina? Pero si están sin la disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces son ilegítimos, y no hijos.
(Hebreos 12:7-8)
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