18 versículos sobre la sangre de Cristo (y su poder)


No hay nada más poderoso que la sangre de Cristo. La sangre que Jesús derramó en la cruz del Calvario nos limpia de todos nuestros pecados, nos reconcilia con Dios Padre y nos ofrece la salvación. Cuando aceptamos la obra de la sangre de Cristo en nosotros, somos transformados por toda la eternidad.

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
(Mateo 26:27-28)

Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
(Hebreos 9:13-14)

En el Antiguo Testamento, el perdón de los pecados solo se lograba mediante el sacrificio y el derramamiento de sangre de animales. Pero como estos no eran sacrificios perfectos, era necesario repetir los sacrificios. Jesús puso punto final a eso: su sacrificio fue perfecto y, todos los que lo aceptan, reciben el perdón y salvación eterna. Su sacrificio fue más que suficiente.

En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia. (Efesios 1:7)

En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia.
(Efesios 1:7)

... siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.
(Romanos 3:24-25)

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
(Hebreos 13:12)

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
(Efesios 2:13)

La muerte de Cristo, su sangre derramada, nos acercó al Padre. Seamos judíos o gentiles, podemos disfrutar de la presencia de Dios, acercándonos a él con confianza. Al derramar su sangre en la cruz, Jesús nos reconcilió con el Padre para que podamos tener la esperanza de vida eterna con él.

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
(Hechos 20:28)

... porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
(Hebreos 10:4)

... y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.
(Apocalipsis 1:5)

Jesús fue a la cruz por amor a nosotros. Él estuvo dispuesto a morir por nosotros, porque nos amaba desde siempre. Con su sangre, él nos lavó, nos limpió de nuestros pecados y nos ofreció su perdón eterno.

... a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
(Hebreos 12:24)

Él nos ha librado de la autoridad de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención, el perdón de los pecados.
(Colosenses 1:13-14)

Ustedes saben que fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual heredaron de sus padres; y que ese rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero.
(1 Pedro 1:18-19)

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
(1 Juan 1:7)

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(Hebreos 13:20-21)

De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
(Lucas 22:20)

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
(Romanos 5:8-11)

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
(Hebreos 10:19-22)

Y, además, él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo él sea preeminente; por cuanto agradó al Padre que en él habitara toda plenitud y, por medio de él, reconciliar consigo mismo todas las cosas, tanto sobre la tierra como en los cielos, habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz.
(Colosenses 1:18-20)

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