¡Qué bueno es estar en la presencia de Dios! Es en su presencia donde recibimos amor sin reservas, donde sentimos paz y gozo verdaderos. Dios anhela que busquemos su presencia. Él nos espera con brazos abiertos para recibir nuestra adoración y darnos fortaleza para seguir adelante.
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.
(Salmo 16:11)
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva
un espíritu firme dentro de mí.
No me eches de tu presencia
ni quites de mí tu Santo Espíritu.
Devuélveme el gozo de tu salvación,
y un espíritu generoso me sustente.
(Salmo 51:10-12)
Somos transformados cuando vamos ante la presencia de Dios con corazones sinceros, abiertos y receptivos a la obra del Espíritu Santo. Dios no rechaza jamás al que se acerca a él y lo busca con humildad.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.
(Efesios 1:3-4)
Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
(Salmo 100:2)
Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.
(Judas 1:24-25)
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
(Hebreos 10:19-22)
Gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, tenemos acceso directo a la presencia de Dios Padre. Podemos hablar con él en cualquier momento, gozar de su presencia y compañía, y recibir la paz que solo él nos puede dar. ¡Acerquémonos a él con corazón sincero!
Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.
(Salmo 89:15)
Cercano está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de veras.
(Salmo 145:18)
Me buscarán y me hallarán, porque me buscarán con todo su corazón.
(Jeremías 29:13)
Quien busca al Señor de todo corazón, lo halla. Dios no se esconde de nadie, él anhela ayudarnos, bendecirnos y ser nuestro compañero fiel en todo momento. Búscalo, pues con certeza, lo hallarás.
En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;
Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.
(Salmo 31:20)
Allí comerán delante del SEÑOR su Dios, y se regocijarán ustedes y sus familias por todo lo que sus manos hayan emprendido, conforme a lo que el SEÑOR su Dios los haya bendecido.
(Deuteronomio 12:7)
Mas yo a ti he clamado, oh Jehová,
Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.
(Salmo 88:13)
Los montes se derritieron como cera delante de Jehová,
Delante del Señor de toda la tierra.
(Salmo 97:5)
Gloria y esplendor hay delante de él; poder y alegría hay en su morada.
(1 Crónicas 16:27)
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
(Romanos 3:23-24)
El pecado aleja al ser humano de la presencia de Dios. Pero, por gracia, Dios envió a Jesús al mundo para que por medio de él, nuestra relación con el Padre fuera restaurada. Ahora, todos los que reciben a Jesús como Señor y Salvador, están reconciliados con Dios Padre y disfrutarán de su presencia por toda la eternidad.
Lleguemos ante su presencia con alabanza;
Aclamémosle con cánticos.
(Salmo 95:2)
¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
(Salmo 139:7-12)
¿A mí no me temerán?, dice el SEÑOR. ¿No temblarán delante de mí, que puse la arena como límite del mar, por decreto eterno que no lo podrá traspasar? Se levantarán sus olas, pero no prevalecerán; rugirán, pero no lo pasarán’.
(Jeremías 5:22)
Ciertamente los justos darán gracias
a tu nombre;
los rectos morarán en tu presencia.
(Salmo 140:13)
Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
(Éxodo 33:14)
A la presencia de Jehová tiembla la tierra,
A la presencia del Dios de Jacob.
(Salmo 114:7)
Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad.
(Salmo 5:5)
Mis enemigos volvieron atrás;
Cayeron y perecieron delante de ti.
(Salmo 9:3)
para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tientas, palparan y le hallaran. Aunque, a la verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros.
(Hechos 17:27)
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