En toda la historia, nunca ha habido ni habrá nadie como Jesucristo. Es imposible describir su amor, gloria y esplendor. Él es tan importante que el tiempo cronológico se divide en antes y después de Cristo. Es solo a través de Jesús que podemos recibir el perdón de los pecados y tener acceso a Dios. Un día, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
(Juan 14:6)
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
(Juan 11:25)
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
(1 Timoteo 2:5)
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
(Juan 1:1)
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
(Hebreos 4:14-15)
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
(Hebreos 13:8)
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
(Hebreos 2:17)
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
(Colosenses 2:9)
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
(Gálatas 2:20)
Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.
(Marcos 16:6)
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
(Apocalipsis 19:11-16)
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
(Mateo 3:16-17)
El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
(Apocalipsis 22:20)
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