73 versículos de sabiduría


La Biblia nos dice que Dios es la fuente de toda sabiduría. ¿Deseas ser sabio de verdad? ¿Quieres tomar decisiones sabias que traigan bendición a tu vida? ¡Acércate a Dios, fuente de sabiduría! La sabiduría o la prudencia (término que la Biblia utiliza a veces como sinónimo), te ayudará a comportarte correctamente, honrando a Dios en todo momento. ¡Busca hoy la sabiduría que viene de Dios!

Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios.
(Proverbios 2:6)

El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. ¡Su alabanza permanece para siempre!
(Salmo 111:10)

El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.
(Proverbios 1:7)

Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro. Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar!
(Proverbios 3:13-15)

Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen! Con sabiduría afirmó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos.
(Proverbios 3:18-19)

Los sabios son dignos de honra, pero los necios solo merecen deshonra.
(Proverbios 3:35)

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas.
(Proverbios 4:5)

No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará.
(Proverbios 4:6)

Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.
(Salmo 90:12)

Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría.
(Proverbios 11:2)

El temor del Señor imparte sabiduría; la humildad precede a la honra.
(Proverbios 15:33)

Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata.
(Proverbios 16:16)

Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina.
(Eclesiastés 10:12)

El orgullo solo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.
(Proverbios 13:10)

El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado.
(Proverbios 13:20)

Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello.
(Proverbios 15:7)

Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser.
(Proverbios 3:5-8)

Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.
(Efesios 1:17)

La sabiduría te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas.
(Proverbios 2:12)

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.
(Santiago 1:5)

La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo.
(Salmo 19:7)

En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.
(Santiago 3:17-18)

Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos.
(Efesios 5:15-16)

Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee.
(Eclesiastés 7:12)

El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba.
(Lucas 2:40)

Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.
(Lucas 2:52)

Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas.
(Eclesiastés 7:10)

Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios.
(Proverbios 2:1-5)

Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno. Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno.
(Colosenses 4:5-6)

Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio.
(1 Corintios 3:18)

Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.
(Mateo 7:24)

¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas!
(Salmo 104:24)

El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento.
(Proverbios 9:10)

El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre.
(Proverbios 10:1)

El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre.
(Proverbios 10:8)

En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, solo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente.
(Proverbios 10:13-14)

Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos. Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados. Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor.
(Salmo 107:40-43)

Miren, yo les he enseñado los preceptos y las normas que me ordenó el Señor mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra de la que ahora van a tomar posesión. Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos preceptos, y dirán: “En verdad, este es un pueblo sabio e inteligente; ¡esta es una gran nación!”
(Deuteronomio 4:5-6)

Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo: Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos, sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después.
(1 Reyes 3:10-12)

Lee más sobre la sabiduría que viene de Dios.

Entre los ancianos se halla la sabiduría; en los muchos años, el entendimiento.
(Job 12:12)

Con Dios están la sabiduría y el poder; suyos son el consejo y el entendimiento.
(Job 12:13)

Pero ¿dónde se halla la sabiduría? ¿Dónde habita la inteligencia? Nadie sabe lo que ella vale, pues no se encuentra en este mundo.
(Job 28:12-13)

¡Para qué mencionar el coral y el jaspe! ¡La sabiduría vale más que los rubíes!
(Job 28:18)

Y dijo a los mortales: «Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!»
(Job 28:28)

También esto viene del Señor Todopoderoso, admirable por su consejo y magnífico por su sabiduría.
(Isaías 28:29)

A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!
(Daniel 2:23)

¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!
(Romanos 11:33)

¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: «A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad.»
(Proverbios 8:1-4)

Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios.
(Proverbios 8:7-9)

Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara.
(Proverbios 8:10-11)

Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden.
(Proverbios 8:32-33)

No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber.
(Proverbios 9:8-9)

Aprende sobre los beneficios de la prudencia y la discreción.

El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio.
(Proverbios 12:18)

El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías.
(Proverbios 15:14)

El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre.
(Proverbios 15:20)

El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.
(Proverbios 17:27-28)

Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.
(Proverbios 18:4)

El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo.
(Proverbios 18:15)

Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber.
(Proverbios 19:27)

Escucha el consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio.
(Proverbios 19:20)

El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!
(Proverbios 20:1)

Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud.
(Proverbios 23:15-16)

Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!
(Proverbios 23:23)

El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él.
(Proverbios 23:24)

Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros.
(Proverbios 24:3-4)

Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida.
(Proverbios 24:13-14)

¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así.
(Proverbios 26:12)

Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo.
(Proverbios 28:26)

El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.
(Proverbios 29:11)

La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona.
(Proverbios 4:7-9)

Escucha, hijo mío, acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud.
(Proverbios 4:10-11)

Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento.
(Proverbios 5:1-2)

Tiempo después, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey. Una de ellas le dijo: Su Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Mientras ella estaba allí conmigo, yo di a luz, y a los tres días también ella dio a luz. No había en la casa nadie más que nosotras dos. Pues bien, una noche esta mujer se acostó encima de su hijo, y el niño murió. Pero ella se levantó a medianoche, mientras yo dormía, y, tomando a mi hijo, lo acostó junto a ella y puso a su hijo muerto a mi lado. Cuando amaneció, me levanté para amamantar a mi hijo, ¡y me di cuenta de que estaba muerto! Pero, al clarear el día, lo observé bien y pude ver que no era el hijo que yo había dado a luz.
—¡No es cierto! —exclamó la otra mujer—. ¡El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo!
—¡Mientes! —insistió la primera—. El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío.
Y se pusieron a discutir delante del rey.
El rey deliberó: «Una dice: “El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo”. Y la otra dice: “¡No es cierto! El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío”». Entonces ordenó: Tráiganme una espada.
Cuando se la trajeron, dijo: Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a esta y la otra mitad a aquella.
La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: ¡Por favor, Su Majestad! ¡Dele usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate!
En cambio, la otra exclamó: ¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!
Entonces el rey ordenó: No lo maten. Entréguenle a la primera el niño que está vivo, pues ella es la madre.
Cuando todos los israelitas se enteraron de la sentencia que el rey había pronunciado, sintieron un gran respeto por él, pues vieron que tenía sabiduría de Dios para administrar justicia.
(1 Reyes 3:16-28)