La comunión entre hermanas en la fe es un don precioso y una oportunidad de crecimiento espiritual. Dios nos llama a vivir en unidad y amor, apoyándonos unas a otras y edificando nuestros corazones. En cada encuentro, ya sea en el culto de mujeres o en los momentos de oración y meditación, la Palabra de Dios renueva y fortalece el vínculo que tenemos como familia espiritual.
completen mi gozo a fin de que piensen de la misma manera, teniendo el mismo amor, unánimes, pensando en una misma cosa.
(Filipenses 2:2)
El verdadero gozo en Cristo se experimenta cuando caminamos una al lado de la otra, con un solo corazón y un solo propósito. Cuando cultivamos el mismo amor, uniendo nuestra alma y mente, fortalecemos nuestros lazos y reflejamos el amor de Dios. Que cada hermana encuentre la fuerza para apoyar, servir y caminar en armonía, viviendo una fe que edifique e inspire. Así completamos la alegría del Señor, difundiendo paz y unidad.
Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo porvenir.
(Proverbios 31:25)
Que cada hermana sea revestida de fuerza y honor, confiando plenamente en el cuidado de Dios. Con valentía y fe, somos llamadas a sonreír al futuro, sabiendo que nuestro amado Dios cuida de cada detalle.
A pesar de los desafíos, tengamos un corazón seguro y confiado, porque el Señor está con nosotros en cada paso del camino. Vivamos con la certeza de que en Dios encontramos protección, propósito y paz.
Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca.
(Hebreos 10:24-25)
La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón.
(Colosenses 3:16)
Estos versículos nos invitan a caminar juntas en el amor y la fe, apoyándonos y animándonos unas a otras. Que la Palabra de Cristo habite en nuestros corazones, trayendo sabiduría y paz. Cuando nos reunimos, ya sea para enseñar, aconsejar o alabar, encontramos fortaleza para enfrentar los desafíos. Que cada encuentro sea un momento de gratitud, comunión y estímulo mutuo, reflejando el cuidado de Dios en nuestras vidas.
Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.
(Romanos 12:10)
La unión entre hermanas es también un poderoso testimonio para el mundo, demostrando que el amor de Dios transforma las relaciones. Con este amor crecemos en humildad, paciencia y perdón. Que cada hermana encuentre consuelo, alegría y propósito en la Palabra de Dios.
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
(1 Juan 4:7)
Habiendo purificado la vida de ustedes en obediencia a la verdad para un amor fraternal no fingido, ámense los unos a los otros ardientemente y de corazón puro;
(1 Pedro 1:22)
Que los corazones se fortalezcan y la fe se renueve en los momentos de adoración y comunión. Y que juntas podamos seguir siendo testigos de la gracia y del amor de Cristo, viviendo en unidad y llevando esperanza a todos los que nos rodean.
Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.
(Juan 13:34-35)
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
(1 Juan 4:20)
No reprendas con dureza al anciano sino exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; y a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.
(1 Timoteo 5:1-2)
Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, este es mi hermano, mi hermana y mi madre.
(Marcos 3:35)
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios, y todo aquel que ama al que engendró ama también al que es nacido de él.
(1 Juan 5:1)
hablando entre ustedes con salmos, himnos y canciones espirituales; cantando y alabando al Señor en su corazón;
(Efesios 5:19)
Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, toma aun contigo uno o dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.
(Mateo 18:15-16)
No aborrecerás en tu corazón a tu hermano. Ciertamente amonestarás a tu prójimo, para que no cargues con pecado a causa de él.
(Levítico 19:17)
Lee también: