Los hijos que Dios nos da son una gran bendición. Ellos traen gozo a nuestros corazones y nos hacen ver la vida desde otra perspectiva. Los hijos son también una inmensa responsabilidad. Debemos amarlos, cuidarlos, velar por su bienestar y guiarlos en el camino del Señor.
Uno de los regalos más preciados que podemos dar a nuestros hijos es hablar palabras de bendición sobre ellos. Los siguientes versículos te ayudarán a orar y a hablar palabras que sean de ánimo y bendición para esas personas tan especiales que Dios ha puesto en tu vida.
Pero Jesús llamó a los niños y dijo: Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
(Lucas 18:16)
El Señor te bendiga
y te guarde;
el Señor te mire con agrado
y te extienda su amor;
el Señor te muestre su favor
y te conceda la paz.
(Números 6:24-26)
Les daré un corazón que me conozca, porque yo soy el Señor. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.
(Jeremías 24:7)
Que regaré con agua la tierra sedienta,
y con arroyos el suelo seco;
derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia,
y mi bendición sobre tus vástagos,
y brotarán como hierba en un prado,
como sauces junto a arroyos.
Uno dirá: ‘Pertenezco al Señor’;
otro llevará el nombre de Jacob,
y otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del Señor’,
y tomará para sí el nombre de Israel.
(Isaías 44:3-5)
Que nuestros hijos, en su juventud,
crezcan como plantas frondosas;
que sean nuestras hijas como columnas
esculpidas para adornar un palacio.
(Salmo 144:12)
Cada generación celebrará tus obras
y proclamará tus proezas.
(Salmo 145:4)
El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.
El Señor es bueno con todos;
él se compadece de toda su creación.
(Salmo 145:8-9)
Que el Señor multiplique la descendencia
de ustedes y de sus hijos.
(Salmo 115:14)
«Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él». Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
(Marcos 10:15-16)
Los hijos son una herencia del Señor,
los frutos del vientre son una recompensa.
(Salmo 127:3)
Sus hijos dominarán el país;
la descendencia de los justos será bendecida.
(Salmo 112:2)
El Señor mismo instruirá a todos tus hijos,
y grande será su bienestar.
(Isaías 54:13)
En cuanto a mí —dice el Señor—,
este es mi pacto con ellos:
Mi Espíritu que está sobre ti,
y mis palabras que he puesto en tus labios,
no se apartarán más de ti,
ni de tus hijos ni de sus descendientes,
desde ahora y para siempre
—dice el Señor—.
(Isaías 59:21)
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
(Romanos 8:14)
El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba.
(Lucas 2:40)
Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos.
(Jeremías 32:38-39)
Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él.
Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
(Jeremías 17:7-8)
Dichosos todos los que temen al Señor,
los que van por sus caminos.
Lo que ganes con tus manos, eso comerás;
gozarás de dicha y prosperidad.
En el seno de tu hogar,
tu esposa será como vid llena de uvas;
alrededor de tu mesa,
tus hijos serán como vástagos de olivo.
Tales son las bendiciones
de los que temen al Señor.
(Salmo 128:1-4)
Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos!
Extiéndeles tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
(Salmo 5:11-12)
Fui puesto a tu cuidado
desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre
mi Dios eres tú.
(Salmo 22:10)
Que reciban misericordia, paz y amor en abundancia.
(Judas 1:2)
El corazón del hombre traza su rumbo,
pero sus pasos los dirige el Señor.
(Proverbios 16:9)
Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua.
Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.
(Éxodo 23:25)
Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre
y no abandones las enseñanzas de tu madre.
Adornarán tu cabeza como una diadema;
adornarán tu cuello como un collar.
(Proverbios 1:8-9)
Que el Señor te bendiga desde Sión,
y veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
(Salmos 128:5)
El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
(Salmo 29:11)
Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
(2 Timoteo 3:15)
En paz me acuesto y me duermo,
porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.
(Salmo 4:8)
Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén.
(Apocalipsis 22:21)
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