Dios te ama con un amor sin igual y él desea bendecirte. De hecho, él te bendice cada día, solo tienes que mirar a tu alrededor para comprobarlo. Tu familia, la naturaleza, el trabajo, la comida, el sol, son muchas las bendiciones que disfrutas a diario gracias a Dios.
Sin embargo, la mayor bendición que Dios te ha dado ha sido la salvación de tu alma. Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que tengas la seguridad de la vida eterna con él. También hay preciosas bendiciones que puedes disfrutar hoy y aquí encontrarás algunas de ellas.
Jeremías 17:7-8
Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él.
Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
(Jeremías 17:7-8)
Números 6:24-26
El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz.
(Números 6:24-26)
Colosenses 2:13-14
Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.
(Colosenses 2:13b-14)
Nuestra vida pasa a reflejar el gozo del perdón, pues Dios en su infinita misericordia decidió concedérnoslo. Jesús cargó sobre él nuestro pecado para que se cumpliera la ley que requería sacrificio para la expiación de los mismos. Fuimos reconciliados con Dios y ahora, gracias a su sacrificio y amor, vivimos una nueva vida en Cristo y dentro de sus propósitos.
Éxodo 23:25
Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua.
Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.
(Éxodo 23:25)
Deuteronomio 7:12-15
Si prestas atención a estas normas, y las cumples y las obedeces, entonces el Señor tu Dios cumplirá el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados, y te mostrará su amor fiel. Te amará, te multiplicará y bendecirá el fruto de tu vientre, y también el fruto de la tierra que juró a tus antepasados que les daría. Es decir, bendecirá el trigo, el vino y el aceite, y las crías de tus ganados y los corderos de tus rebaños. Bendito serás, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre los tuyos hombre ni mujer estéril, ni habrá un solo animal de tus ganados que se quede sin cría. El Señor te mantendrá libre de toda enfermedad y alejará de ti las horribles enfermedades que conociste en Egipto; en cambio, las reservará para tus enemigos.
(Deuteronomio 7:12-15)
Efesios 3:17
Para que por fe Cristo habite en sus corazones.
(Efesios 3:17a)
Vemos todo de forma diferente porque Cristo vive en nuestros corazones y nos da una nueva perspectiva. Buscamos el sentir de Cristo, su voluntad y dirección en cada situación y le permitimos transformar nuestro pensar. Nuestro gran anhelo es que su amor y su presencia sean evidentes en nosotros.
Génesis 12:1-3
El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!»
(Génesis 12:1-3)
Deuteronomio 30:15-16
Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión.
(Deuteronomio 30:15-16)
2 Corintios 5:7
Vivimos por fe, no por vista.
(2 Corintios 5:7)
La ansiedad y el temor en medio de las circunstancias no son nuestra norma como hijos de Dios, pues confiamos plenamente en él. Aprendemos a vivir centrados en su grandeza y en su poder, no en el tamaño de nuestros problemas. No importa si nos encontramos en medio de situaciones muy difíciles y obstáculos enormes, seguimos firmes, confiando en el creador del universo, nuestro Señor y Salvador.
Salmo 3:8
Tuya es, Señor, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah
(Salmo 3:8)
Juan 3:16
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
(Juan 3:16)
¡Cuán grande es el amor de nuestro Dios! Estuvo dispuesto a enviar a su Hijo a morir en la cruz para que todos nosotros, los que creemos en él como Salvador, podamos tener vida eterna. Nuestra fe en Jesús nos da la certeza de la eternidad con Dios. No hay nada ni nadie que nos pueda apartar de su amor o de la vida eterna que él nos da. La victoria sobre la muerte ya es nuestra a través de Jesús. No vivimos en temor, sino en esperanza, sabiendo que estaremos eternamente con él.
Deuteronomio 28:1-6
Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre:
Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo.
Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado,
los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños.
Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar.
Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino.
(Deuteronomio 28:1-6)
Salmo 5:11-12
Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos!
Extiéndeles tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
(Salmo 5:11-12)
Salmo 112:1-2
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Dichoso el que teme al Señor, el que halla gran deleite en sus mandamientos.
Sus hijos dominarán el país; la descendencia de los justos será bendecida.
(Salmo 112:1-2)
Salmo 31:19
Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian.
(Salmo 31:19)
1 Juan 5:4
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
(1 Juan 5:4)
El mundo y los deseos pecaminosos ya no tienen poder sobre nosotros. Podemos experimentar la victoria frente a las tentaciones que el mundo nos ofrece, porque el Espíritu Santo nos ayuda a vencer aun en medio de nuestras debilidades. Nuestro mayor deseo viene a ser agradar a Dios y vivir una vida que lo glorifica en todo.
Salmo 128:5-6
Que el Señor te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
Que vivas para ver a los hijos de tus hijos.
¡Que haya paz en Israel!
(Salmo 128:5-6)
Salmo 147:12-13
Alaba al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, oh Sión.
Él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a los que en ti habitan.
(Salmo 147:12-13)
Gálatas 3:26-27
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.
(Gálatas 3:26-27)
Por fe somos hijos amados de Dios por siempre, nadie puede cambiar eso. Él es un Padre amoroso que cuida de sus hijos y sabe lo que es mejor para ellos. Cuando Dios nos mira, él ve la obra redentora de Jesús en nosotros, cómo somos transformados más a su imagen, pues mientras más crecemos en nuestro andar con Dios, más reflejamos a Cristo y su carácter.
Salmo 115:12-13
El Señor nos recuerda y nos bendice:
bendice al pueblo de Israel,
bendice a los descendientes de Aarón,
bendice a los que temen al Señor,
bendice a grandes y pequeños.
(Salmo 115:12-13)
Salmo 128:1-4
Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos.
Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.
En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas;
alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.
Tales son las bendiciones de los que temen al Señor.
(Salmo 128:1-4)
Proverbios 3:33
La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado;
su bendición, sobre el hogar de los justos.
(Proverbios 3:33)
Salmo 29:11
El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz.
(Salmo 29:11)
Efesios 1:3-6
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.
(Efesios 1:3-6)
Mateo 21:21-22
Les aseguro que, si tienen fe y no dudan —les respondió Jesús—, (...) podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará. Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
(Mateo 21:21-22)
Nuestra fe en Jesús hace que nuestras oraciones sean mucho más que solo palabras. A través de la fe, nuestras oraciones son ungidas y poderosas. Oramos con la certeza de que el Padre nos escucha y que el Espíritu Santo obrará con poder en medio de la situación y de acuerdo con su voluntad.
Proverbios 10:6
El justo se ve coronado de bendiciones,
pero la boca del malvado encubre violencia.
(Proverbios 10:6)
Santiago 5:14-15
¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y, si ha pecado, su pecado se le perdonará.
(Santiago 5:14-15)
La fe trae sanidad física y espiritual. Ninguna situación o petición es demasiado grande cuando conocemos la grandeza y el poder de nuestro Dios y el gran amor que tiene para sus hijos. Traemos nuestras enfermedades y problemas ante él con absoluta confianza y le vemos obrar.
Salmo 24:3-5
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo?
Solo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.
Quien es así recibe bendiciones del Señor; Dios su Salvador le hará justicia.
(Salmo 24:3-5)
Romanos 5:1
En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(Romanos 5:1)
Hay un lugar en nuestros corazones que solo Dios puede llenar y cuando decidimos permitirle que entre en nuestras vidas y sea nuestro Señor, su paz incomparable nos llena. La paz que él nos da nos cubre y sustenta aún en medio de situaciones muy difíciles. Es la paz de saber que, pase lo que pase, somos suyos y él nunca nos abandonará.
Gálatas 3:8-9
En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones». Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe.
(Gálatas 3:8-9)
Gálatas 3:13-14
Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero». Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.
(Gálatas 3:13-14)
Santiago 1:17
Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
(Santiago 1:17)
2 Timoteo 4:7-8
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.
(2 Timoteo 4:7-8)
Dios promete la corona de justicia a los que permanecen fieles, confiando en él y esperando con anhelo su venida. Sigamos adelante sirviendo a nuestro Señor con fidelidad. Él nunca nos deja ni nos defrauda. No dejes que los problemas de la vida te hagan desviar la mirada de las promesas de Dios y su gran amor por ti. Mantente fiel en la batalla y recuerda el gran premio al final del camino.
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