Cuando adoramos a Dios, reconocemos su grandeza, su poder y nuestra dependencia de él. En la Biblia se nos exhorta a adorar a Dios con todo nuestro ser, en espíritu y en verdad. Es por eso que nuestra adoración a Dios está basada en la transformación espiritual que hemos vivido y en las verdades maravillosas sobre Dios que están reveladas en su Palabra.
¡Recibe hoy inspiración para adorar al Señor Dios todopoderoso! ¡Adora al Señor, alábalo hoy con todo tu ser!
Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.
(Juan 4:23-24)
Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.
(Hebreos 13:15)
Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado!
(Salmo 95:6-7)
El Señor es mi fuerza y mi cántico;
él es mi salvación.
Él es mi Dios, y lo alabaré;
es el Dios de mi padre, y lo enalteceré.
(Éxodo 15:2)
Tributen al Señor la gloria que merece su nombre; póstrense ante el Señor en su santuario majestuoso.
(Salmo 29:2)
Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas».
(Apocalipsis 4:9-11)
Señor, tú eres mi Dios;
te exaltaré y alabaré tu nombre
porque has hecho maravillas.
Desde tiempos antiguos
tus planes son fieles y seguros.
(Isaías 25:1)
El Señor descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó: El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.
En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor.
(Éxodo 34:5-8)
No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso.
(Éxodo 34:14)
¡Cuidado! No se dejen seducir. No se descarríen ni adoren a otros dioses, ni se inclinen ante ellos.
(Deuteronomio 11:16)
A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(Filipenses 4:20)
Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!» A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.
(Job 1:20-22)
Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente, porque nuestro «Dios es fuego consumidor».
(Hebreos 12:28-29)
Sirvan al Señor con temor; con temblor ríndanle alabanza.
(Salmo 2:11)
El Señor dice: «Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres».
(Isaías 29:13)
Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».
(Apocalipsis 14:6-7)
Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.
(Salmo 63:1)
Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré.
(Salmo 63:3-4)
A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.
(Salmo 63:7-8)
Jesús le contestó: Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.
(Lucas 4:7b-8)
Tuyos son, oh SEÑOR, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad; porque tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra. Tuyo es el reino, oh SEÑOR, y tú te enalteces como cabeza sobre todo.
(1 Crónicas 29:11)
Él es el motivo de tu alabanza; él es tu Dios, el que hizo en tu favor las grandes y maravillosas hazañas que tú mismo presenciaste.
(Deuteronomio 10:21)
Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón! Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.
(Santiago 4:8-10)
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
(Filipenses 2:9-11)
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! ¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague? Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
(Romanos 11:33-36)
Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
(Romanos 12:1-2)
Está escrito: «Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios».
(Romanos 14:11)
¡Cántenle, cántenle salmos!
¡Hablen de sus maravillosas obras!
(1 Crónicas 16:9)
No hay, Señor, entre los dioses otro como tú, ni hay obras semejantes a las tuyas. Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre. Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡solo tú eres Dios!
(Salmo 86:8-10)
Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
(Efesios 5:19-20)
Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre.
(Salmo 86:12)
Grande es el Señor en Sión, ¡excelso sobre todos los pueblos! Sea alabado su nombre grandioso e imponente: ¡él es santo!
(Salmo 99:2-3)
Exalten al Señor nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!
(Salmo 99:5)
¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra! Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas! Díganle a Dios: «¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos mismos se rinden ante ti. Toda la tierra se postra en tu presencia, y te cantan salmos; cantan salmos a tu nombre». Selah
(Salmo 66:1-4)
Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza.
(Salmo 66:8)
Nadie es santo como el Señor;
no hay roca como nuestro Dios.
¡No hay nadie como él!
(1 Samuel 2:2)
Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era millares de millares y millones de millones. Cantaban con todas sus fuerzas: «¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!»
Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!»
(Apocalipsis 5:11-13)
… y cantaban el himno de Moisés, siervo de Dios, y el himno del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».
(Apocalipsis 15:3-4)
Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
(Mateo 21:9)
Creo, Señor —declaró el hombre. Y, postrándose, lo adoró.
(Juan 9:38)
En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y tapaba la entrada, mientras el Señor hablaba con Moisés. Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la entrada de su carpa y adoraban al Señor.
(Éxodo 33:9-10)
Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.
(Deuteronomio 10:12-13)
Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Y, cuando lo vi y oí, me postré para adorar al ángel que me había estado mostrando todo esto. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú, como tus hermanos los profetas y como todos los que cumplen las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!»
(Apocalipsis 22:8-9)
No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación.
(Éxodo 20:5)
¿Quién, Señor, se te compara entre los dioses? ¿Quién se te compara en grandeza y santidad? Tú, hacedor de maravillas, nos impresionas con tus portentos.
(Éxodo 15:11)
Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda enfermedad.
(Éxodo 23:25)
¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios.
(2 Samuel 7:22)
Canten a Dios, canten salmos a su nombre; aclamen a quien cabalga por las estepas, y regocíjense en su presencia.¡Su nombre es el Señor!
(Salmo 68:4)
Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas. Selah
(Salmo 68:19)
Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
(Salmo 42:1-2)
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
(Salmo 42:11)
Canten al Señor un cántico nuevo; canten al Señor, habitantes de toda la tierra. Canten al Señor, alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria. Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.
(Salmo 96:1-3)
Tributen al Señor, pueblos todos, tributen al Señor la gloria y el poder. Tributen al Señor la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios. Póstrense ante el Señor en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra!
(Salmo 96:7-9)
Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
(Efesios 3:20-21)
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.
(Salmo 24:3-4)
¿Quién es este Rey de la gloria? El Señor, el fuerte y valiente, el Señor, el valiente guerrero. Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria! Selah
(Salmo 24:8-10)
En aquel día se dirá: Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre. Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas; que esto se dé a conocer en toda la tierra.
(Isaías 12:4-5)
Te exaltaré, mi Dios y Rey; por siempre bendeciré tu nombre. Todos los días te bendeciré; por siempre alabaré tu nombre.
(Salmo 145:1-2)
Se proclamará la memoria de tu inmensa bondad, y se cantará con júbilo tu victoria.
(Salmo 145:7)
En aquel día sonará una gran trompeta. Los que fueron llevados a Asiria y los que fueron desterrados a Egipto vendrán y adorarán al Señor sobre el monte santo en Jerusalén.
(Isaías 27:13)
Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.
(Lucas 2:14)
Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(1 Timoteo 1:17)
Bendito sea Dios el Señor, el Dios de Israel, el único que hace obras portentosas. Bendito sea por siempre su glorioso nombre; ¡que toda la tierra se llene de su gloria! Amén y amén.
(Salmo 72:18-19)
Aprende más sobre la adoración:
- 6 formas de adorar a Dios (según la Biblia)
- Cómo adorar a Dios en espíritu y en verdad (según la Biblia)
- 34 versículos y palabras para iniciar un culto
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