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Jesús usó a los niños como un ejemplo a seguir y dijo que debemos ser como niños para entrar en el reino de los cielos. Los niños tienen un corazón tierno, humilde y abierto al mover de Dios. Dios anhela que nosotros nos acerquemos a él de esa manera: con ternura, humildad y expectantes ante su mover.
Por lo general, los niños son confiados. Si su padre o su madre les prometen algo, confían en que lo cumplirán. Esa es la misma confianza que debemos tener cuando vamos en oración ante Dios y recordamos sus promesas. Él es fiel y siempre cumple lo que promete, no debemos dudar o temer que se olvide.
Otro aspecto importante es el de la obediencia. Los niños obedecen a sus padres, porque confían en ellos. De igual forma, nuestra confianza en Dios debe expresarse a través de nuestra obediencia. Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Si él dice que debemos hacer algo, es porque eso traerá bien a nuestra vida.
Los niños aprecian la vida y reciben todo con ilusión. Si les regalas algo sencillo, lo reciben con alegría y asombro, viviendo cada momento al máximo. Así es como Dios desea que vivamos cada día, con ilusión y gozo, agradecidos por el regalo que él nos da, enfocándonos en lo que nos ofrece ese momento.
Elige hoy ser como un niño ante tu Padre Dios. Acércate a él con confianza, ilusión y humildad, permitiendo que él obre en tu vida. Busca al Señor de todo corazón, disfruta con gozo de su compañía y vive una vida de obediencia que glorifique al Padre en todo momento.
Quien es humilde como los niños, entrará en el reino de los cielos
En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
(Mateo 18:1-4)
La humildad de los niños debe servirnos de ejemplo. Ruega a Dios que te ayude a crecer en humildad, a tener un corazón humilde ante él y ante los demás.
El reino de los cielos es de los que son como niños
Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos».
(Mateo 19:14)
Debemos acercarnos a Dios tal como los niños se acercaban a Jesús: con alegría, con confianza y abiertos a recibir su amor y todo lo que nos quiere dar.
Dios bendice a los que se acercan a él como niños
"Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él". Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
(Marcos 10:15-16)
Recibe el reino de Dios con sinceridad de corazón y experimentarás la bendición de la cercanía del Padre.
Los que reciben el reino de Dios como los niños, entrarán en él
De cierto les digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en él.
(Lucas 18:17)
Los brazos de Jesús están abiertos para recibir a los niños y a los que son como ellos
Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
(Marcos 10:13-14)
Dios revela cosas maravillosas a los que son como niños
En aquel tiempo Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.
(Mateo 11:25-26)
Debemos anhelar la Palabra de Dios como los niños anhelan beber leche
Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor.
(1 Pedro 2:2-3)
Espera con ansias que Dios te hable por medio de su Palabra y nunca te faltarán la sabiduría ni la dirección necesarias.
Recibir a los niños es recibir a Jesús
Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Luego tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. Abrazándolo, les dijo: El que recibe en mi nombre a uno de estos niños me recibe a mí; y el que me recibe a mí no me recibe a mí, sino al que me envió.
(Marcos 9:35-37)
Las alabanzas de los niños tienen poder en el ámbito espiritual
Las alabanzas de los niños de pecho
son tu mejor defensa contra tus enemigos;
ellas silencian a tus vengativos adversarios.
(Salmo 8:2)
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