El matrimonio es una relación única y maravillosa que requiere dedicación y perseverancia. Amemos a nuestro cónyuge tal como Dios nos llama a hacerlo.
1. Primero el cónyuge, después los padres
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.
(Génesis 2:24)
Este versículo dice que el matrimonio que Dios instituyó requiere de dos acciones. Primero, dejar a los padres físicamente. Al casarnos formamos una nueva familia, un nuevo hogar y esa debe ser nuestra prioridad. Por supuesto que tenemos que amar y honrar a nuestros padres hasta la muerte, pero debemos entender que como nueva familia, haremos planes y tomaremos decisiones contando el uno con el otro.
Segundo, unirnos en una sola carne con nuestro cónyuge: unidad sexual y unidad emocional. Desde el momento en que nos casamos disfrutaremos sexualmente el uno del otro y buscaremos caminar juntos en todas las áreas, como por ejemplo, la economía familiar, el servicio a Dios y la educación de los hijos cuando lleguen.
2. Es para siempre
¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
(Mateo 19:4-6)
El diseño original de Dios es que el matrimonio sea para siempre. El divorcio no forma parte de su plan, él desea que estemos juntos hasta la muerte. En este versículo de Mateo, Jesús admite que Moisés permitió el divorcio "por la dureza del corazón del hombre". Hay situaciones límites de abuso o infidelidad que requieren una medida drástica, pero el plan original de Dios para el matrimonio es que el hombre y la mujer permanezcan juntos hasta que la muerte los separe.
3. Trae felicidad
Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor.
(Proverbios 18:22)
Dios debe guiarnos en la elección de nuestra pareja. Recibimos bendición cuando escogemos dentro de su voluntad para nosotros. Debemos casarnos con alguien que trae alegría a nuestro corazón, alguien que nos acerca a Dios y a su propósito para nuestra vida. Así caminaremos juntos y con gozo el camino por el que Dios nos lleve.
4. Más fuertes con Dios
Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!
(Eclesiastés 4:12)
Se dice que en la unión está la fuerza y esto es todavía más cierto en el matrimonio. Un matrimonio unido es un gran ejemplo en este mundo que aplaude tanto el individualismo. Si ambos sirven a Dios, contarán con su ayuda en los momentos difíciles, recibirán su sabiduría para tomar las decisiones correctas y la fuerza para superar las pruebas. No solo se apoyarán y animarán el uno al otro en los momentos de tentación o de dificultad, sino que buscarán la dirección de Dios y perseverarán hasta obtener el resultado deseado.
5. Ser un equipo
Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?
(Eclesiastés 4:9-11)
El matrimonio debe trabajar junto por metas comunes, uniendo esfuerzos para ver cumplidos los sueños y anhelos que Dios pone en sus corazones. Cada uno debe velar por el bienestar del otro, cuidarle y ayudarle. Si uno cae, el otro lo levanta, le venda la herida, le anima a seguir.
6. El poder del amor
Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo.
(Cantares 8:6-7a)
El amor verdadero es poderoso y eterno, es un compromiso de estar al lado del otro pase lo que pase. El sello sobre el corazón y la marca en el brazo no se refieren a tatuajes que se pueden borrar, sino a marcas incrustadas que perduran y que jamás se podrán quitar. El amor verdadero es fuerte y profundo, perdurará a través de todas las estaciones o tormentas que puedan llegar. No habrá enfermedad, escasez o desavenencia que logre apagarlo.
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7. Construir con sabiduría
Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos.
(Proverbios 24:3)
Necesitamos sabiduría y la Biblia dice que el principio de la sabiduría es el temor del Señor (Proverbios 1:7). Si queremos construir un matrimonio sólido que perdure, debemos ir a la fuente de la sabiduría, a Dios. Él nos ayudará a superar nuestras diferencias y a tomar decisiones sabias. Si acudimos cada día a él presentándole nuestras inquietudes y nuestros anhelos, él nos guiará, y con el pasar de los años miraremos atrás y nos regocijaremos al ver cómo obró en nosotros y en nuestro matrimonio.
8. El amor en la práctica
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
(1 Corintios 13:4-7)
¡Vivamos cada día unidos y guiados por este amor!
9. Unión inquebrantable
Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
(Colosenses 3:14)
Llevemos cada día la vestimenta que nos ayudará a permanecer juntos. ¡Vistámonos de amor!
10. Fomentar la intimidad sexual
¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!
(Proverbios 5:18-19)
Dios anhela que el esposo y la esposa tengan una vida sexual satisfactoria durante toda su vida y que sean exclusivamente el uno para el otro. La intimidad sexual matrimonial debe traer gozo y satisfacción, no vergüenza ni temor, y debe reforzar también nuestra estima propia. En el acto sexual expresamos nuestro amor, nuestra confianza total en nuestro cónyuge y también el aprecio a la forma en que Dios nos creó a nosotros y a la otra persona.
11. Unidad en Cristo
No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo?
(2 Corintios 6:14-15)
La palabra cónyuge quiere decir unidos por el yugo, en referencia a la yunta que mantiene unidos a los bueyes para que puedan arar en la misma dirección. El matrimonio debe estar unido en todos los sentidos y la unión espiritual es vital. Debemos estar unidos en Cristo, ambos amar y obedecer a Jesús para poder vivir en armonía y para que Cristo sea glorificado en todo lo que hacemos.
12. Sumisión como al Señor
Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.
(Efesios 5:21-22)
No hay temor a someternos el uno al otro cuando ambos estamos llenos del amor de Dios. Confiamos que Dios guía a la otra persona dentro de su voluntad y no tememos que se aproveche o nos haga daño a propósito. Por eso es importante casarnos con alguien temeroso de Dios y lleno de su Espíritu Santo. Si sabemos que sus acciones y palabras están guiadas por el Señor, no tendremos miedo a someternos el uno al otro. El amor perfecto que Dios nos da echa fuera cualquier temor (1 Juan 4:18).
13. Amar como Cristo
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa.
(Efesios 5:25-26a)
El amor de Cristo por la iglesia debe ser nuestro ejemplo. Jesús estuvo dispuesto a ir a la cruz por cada uno de nosotros y lo hizo por amor. Los seres humanos tendemos a ser egoístas, a buscar nuestro propio bien antes que el de los demás. Pero el esposo cristiano necesita llenarse del amor de Cristo, buscando en todo momento el bienestar espiritual de su esposa, lo que la acerca a Dios y la santifica.
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14. El orden correcto
Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.
(Efesios 5:23)
Todo en la vida funciona mejor cuando seguimos los consejos e instrucciones y el matrimonio no es la excepción. Para que haya paz y armonía debe estar claro el orden de liderazgo. El esposo debe buscar la dirección de Dios sobre lo que es mejor para él y su familia, debe tener una vida saludable de oración y estudiar la palabra. La mujer también necesita acudir a Dios pidiéndole sabiduría para ella y para su marido y apoyar a su esposo en la toma de decisiones que alegren el corazón del Padre.
15. Empezar bien
No envíes a la guerra a ningún hombre recién casado, ni le impongas ningún otro deber. Tendrá libre todo un año para atender su casa y hacer feliz a la mujer que tomó por esposa.
(Deuteronomio 24:5)
Es interesante ver que en el Antiguo Testamento se menciona la importancia de crear una base sólida y feliz en el matrimonio desde el principio. En su gran sabiduría Dios nos anima a que el enfoque del primer año de casados sea el matrimonio, construir juntos una base fuerte y ser felices. Todo lo demás puede esperar, ya habrá tiempo para los otros deberes o preocupaciones.
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16. Comprensión y respeto
De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.
(1 Pedro 3:7)
El matrimonio se construye y se fortalece con el respeto y la comprensión entre ambos. Si entendemos y apreciamos al otro tal como es, con sus fortalezas y sus debilidades, seremos más felices y todas las otras áreas de nuestra vida se afirmarán, incluida nuestra vida espiritual.
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17. Fidelidad y pureza
Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.
(Hebreos 13:4)
Para Dios el matrimonio tiene mucho valor y nos manda a verlo así. El matrimonio es sagrado, la fidelidad entre el esposo y la esposa no es negociable: hemos de ser fieles el uno al otro. Todo tipo de inmoralidad sexual, adulterio, fornicación, pornografía, todo uso erróneo del acto sexual para avergonzar o manipular al otro es inaceptable y será juzgado. Siempre debemos tratar al otro con amor, con pureza y respeto.
18. Compañía y ayuda
Dijo además el SEÑOR Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea”.
(Génesis 2:18)
Doy gracias a Dios, porque me ha concedido en ti la compañía y la ayuda perfecta para el resto de mi vida.
19. No acaba
El amor jamás se extingue.
(1 Corintios 13:8a)
Mi corazón se llena de gozo al saber que nuestro amor no se acabará jamás porque viene de Dios.
20. Es una decisión firme
No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
(Rut 1:16)
Estaré contigo por siempre. Juntos adoraremos a Dios y viviremos para su gloria.
21. Algo que no puede faltar
Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados.
(1 Pedro 4:8)
Nuestro amor es mayor que nuestras fallas. ¡Enfrentemos cada día y cada prueba llenos de amor!
22. Disfrutando juntos de la vida
Goza de la vida con la mujer amada.
(Eclesiastés 9:9a)
Disfrutemos cada día la vida que Dios nos ha dado. ¡Compartir mi vida contigo llena mi corazón de gozo!