25 versículos para calmar la angustia


Cuando estamos angustiados podemos recurrir a Dios. El Señor siempre escucha a quienes claman por su ayuda en los momentos de angustia. Dios da paz y victoria en esos momentos, pues él ama y cuida de sus hijos. En medio de la angustia, la Palabra de Dios y su presencia pueden traer paz y tranquilidad a tu corazón.

En mi angustia, clamé al Señor,
y el Señor me respondió.
(Salmo 120:1)

Por mi parte, yo clamaré a Dios;
¡el Señor vendrá a salvarme!
En la tarde, en la mañana, al mediodía,
clamaré a Dios, y él oirá mi voz.
(Salmo 55:16-17)

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
(Romanos 8:35-37)

Cuando me encuentro angustiado, te llamo
porque tú me respondes.
(Salmo 86:7)

El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. (Salmo 34:18)

El Señor está cerca de los quebrantados de corazón,
y salva a los de espíritu abatido.
(Salmo 34:18)

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
(2 Corintios 12:10)

Entonces claman a Jehová en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
(Salmo 107:28)

Los lazos de la muerte me envolvieron,
y me angustié al verme tan cerca del sepulcro;
mi vida era de angustia y de aflicción constante.
Pero en el nombre del Señor clamé:
«Señor, ¡te ruego que me salves la vida!»
El Señor es justo y compasivo;
nuestro Dios es todo bondad.
El Señor protege a la gente sencilla.
Yo estuve muy enfermo, y él me levantó.
¡Alma mía, ya puedes estar tranquila,
porque el Señor me ha tratado con bondad.
(Salmo 116:3-7)

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
(2 Corintios 1:3-4)

La aflicción y la angustia me dominan,
pero el gozo de tus mandamientos me levanta.
(Salmo 119:143)

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
(Apocalipsis 21:4-5)

Señor, ¿por qué estás tan lejos?
¿Por qué te escondes en momentos de angustia?
(Salmo 10:1)

Dios de mi justicia, ¡responde a mi clamor!
Cuando estoy angustiado, tú me infundes aliento;
¡compadécete de mí y escucha mi oración!
(Salmo 4:1)

¡Alabemos al Señor, porque él es bueno;
porque su misericordia es constante!
Que lo afirmen los redimidos por Dios,
los que salvó del poderoso enemigo,
los que reunió desde lejanas tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.

Perdidos en el desierto, no hallaban un camino
que los llevara a una ciudad habitable.
Andaban hambrientos y sedientos,
con el alma a punto de desfallecer.
En su angustia, clamaron al Señor,
y él los libró de sus aflicciones,
los guió por un buen camino,
hasta encontrar una ciudad habitable.

¡Alabemos la misericordia del Señor
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
El Señor sacia la sed del sediento,
y colma con buena comida al hambriento.

Algunos vivían en profunda oscuridad,
prisioneros de la aflicción y las cadenas,
pues fueron rebeldes a los mandatos de Dios
y despreciaron los proyectos del Altísimo.
Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados;
caían, y no había quien los levantara.
Pero en su angustia clamaron al Señor,
y él los salvó de toda su aflicción;
los sacó de la profunda oscuridad,
y puso fin a su aflicción y sus cadenas.
(Salmo 107:1-14)

Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, en primer lugar para los judíos, pero también para los que no lo son.
(Romanos 2:9)

Señor, en nuestra angustia te buscamos,
y clamamos a ti cuando nos castigaste.
(Isaías 26:16)

pero cuando en su angustia se volvieron al Señor y Dios de Israel, y lo buscaron, lo hallaron.
(2 Crónicas 15:4)

Yo soy el Dios Altísimo;
en vez de sacrificios, ofréceme alabanzas
y cúmpleme todos los votos que me hagas.
Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré, y tú me honrarás.
(Salmo 50:14-15)

Crece en mi corazón la angustia;
¡líbrame de esta congoja!
¡Mira cómo sufro y me esfuerzo!
¡Perdóname todos mis pecados!
(Salmo 25:17-18)

Yo me lleno de alegría por tu misericordia,
pues tú has tomado en cuenta mi aflicción
y conoces las angustias de mi alma.
No me has puesto en manos de mi adversario;
más bien, me has plantado en lugares amplios.
(Salmo 31:7-8)

Mi vida se va consumiendo de dolor;
mis años transcurren en medio de suspiros.
La maldad acaba con mis fuerzas,
y hasta mis huesos se van debilitando.

Todos mis enemigos se burlan de mí,
y más aún mis vecinos;
¡soy el hazmerreír de mis conocidos!
Los que me ven en la calle, huyen de mí.
Me han olvidado, como a los muertos;
hasta parezco una vasija hecha pedazos.
Puedo oír cómo muchos me calumnian:
«¡Hay terror por todas partes!»,
y mientras tanto, todos conspiran contra mí
y hacen planes para matarme.
¡Solo piensan quitarme la vida!

Señor, yo confío en ti,
y declaro que tú eres mi Dios.
Mi vida está en tus manos;
¡líbrame de mis enemigos y perseguidores!
¡Haz brillar tu rostro sobre este siervo tuyo!
¡Sálvame, por tu misericordia!
(Salmo 31:10-16)

En medio de la angustia clamé al Señor,
y él me respondió y me dio libertad.
El Señor está conmigo; no tengo miedo
de lo que simples mortales me puedan hacer.
(Salmo 118:5-6)

Con mi voz clamo al Señor;
con mi voz le pido su misericordia.
En su presencia expongo mi queja;
en su presencia expreso mi angustia.
(Salmo 142:1-2)

Un corazón alegre le hace bien al rostro,
pero las penas del corazón abaten el ánimo.
(Proverbios 15:13)

El Señor es bueno;
es un refugio en el día de la angustia.
El Señor conoce a los que en él confían.
(Nahúm 1:7)

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