Recibir el amor de Dios nos transforma de tal forma que deseamos compartir ese amor con los demás. Son muchas las oportunidades que se nos presentan cada día para amar, ayudar y animar a nuestros hermanos en la fe y a las personas que nos rodean. Medita en los siguientes versículos y pídele a Dios que te ayude a llevar su amor dondequiera que vas.
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad.
(1 Juan 3:17-18)
¿Tienes el amor de Dios en tu corazón? ¿Tu vida ha sido transformada gracias al infinito amor de Dios? Muestra ese amor cuidando y ayudando a los que tienen necesidad. No te guardes el amor de Dios solo para ti: comparte generosamente con los que están a tu alrededor el gran amor de Dios y los recursos que él te ha dado.
Las multitudes le preguntaban diciendo: Pues, ¿qué haremos?
11 Respondiendo les decía:
—El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene comida haga lo mismo.
(Lucas 3:10-11)
Por lo cual, anímense los unos a los otros y edifíquense los unos a los otros, así como ya lo hacen.
(1 Tesalonicenses 5:11)
Si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía.
(Isaías 58:10)
¿Quieres impactar el mundo de forma positiva? Dios nos llama a amar de forma práctica en su nombre. Permite que el amor de Dios te guíe y empieza a transformar tu comunidad con pequeños actos de bondad. Alimenta al hambriento, ayuda al necesitado, lleva la luz de Cristo. ¡Vence la oscuridad de este mundo con la luz del amor de Dios!
Finalmente, sean todos de un mismo sentir: compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos y humildes.
(1 Pedro 3:8)
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
(1 Juan 4:7-8)
El verdadero amor proviene de Dios, porque Dios es amor. ¿Quieres ver a Dios moverse en tu familia y en todo tu entorno? ¡Ama activa y libremente con el amor que Dios te da!
Sobre todo, tengan entre ustedes un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados.
(1 Pedro 4:8)
Ustedes han oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen; de modo que sean hijos de su Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
(Mateo 5:43-45)
Dios nos llama a extender su amor a todos, sean nuestros amigos o enemigos. Esto es algo que va contra nuestra naturaleza humana y solo lo podemos lograr cuando nos llenamos completamente del Espíritu de Dios, permitiendo que él nos transforme más a su imagen. Llénate hoy más de Dios y comienza a amar como él ama.
Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
(Juan 15:12)
En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.
(Juan 13:35)
Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí”. Entonces los justos le responderán diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?”. Y respondiendo el Rey les dirá: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”.
(Mateo 25:35-40)
Todo lo que haces en el nombre del Señor para ayudar a los necesitados, permite que el amor de Dios fluya. Para Dios, es como si llevaras alimento o cuidaras del mismo Jesús y cada acción bondadosa en su nombre será recompensada. Muestra el amor de Dios siempre que tengas una oportunidad, permite que Dios te use para ayudar y animar a otros.
Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo.
(Efesios 4:32)
La religión pura e incontaminada delante de Dios y Padre es esta: cuidar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo.
(Santiago 1:27)
No deban a nadie nada salvo el amarse unos a otros, porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley.
(Romanos 13:8)
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación.
(Romanos 15:2)
Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que han demostrado por su nombre, porque han atendido a los santos y lo siguen haciendo.
(Hebreos 6:10)
Sobrelleven los unos las cargas de los otros y de esta manera cumplirán la ley de Cristo.
(Gálatas 6:2)
Permanezca el amor fraternal. No se olviden de la hospitalidad porque por esta algunos hospedaron ángeles sin saberlo. Acuérdense de los presos como si ustedes estuvieran en cadenas junto con ellos; y de los afligidos, puesto que también ustedes están en el cuerpo.
(Hebreos 13:1-3)
Dios quiere alcanzar a todos con su amor radical y tú puedes ser instrumento de amor en sus manos. Son muchas las formas en las que puedes ayudar a otros y mostrar el amor de Dios. Puedes abrir tu casa, puedes visitar a los presos, puedes escuchar a los que están afligidos. Pídele a Dios la forma en la que desea que muestres su amor en este día.
No niegues un bien a quien es debido,
teniendo poder para hacerlo.
(Proverbios 3:27)
No hagan nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimen humildemente a los demás como superiores a ustedes mismos.
(Filipenses 2:3)
Por tanto —como escogidos de Dios, santos y amados— vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia; soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor los perdonó, así también háganlo ustedes. Pero sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Cristo gobierne en su corazón, pues a ella fueron llamados en un solo cuerpo, y sean agradecidos.
(Colosenses 3:12-15)
Vendan sus bienes y den ofrendas de misericordia. Háganse bolsas que no se envejecen; un tesoro inagotable en los cielos donde no se acerca el ladrón ni la polilla destruye. Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.
(Lucas 12:33-34)
Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
(Gálatas 6:10)
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él y, al verle, fue movido a misericordia. Acercándose a él, vendó sus heridas echándoles aceite y vino. Y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él.
(Lucas 10:33-34)
Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10)
Hermanos míos, si alguno dice que tiene fe y no tiene obras, ¿de qué sirve? ¿Puede acaso su fe salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria, y alguno de ustedes les dice: “Vayan en paz, caliéntense y sáciense” pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.
(Santiago 2:14-17)
No se olviden de hacer el bien y de compartir lo que tienen porque tales sacrificios agradan a Dios.
(Hebreos 13:16)
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