7 pecados capitales en la Biblia


Equipo de Bibliaon
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Los pecados capitales son, según la enseñanza de la fe católica, siete inclinaciones naturales del ser humano que pueden llevarlo a caer en otros pecados. En el siglo sexto el papa Gregorio oficializó la primera lista de siete, compuesta por la soberbia, la envidia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza.

El término "capital" no se refiere a lo grave de estos pecados, sino a que muchas veces nos llevan a cometer otros. La Biblia no da un listado de pecados capitales, aunque sí nos habla de estos siete y nos anima a vencerlos.

1. Soberbia (orgullo)

Aunque el SEÑOR es sublime, mira al humilde;
pero al altivo lo reconoce de lejos.
(Salmo 138:6)

Quien es soberbio u orgulloso tiene una estima y amor indebidos por sí mismo. La soberbia consiste en una apreciación descontrolada del valor propio y una búsqueda intensa de atención y honor. La Biblia deja claro que a Dios no le agrada el orgullo y nos advierte que su fruto es la destrucción. La soberbia destruye amistades, familias y destruye nuestra dependencia de Dios.

Nuestra actitud debe ser de humildad y de aprecio a los que nos rodean, buscando seguir el ejemplo de Jesús.

2. Envidia

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas.
(Santiago 3:16)

La envidia es un deseo desordenado de poseer lo que otros tienen. Consiste en una gran tristeza o pesar ante el bien de los demás y alegría frente a sus contratiempos.

La envida trae disensión y discordia. Muchas veces somos tentados por la envidia al ver a otros triunfar o ser reconocidos y sentirnos ignorados. Ahí comienza a plantarse la semilla de la envidia y los celos. Necesitamos estar alertas y firmes en el Señor para no ceder ni caer en su trampa.

3. Avaricia

Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.
(1 Timoteo 6:8-10)

La avaricia es el deseo excesivo por obtener bienes materiales y riquezas, estando dispuesto, de ser necesario, a usar medios ilícitos para conseguirlos.

Dios nos provee todo lo que necesitamos, debemos estar satisfechos con su provisión. La avaricia crece cuando sacamos a Dios del trono de nuestro corazón y colocamos la insatisfacción y el deseo de tener más. Vencemos la avaricia dando gracias por la provisión de Dios. Debemos confiar que su provisión es y siempre será suficiente, estar contentos y ser agradecidos.

4. Ira

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere
(Santiago 1:19-20).

La ira es el sentimiento de gran enojo que nos lleva a comportarnos de manera cruel y violenta. La causa puede ser real o aparente, pero el sentimiento es tan fuerte que muchas veces nubla la razón e impide diferenciar.

La Biblia no nos prohíbe enojarnos. El enojo es una emoción buena en circunstancias tales como la injusticia, el abuso o la opresión, impulsándonos a contribuir para evitar que esa situación continúe. Lo que la Biblia sí prohíbe es dejar que el enojo se convierta en ira destructiva e irracional. Al hacerlo damos cabida al diablo y pasamos a pecar.

Cuando la ira toma el control perdemos de vista la presencia de Dios y olvidamos que podemos confiar en él.

5. Lujuria

Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el inmoral sexual peca contra su propio cuerpo. ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en ustedes, el cual tienen de Dios, y que no son de ustedes? Pues han sido comprados por precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo.
(1 Corintios 6:18-20)

La lujuria es el deseo desmedido de los placeres carnales que conduce a la inmoralidad sexual. Busca satisfacer el deseo sexual de forma impulsiva y desordenada.

Cuando Jesús entra en nuestros corazones, transforma la forma en la que vemos todo, incluido nuestro cuerpo. Nos damos cuenta de que nuestro cuerpo le pertenece, ya que él nos creó. Su propósito para nosotros es que le glorifiquemos en todas nuestras acciones, palabras y pensamientos, con todo nuestro ser.

Dios nos ayuda a tratar con respeto nuestro cuerpo y el de los demás, y a vencer los pensamientos impropios que no le glorifican.

6. Gula

Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza.
(Proverbios 23:19-21)

La gula es glotonería, un apetito descontrolado por la comida y la bebida. No tiene en cuenta los límites económicos ni el daño que pueda causar a la salud o a las relaciones interpersonales.

Algunos piensan que para mostrar su valor deben comer con abundancia en restaurantes exclusivos y beber bebidas costosas. Otros intentan saciar sus necesidades emocionales o reparar el daño que han causado a sus seres queridos comiendo y bebiendo. Esto no es bueno ni agrada a Dios.

La gula afecta nuestra salud, nuestras finanzas, nuestra relación con Dios y con los demás. Nos enfoca en comer o en beber en lugar de buscar resolver nuestros conflictos y problemas con la sabiduría a Dios. Si nos llenamos de Dios y vemos nuestros problemas o nuestra apariencia como él los ve, nos refugiaremos en él y no en la comida o la bebida.

7. Pereza

Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
(Romanos 12:11)

La pereza es una afición desequilibrada al descanso y al ocio, que lleva al descuido de los deberes para con Dios, consigo mismo y con la sociedad. El perezoso se aparta de los demás física y emocionalmente, pues solo desea su propio descanso y bienestar.

Dios nos ha dado a todos habilidades, dones que debemos usar para trabajar, para sostenernos a nosotros y a nuestras familias y aportar a la sociedad. Dios pone deseos en nuestro corazón y nos da las herramientas para cumplirlos. Debemos ser diligentes en descubrir y usar esas habilidades que él nos ha dado. Es una forma de agradecer y mostrar aprecio a Dios por su diseño en nosotros.

Imagen ilustrativa de los siete pecados capitales

La victoria sobre el pecado

El pecado nos separa de Dios e impide que sus propósitos se cumplan en nosotros. Todos tenemos luchas. Sea con uno de estos siete pecados o cualquier otro, a menudo batallamos contra nuestra naturaleza pecaminosa. Pero Dios nos ha dado las herramientas para vencer el pecado. Podemos acercarnos a Dios en oración, con actitud humilde y de arrepentimiento. Dios nunca rechaza un corazón que reconoce que ha fallado. El Salmo 51:17 dice «Tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido».

Y así es. Cuando venimos en humildad ante él, Dios nos recibe, nos perdona y nos restaura. Nos llena de su Espíritu Santo y nos ayuda a vivir en santidad mostrando su amor, reflejando la victoria sobre nuestros pecados y el gozo de ser guiados por él.

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.
(Gálatas 5:24-25)

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