Padre, Hijo y Espíritu Santo (explicación bíblica de la Santísima Trinidad)


Cuando hablamos de la Santísima Trinidad, hablamos de Dios, tal como lo conocemos los cristianos. Siendo un solo Dios, él se manifiesta o se da a conocer de tres formas: como Dios Padre, Dios Hijo (Jesús) y Dios Espíritu Santo. Los tres son enteramente Dios, pero cada uno de ellos tiene características propias.

Siendo Dios, tanto el Padre como el Hijo y el Espíritu Santo son eternos, omnipotentes y tienen todos los atributos de Dios. Uno no existe sin el otro, porque son completamente uno. Es un concepto difícil de entender con nuestra mente humana, y son muchas las analogías que se han usado al intentar explicarlo.

La palabra trinidad no aparece en la Biblia. Sin embargo, la Biblia sí enseña el concepto de que Dios, aun siendo uno solo, se nos revela o da a conocer como tres personas diferentes. Cada una de esas tres personas tiene un rol específico en la vida de los cristianos y respecto a toda la humanidad.

Dios Padre

Todo tiene su origen en Dios Padre, él es el Creador de absolutamente todo lo que ha existido, existe y existirá en el universo. Dios es eterno, ha sido, es y será por toda la eternidad. Él es el motor que impulsa todo y el cerebro detrás de cada suceso, porque es soberano.

De su corazón lleno de amor por la humanidad, surgió la idea de encarnarse, para darnos la oportunidad de recibir su perdón eterno y la salvación de nuestras almas. Eso significa que, la venida de Jesús al mundo, fue idea de Dios Padre.

Dios Hijo, Jesús

Jesús es Dios encarnado, la manifestación visible de Dios y el camino al Padre (Juan 14:6). Dios Padre decidió enviar a Jesús a la tierra, para relacionarse con nosotros de una manera más comprensible. Él decidió venir como Jesús hombre, con una misión especial, como prueba inequívoca del amor de Dios, para reconciliarnos con él.

Con el pecado, se creó una separación eterna entre Dios y el ser humano. Por un tiempo, la sangre derramada con los sacrificios de animales ofreció un tipo de limpieza o perdón temporal. Cuando Jesús derramó su sangre en la cruz por cada ser humano, ofreció el sacrificio perfecto y por medio de él somos perdonados eternamente.

Dios Espíritu Santo

El Espíritu Santo es la presencia de Dios en nosotros, el mover de Dios en nuestras vidas. Es el Consolador que acompaña a los hijos de Dios en medio de sus luchas diarias (Juan 14:16-17).

Es el Espíritu de verdad. Nos ayuda a vivir de forma agradable a Dios y a tomar las decisiones correctas que nos acercan a Dios y a su voluntad para nosotros. El Espíritu Santo mora en el corazón de los que aman a Dios. Está con ellos en medio de cualquier situación, dando dirección y paz en medio de cada circunstancia.

Versículos bíblicos que hablan sobre la Trinidad

La Trinidad actuó como una unidad en el momento de la creación. En Génesis 1:26, vemos a Dios hablando en plural: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza».

Tal como la Trinidad trabajó en unión al crear, así mismo obra en nuestros corazones. Dios Padre revela su amor por nosotros a través de Jesús y una vez abrimos nuestro corazón a él, nos llena con su Espíritu Santo.

Luego dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes y sobre todos los animales que se arrastran por el suelo».
27 Y Dios creó al ser humano a su imagen;
lo creó a imagen de Dios;
hombre y mujer los creó.
(Génesis 1:26-27)

Dios se ha revelado desde el principio como el Dios trino.

Acérquense a mí y escuchen esto. Desde un principio no he hablado en secreto; yo estaba allí desde que esto se hizo realidad, y ahora el Señor y su espíritu me han enviado.
(Isaías 48:16)

El momento del bautismo de Jesús es el momento en el que vemos la Trinidad actuando de forma más clara. Jesús siendo bautizado, Dios Padre hablando y afirmando al Hijo, y el Espíritu Santo postrándose sobre Jesús en forma de paloma.

Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. 17 Y una voz desde el cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
(Mateo 3:16-17)

Los hijos de Dios tenemos una misión encomendada por Jesús. Hemos sido enviados a llevar su mensaje a todas las naciones, hacer discípulos y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
(Mateo 28:19)

Los primeros cristianos hablaban y enseñaban sobre la Trinidad, tal como vemos en el siguiente versículo escrito por el apóstol Pedro.

...según el propósito de Dios Padre y mediante la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser limpiados con su sangre. Que la gracia y la paz les sean multiplicadas.
(1 Pedro 1:2)

Frecuentemente, en los saludos y despedidas de las cartas apostólicas en el Nuevo Testamento, encontramos la mención de la Trinidad al bendecir a los hermanos.

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.
(2 Corintios 13:14)

Jesús mismo, al hablar con sus discípulos, se refirió al Padre y al Espíritu Santo, afirmando así la doctrina de la Trinidad.


Y yo pediré al Padre y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: 17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.
(Juan 14:16-17)

Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que he dicho.
(Juan 14:26)

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