En el Libro de los Salmos encontramos muchas peticiones de protección a Dios ante el peligro. Pero el salmista no se limitó a pedir, sino que expresó también su confianza en el poder protector de Dios. Usemos las siguientes citas de los Salmos para fortalecer nuestra fe y para afianzar nuestra confianza en Dios. ¡Él es nuestro protector!
Salmo 121: El Señor es tu protector
El SEÑOR es tu protector;
el SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día
ni la luna de noche.
El SEÑOR te guardará de todo mal;
él guardará tu vida.
El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
(Salmo 121:5-8)
Salmo 91: Al abrigo del Altísimo
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso.
Diré yo al SEÑOR:
“¡Refugio mío y castillo mío,
mi Dios en quien confío!”.
Porque él te librará
de la trampa del cazador
y de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
y debajo de sus alas te refugiarás;
escudo y defensa es su verdad.
(Salmo 91:1-4)
Salmo 140: El Señor te guarda
Guárdame, oh SEÑOR, de manos del impío;
protégeme del hombre violento,
quienes han planeado trastornar mis pasos.
Dije al SEÑOR: “¡Tú eres mi Dios!”. Escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.
Oh Dios, oh SEÑOR, fortaleza
de mi salvación,
tú cubres mi cabeza en el día
de la batalla.
Oh SEÑOR, no concedas al impío sus deseos;
ni saques adelante sus planes,
no sea que se enorgullezca.
(Salmo 140:4 y 6-8)
Salmo 27: No tienes que temer
El SEÑOR es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?
Cuando se acercaron a mí
los malhechores,
mis adversarios y mis enemigos para devorar mis carnes,
tropezaron y cayeron.
Aunque acampe un ejército contra mí,
mi corazón no temerá.
Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
Una cosa he pedido al SEÑOR; esta buscaré:
que more yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del SEÑOR
y para inquirir en su templo.
Porque en su enramada me esconderá en el día del mal;
me ocultará en lo reservado de
su tabernáculo;
me pondrá en alto sobre una roca.
(Salmo 27:1-5)
Salmo 116: El Señor escucha tus ruegos
Amo al SEÑOR,
pues ha escuchado mi voz
y mis súplicas,
porque ha inclinado a mí su oído. Por tanto, le invocaré todos mis días.
Me rodearon las ataduras
de la muerte;
me encontraron las angustias del Seol. En angustia y en dolor me encontraba.
Entonces invoqué el nombre del SEÑOR
diciendo: “¡Libra, oh SEÑOR,
mi vida!”.
Clemente y justo es el SEÑOR;
sí, misericordioso es nuestro Dios.
El SEÑOR guarda a los ingenuos;
estaba yo postrado, y él me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo porque el SEÑOR te ha favorecido.
Porque tú has librado
mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas
y mis pies de la caída.
Andaré delante del SEÑOR
en la tierra de los vivientes.
(Salmo 116:1-9)
Salmo 23: El Señor es tu pastor
El SEÑOR es mi pastor;
nada me faltará.
En prados de tiernos pastos
me hace descansar.
Junto a aguas tranquilas me conduce.
Confortará mi alma
y me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra
de muerte
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo.
Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento.
Preparas mesa delante de mí
en presencia de mis adversarios. Unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del SEÑOR
moraré por días sin fin.
(Salmo 23)
Salmo 46: Dios es tu amparo y fortaleza
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por eso no temeremos aunque la tierra tiemble,
aunque los montes se derrumben
en el corazón del mar,
aunque sus aguas rujan y echen
espuma,
y se estremezcan los montes por su braveza. Selah
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios;
el santuario, morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella;
no será movida.
Dios la ayudará al clarear la mañana.
Las naciones se conmocionan,
se tambalean los reinos.
Él emite su voz, y se derrite la tierra.
El SEÑOR de los Ejércitos está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Selah
Vengan y vean los hechos del SEÑOR, quien ha causado desolaciones en
la tierra.
Hasta los confines de la tierra hace cesar las guerras;
quiebra el arco, rompe la lanza
y quema los carros en el fuego.
“Estén quietos y reconozcan que
yo soy Dios.
Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.
El SEÑOR de los Ejércitos
está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Selah
(Salmo 46)
Salmo 18: El Señor es tu roca y tu libertador
¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!
Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. Me libró de mi enemigo poderoso, y de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.
(Salmo 18:1-3, 4-6 y 16-19)
Salmo 31: Puedes refugiarte en Dios
En ti, oh SEÑOR, me he refugiado;
no sea yo avergonzado jamás. Líbrame en tu justicia.
Inclina a mí tu oído; líbrame pronto.
Sé tú mi roca fuerte,
mi fortaleza para salvarme.
Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, por amor de tu nombre me guiarás
y me encaminarás.
Sácame de la red que han
escondido para mí
porque tú eres mi fortaleza.
En tus manos encomiendo mi espíritu;
tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
(Salmo 31:1-5)
Salmo 25: Los que confían en Dios no serán avergonzados
A ti, oh SEÑOR,
levantaré mi alma.
¡Dios mío, en ti confío!
No sea yo avergonzado.
No triunfen sobre mí mis enemigos.
Ciertamente ninguno de los que confían en ti será avergonzado.
Serán avergonzados los que se
rebelan sin causa.
Muéstrame, oh SEÑOR, tus caminos; enséñame tus sendas.
Encamíname en tu verdad
y enséñame
porque tú eres el Dios de
mi salvación.
En ti he esperado todo el día.
Acuérdate, oh SEÑOR,
de tu compasión y de tu misericordia que son perpetuas.
(Salmo 25:1-6)
Salmo 34: El Señor escucha tu clamor y te libra de tus angustias
Este pobre clamó, y el SEÑOR
le escuchó
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel del SEÑOR acampa en derredor de los que le temen,
y los libra.
Prueben y vean que el SEÑOR
es bueno.
¡Bienaventurado el hombre que se
refugia en él!
Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, porque nada falta a los que le temen.
Los leones tienen necesidades
y sufren hambre,
pero los que buscan al SEÑOR
no tendrán falta de ningún bien.
Los ojos del SEÑOR están
sobre los justos;
sus oídos están atentos a su clamor.
El rostro del SEÑOR está
contra los que hacen mal
para cortar de la tierra su memoria.
Clamaron los justos,
y el SEÑOR los oyó;
los libró de todas sus angustias.
(Salmo 34:6-10 y 15-17)
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