Este Salmo de David se enfoca en la omnisciencia y la omnipresencia de Dios. David reflexiona y expresa su asombro ante esos atributos divinos. Primero, la extensión infinita del conocimiento de Dios o su omnisciencia. Dios sabe y conoce todo. Segundo, David habla sobre la capacidad de Dios para estar en todos los lugares a la misma vez, su omnipresencia. El Salmo está escrito en forma de oración.
Dios te conoce completamente
Señor, tú me examinas, tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
aun a la distancia me lees el pensamiento.
Mis trajines y descansos los conoces;
todos mis caminos te son familiares.
No me llega aún la palabra a la lengua
cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
(Salmo 139:1-4)
David comienza su oración reconociendo que Dios lo sabe todo sobre todas las personas y lo que sucede en sus vidas. Él aplicó ese descubrimiento a su propia vida reconociendo que Dios lo examinaba y lo conocía de un modo muy profundo y especial.
Lo mismo sucede contigo: no hay nada sobre ti o sobre tu vida que Dios no sepa. Él conoce tus palabras y tus acciones. También conoce tus pensamientos más secretos, tus anhelos más profundos y hasta aquello que todavía no has pensado ni hablado. ¡Así de inmenso es su conocimiento sobre ti!
Dios conoce tu presente, tu pasado y tu futuro. Él sabe qué es lo que te motiva en cada situación porque él examina lo más profundo de tu corazón. Aun cuando tú no entiendes por qué te comportas de un modo u otro, Dios sí entiende. Su conocimiento sobre tu vida es mucho más amplio que el que tú mismo jamás podrás tener.
El Señor te protege
Tu protección me envuelve por completo;
me cubres con la palma de tu mano.
Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión;
tan sublime es que no puedo entenderlo.
(Salmo 139:5-6)
David continuó hablando sobre la protección que Dios le daba. Él se asombró al meditar sobre el amor paternal y el cuidado de Dios en su vida.
Tal como sucedía con David, no hay ninguna parte de tu ser que pueda escapar a la protección de Dios. Él te cubre completamente y tiene su mano puesta sobre ti. Esa es la imagen de un Padre amoroso que abraza, cuida y protege a su hijo amado en medio de cualquier situación. El salmista David experimentó esa protección de Dios desde su niñez y a lo largo de su vida. Fueron muchos los enemigos que intentaron hacerle daño, pero Dios lo protegió y lo guardó del mal.
Esa es la forma en la que Dios te protege a ti y a todos sus hijos. Puede que te preguntes cómo es posible que de entre tantas personas que hay ahora mismo en el mundo Dios todavía se digne en mirarte y cuidarte. ¡Así de grande es su amor por ti! No dejes de asombrarte ante la protección amorosa de tu Padre celestial. Vive cada día agradecido a él y reconoce su poder protector sobre tu vida.
Dios está siempre contigo
¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
también estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!
Y, si dijera: «Que me oculten las tinieblas;
que la luz se haga noche en torno mío»,
ni las tinieblas serían oscuras para ti,
y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
(Salmo 139:7-12)
David se dio cuenta de que no había ningún lugar en todo el universo en el que no estuviera la presencia de Dios. Dios lo cubre todo y es imposible huir de él. No hay ninguna persona ni ninguna cosa escondida o lejos de su alcance porque Dios es omnipresente.
Este debería ser un pensamiento de paz para los hijos de Dios: no hay ningún sitio donde puedan escapar o esconderse de la presencia de Dios. Desde Adán y Eva (Génesis 3:10) hasta el día de hoy, son muchos los que han intentado esconderse de Dios, pero es imposible. Él lo ve todo, lo sabe todo y está por doquier.
El Señor está contigo, te acompaña en todo momento y en todas partes. Aun en medio de la oscuridad física o espiritual, él está a tu lado. Aférrate al Señor y recibe la paz que emana de su compañía en medio de cualquier situación.
Eres creación maravillosa de Dios
Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos
cuando en lo más recóndito era yo formado,
cuando en lo más profundo de la tierra
era yo entretejido.
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación:
todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando,
aunque no existía uno solo de ellos.
(Salmo 139:13-16)
David habla sobre cuán profundamente Dios conoce a cada ser humano desde el mismo momento de su concepción. De hecho, Dios le dio suficiente conocimiento a David para entender que es Dios quien forma cuidadosamente todas las partes del cuerpo de cada persona. Esto quiere decir que, aun antes de que otros supieran sobre nuestra existencia, ya Dios nos conocía y estaba obrando en nosotros, formándonos. Así de especiales somos para él.
¿Alabas a Dios porque eres una creación admirable, tal como lo hizo David? Piensa en todas las características que te hacen único. Ese fue el plan de Dios para ti. En un mundo en el que se nos intenta convencer de que la belleza o la perfección es lo que importa, ¡cuánta sanidad traen estos versículos! Dios te hizo tal como eres y eres su obra maravillosa. Él te hizo con un propósito especial. Aprecia el diseño de Dios en ti y en las demás personas.
Los pensamientos del Señor
¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!
¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
Si me propusiera contarlos,
sumarían más que los granos de arena.
Y, si terminara de hacerlo,
aún estaría a tu lado.
(Salmo 139:17-18)
David reconoce que aun cuando Dios conoce los pensamientos de toda la humanidad, los seres humanos nunca llegaremos a entender la extensión y la magnitud de sus pensamientos. Los pensamientos de Dios son preciosos porque son siempre de bien para sus hijos.
También son incontables, como la arena del mar. Pero Dios no solo piensa en nosotros: él se mantiene a nuestro lado, nos acompaña y está dispuesto a ayudarnos en todo momento y en medio de cualquier circunstancia. David sabía muy bien que Dios nunca lo iba a abandonar. Tú también puedes tener esa seguridad: el Señor está y estará siempre contigo.
Puedes llevar a Dios tus sentimientos y frustraciones
Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos!
¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria,
esos que con malicia te difaman
y que en vano se rebelan contra ti!
¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian,
y abomino a los que te rechazan?
El odio que les tengo es un odio implacable;
¡los cuento entre mis enemigos!
(Salmo 139:19-22)
El tono de estos versículos es totalmente diferente al de los anteriores. David estaba frustrado ante la maldad de los impíos y la forma en la que hablaban sobre Dios y llevó esa frustración ante él. David veía personas que odiaban y rechazaban a Dios y eso indignaba su corazón.
Lo interesante es observar la confianza que David tenía con Dios. Él sabía que podía llevar sus emociones y sus frustraciones al Señor. Dios ya conoce nuestras emociones, sin embargo, a él le gusta que seamos sinceros, que compartamos nuestras cargas con él. No tenemos que disfrazar nuestras emociones ante Dios, se las podemos llevar y pedirle que nos ayude a manejarlas como a él le agrada.
Petición al Señor
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón;
ponme a prueba y sondea mis pensamientos.
Fíjate si voy por mal camino,
y guíame por el camino eterno.
(Salmo 139:23-24)
Aquí David termina su oración con una petición muy especial: pidiéndole a Dios que examine su corazón y sus pensamientos. Él sabía que también era pecador, que era un hombre imperfecto y que necesitaba la ayuda de Dios para vivir en rectitud. También sabía que Dios lo conocía en lo más íntimo de su ser, mucho mejor de lo que él mismo se conocía.
David quería agradar a Dios y le pidió su ayuda para poder andar en el camino recto, agradándole en todo. Su anhelo era vivir siempre en obediencia a Dios para así alegrar su corazón.
¿Quieres tú vivir conforme a la voluntad de Dios y agradarle en todo? Ve ante el Padre en oración para pedirle que te examine y te muestre lo que debes mejorar, cambiar o dejar. Dios desea ayudarte para que andes en su camino recto y para que actúes siempre de acuerdo con sus mandamientos. ¡Hay paz en la obediencia al Padre!
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