El Salmo 126 es un cántico de gratitud, un salmo en reconocimiento de las obras del Señor. Una generación esclavizada fue liberada por el Señor de los ejércitos. Esa maravillosa liberación motivó el gozo y una gran cantidad de elogios.
¿Cómo te sentirías si estuvieras cautivo y fueras liberado? Seguro que te sentirías feliz y agradecido, ¿no? Este Salmo retrata ese sentimiento de alegría y gratitud al Dios poderoso que logró la liberación del pueblo de Israel. A continuación, puedes leer el Salmo 126 completo:
Cuando el SEÑOR restauró
de la cautividad a Sion
nos parecía que soñábamos.
Entonces nuestra boca se llenó de risa;
y nuestra lengua, de cantos de alegría. Entonces decían entre las naciones: “Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con estos”.
¡Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros!
Estamos alegres.
Restáuranos, oh SEÑOR, de la cautividad como los arroyos en el Néguev.
Los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán.
El que va llorando,
llevando la bolsa de semilla,
volverá con regocijo
trayendo sus gavillas.
(Salmo 126)
El pueblo de Israel se desvió de los caminos de Dios. Eso trajo como resultado su esclavitud y deportación a Babilonia. Allí fueron subyugados durante un período de 70 años. La desobediencia a Dios los llevó a la esclavitud, pero la misericordia de Dios los liberó.
Podemos dividir el Salmo 126 en tres partes: la primera parte, el recuerdo y la salida del pueblo de Israel del cautiverio babilónico. La segunda parte ofrece el reconocimiento y agradecimiento a Dios por sus grandes hazañas. Y la tercera parte, es un grito de exaltación.
Al igual que el pueblo de Israel, cuando vivíamos lejos de Cristo éramos esclavos del pecado. No podíamos ejercer nuestra libertad, ya que estábamos atrapados en viejos hábitos que nos separaban de Dios.
Después de encontrar la salvación en Cristo, nos sentimos libres para ejercer nuestra libertad. Lo que antes nos aprisionaba ya no tiene la capacidad para humillarnos. Todos los que nos conocieron en el pasado, reconocen hoy el cambio que Jesús ha hecho en nosotros. La sangre de Jesús nos justificó y nuestra boca se llena de sonrisas llenas de agradecimiento.
Salmo 126:1 - ¡Libres!
Cuando el SEÑOR restauró
de la cautividad a Sion
nos parecía que soñábamos.
(Salmo 126:1)
Imagina cómo te sentirías al regresar a tu tierra natal después de largo tiempo. Para muchos en cautiverio en Babilonia esto parecía algo imposible, pero Dios lo logró. El sueño se hizo realidad.
Dios logró lo inimaginable para su pueblo. Después de haber sufrido las consecuencias de alejarse de Dios, el Señor fue misericordioso y se acordó de su pueblo.
Salmo 126:2 - Nuestra boca se llenó de risa
Entonces nuestra boca se llenó de risa;
y nuestra lengua, de cantos de alegría. Entonces decían entre las naciones: “Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con estos”.
(Salmo 126:2)
No se puede ocultar la alegría de la libertad. Tampoco se puede ocultar la alegría al aceptar a Jesús como nuestro salvador y libertador. El salmista dice que es un gozo que todos ven y reconocen. De igual manera, las personas logran ver y reconocer las obras de Dios en nuestras vidas.
Salmo 126:3 - Dios ha hecho grandes cosas
¡Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros!
Estamos alegres.
(Salmo 126:3)
La gratitud a Dios es la razón de nuestra alegría. ¿Cuántas cosas ha hecho Dios por ti? Seguro que muchas. ¡Las hizo, las hace y hará aún más de lo que imaginas! Agradamos a Dios cuando reconocemos sus obras y le expresamos nuestro agradecimiento. La gratitud es una forma de amar y exaltar a Dios.
Salmo 126:4 - Restáuranos, Señor
Restáuranos, oh SEÑOR, de la cautividad como los arroyos en el Néguev.
(Salmo 126:4)
En este versículo el salmista clama a Dios por transformación. Asocia de forma poética su deseo de renovación con la forma en la que se llena el cauce del río. Así debe ser también nuestro clamor a Dios para expresar el deseo de ser llenos del Espíritu Santo. ¡Ven Señor, llénanos!
Salmo 126:5 - Los que siembran con lágrimas
Los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán.
(Salmo 126:5)
Aun cuando hay dificultades y llanto, si sembramos en el lugar correcto, llegará el momento en el que tendremos una cosecha que alegrará nuestro corazón. Muchas veces es difícil hacer la voluntad de Dios. Requiere abnegación y perseverancia, pero en el momento oportuno, los humillados serán exaltados.
Salmo 126:6 - Lágrimas hoy, sonrisas mañana
El que va llorando,
llevando la bolsa de semilla,
volverá con regocijo
trayendo sus gavillas.
(Salmo 126:6)
Continúa sembrando y moviéndote en la voluntad de Dios para tu vida. No sembramos las semillas en vano ni las arrojamos a tierra estéril. El que siembra la semilla de la Palabra de Dios en buena tierra, cosechará abundantemente.
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