Reflexión sobre la confianza en Dios


Confiar en Dios es tener la seguridad de que él no nos fallará. A todos nos llegan tiempos difíciles e inciertos. ¡Es parte de la vida! ¿Cuál es nuestra respuesta ante ellos? ¿Seguimos confiando en nuestro Padre Dios o nos dejamos llevar por la tristeza, la ansiedad y la desesperación?

Confiando en Dios en medio de las pruebas

Puede que pensemos que una vez tomada la decisión de seguir a Jesús, ya está todo resuelto. Y sí, hasta cierto punto, así es. Ya está resuelto lo más importante: nuestro destino eterno. ¡Sabemos que pasaremos la eternidad con Jesús! Pero mientras tanto, seguimos aquí en la Tierra y la vida aquí está llena de retos. Es en medio de ellos que nuestra fe es probada. Nos corresponde decidir si mantenemos nuestra fe firme, apoyada en Dios o si nos damos por vencidos.

¿Cómo podemos seguir confiando en Dios en medio de nuestras luchas?

Acércate a Dios y mantente firme

Cuando pasamos tiempo con Dios y hablamos con él cada día, recibimos descanso y paz en nuestra alma. Acércate a él y llévale tus cargas. Pero decide también ir ante su presencia para escuchar su voz y recibir su abrazo amoroso y consolador. Deléitate en el Señor, no permitas que los problemas opaquen tu visión espiritual.

Esa relación diaria con Dios en medio de cualquier situación te ayudará a seguir adelante y fortalecerá tu confianza en el Señor. No le des la espalda a Dios. Ve ante él, siente su presencia y su cuidado y verás cómo crece tu confianza. Mientras mejor conozcas a Dios, más fuerte será tu confianza en él.

Lee y memoriza la Palabra

En la Palabra de Dios encontrarás ánimo, paz y fortaleza. No menosprecies el poder de la Palabra de Dios. Hebreos 4:12 dice lo siguiente:

«Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón».
(Hebreos 4:12)

Toma tiempo para leer y para memorizar la Biblia. Permite que penetre en tu corazón, que te ayude a ver la perspectiva de Dios en medio de la situación que estás pasando. Su Palabra te dará claridad y calmará tus temores. Sobre todas las cosas, recibirás ánimo y te ayudará a recordar que, aunque a veces no lo veamos, Dios está siempre obrando. ¡Él no se olvida de ti!

Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza. (Salmo 27:3)

Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
(Salmo 27:3)

Salmo 27: confianza en la protección de Dios

Recuerda lo que el Señor ya ha hecho por ti

Con seguridad recuerdas otros momentos difíciles de tu vida en los que viste a Dios obrar. Recuerda esos momentos y agradece a Dios por su intervención en medio de esas situaciones. Confía en que él volverá a obrar y a intervenir en tu situación presente.

Muchas veces, con el tiempo, podemos ver y entender mejor por qué Dios actuó de la forma en la que lo hizo y en el momento en que lo hizo. Recordar esos detalles nos ayuda a esperar con mayor confianza y fortaleza. Lo que puede parecer lento desde nuestra perspectiva humana, para Dios es el tiempo perfecto. Isaías 55:8-9 dice:

Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!
(Isaías 55:8-9)

¡Aprende a esperar en el Señor! Y mientras esperas, recuerda su fidelidad y su cuidado para contigo a través de los años.

¡Confía! Versículos para fortalecer tu confianza en Dios

Piensa en los beneficios de confiar en Dios

Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
(Jeremías 17:7-8)

Hay bendiciones para los que confían en el Señor. Cuando confiamos en Dios somos como ese árbol bien plantado que tiene sus raíces firmes junto a la corriente del agua, su fuente de vida. Sin agua, el árbol morirá, no podrá soportar el calor y se secará. De la misma manera, nosotros estamos muertos espiritualmente si no tenemos nuestras raíces espirituales plantadas en Dios. ¡Dios es nuestra fuente de vida!

Estando firme en Dios, podrás hacer frente a las pruebas de la vida. Su agua -el fluir de su Espíritu Santo en ti- traerá el alivio necesario en el momento preciso, puedes estar seguro de eso. Dios no abandona a sus hijos. Él te sostiene de la mano, te aconseja y te guiará en su voluntad hasta el fin de tus días aquí en la Tierra (Salmo 73:23-24). ¿Cómo no vas a confiar en él?

Algún día, cuando mires atrás y recuerdes las dificultades de este momento, te darás cuenta de que mantenerte firme confiando en Dios, te hizo más fuerte. Reconocerás que escuchar a Dios y hacer lo que él te indicó te llevó por el camino correcto. Tu fe saldrá fortalecida.

Confiar en Dios implica valentía. Se ha de tener valor para dejar las cosas en las manos de Dios, sabiendo que él obrará y que nos mostrará lo que es correcto. Al confiar en Dios, no nos precipitamos, sino que esperamos su dirección. Tomamos tiempo para escuchar su voz, para leer su Palabra, nos acercamos a él y recordamos lo que ha hecho por nosotros.

Elijamos confiar en Dios cada día y en medio de cualquier situación. Él ha sido fiel y seguirá siendo fiel, no lo dudemos.