Es maravilloso pensar que el Dios todopoderoso nos ama y se alegra de que le sirvamos. Él acepta nuestro servicio como ofrenda fragrante y se deleita al vernos crecer en él, siguiendo el ejemplo de servicio que nos dejó Jesús.
Dios merece nuestro servicio, pero, ¿cuáles son las razones por las que debemos servirle a él? Veamos algunas.
1. Es nuestro Creador y merece que le sirvamos
Dios creó todo y a todos, a los seres humanos y todo lo que hay en este mundo. Gracias a él estamos aquí y tenemos todo lo que tenemos. Le debemos a él nuestra vida, así que servirle parece ser la respuesta correcta.
El servicio a Dios es voluntario. Debe brotar de un corazón lleno de gratitud y asombro ante la grandeza del Creador y el infinito amor que él tiene por nosotros. Servimos a Dios no solo con nuestro trabajo en la obra, sino con todo lo que hacemos cada día, buscando agradarle y descubriendo oportunidades para compartir su amor con los demás.
2. Servir a Dios nos ayuda a entender quiénes somos y para qué fuimos creados
Cuando servimos a Dios, desarrollamos un conocimiento más amplio de quién es él y quiénes somos nosotros. Él es nuestro Padre que cuida de nosotros y nosotros respondemos a ese cuidado con gratitud, alegría y amor. Él es nuestro proveedor, nuestro Salvador, nuestro Rey. Al reconocer su grandeza, crece nuestro deseo de servirle y de vivir para él.
Dios nos creó para que tengamos relación con él. Él desea ser nuestro amigo, darnos su amor y cuidar de nosotros. Nuestro servicio al Padre abre la puerta para que él derrame más bendiciones sobre nosotros, pues mientras lo servimos, estrechamos todavía más nuestros lazos de amor y nuestra amistad con él.
3. Mientras servimos a Dios, bendecimos a los que nos rodean
Servimos a Dios cuando servimos a los demás. En su Palabra, Dios nos llama a amar a los demás y a tratarlos como nos gusta que nos traten. Ese trato amable y compasivo a nuestro prójimo, glorifica a Dios.
También, cuando decidimos vivir para el Señor, todas nuestras acciones son hechas como ofrenda a él. Si hacemos todo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, lo haremos todo con excelencia, con dedicación y con amor. Esto traerá bendición a nuestra familia, nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos y hasta a nosotros mismos.
4. Usamos nuestros dones cuando servimos a Dios
Dios nos ha dado a todos por lo menos un don que podemos usar para servirle a él y ayudar en la edificación de la iglesia. Ese don o regalo que Dios nos ha dado, es algo que nos hace sentir felices, con propósito.
Puede ser que te guste ayudar a otros o acompañarlos cuando están pasando por un momento difícil. Puede ser que te guste cantar o preparar comida para los enfermos. O tal vez, te encanta enseñar a otros o te gusta organizar espacios. Sea cual sea tu don, Dios te lo concedió como un regalo que puedes usar para servirle a él y a todos los que te rodean. Usa tus dones para la gloria de Dios.
5. Desarrollamos nuestra humildad cuando servimos a Dios y a los demás
Servir a Dios y a los demás requiere un grado de humildad. Cuando servimos a Dios, hacemos algo para agradarle, reconociendo que él merece lo que le estamos ofreciendo. Por ejemplo, servimos a Dios con nuestra adoración, nuestra alabanza y usando los recursos que él nos da para extender su reino.
Cuando ayudamos a otros que están enfermos o le llevamos una pequeña compra a alguien que está desempleado, estamos sirviendo a esa persona mostrándole el amor de Dios. Servir a Dios y a otros nos hace salir de nuestra comodidad. Nos lleva a enfocarnos en Dios y en las demás personas, dejando de lado nuestros propios deseos o necesidades. Por eso podemos decir que servir nos ayuda a desarrollar nuestra humildad.
6. Servir a Dios nos mantiene enfocados en Dios y cerca de él
Una de las grandes ventajas del servicio a Dios es el hecho de que nos lleva a preguntar con frecuencia, "Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué quieres que haga en este día?". En lugar de enfocarnos en nuestros propios deseos, comenzamos a conversar con Dios sobre lo que debemos hacer con nuestro tiempo, nuestros dones y nuestros recursos.
Al anhelar la dirección de Dios para poder servirle de forma más efectiva, nos acercamos más a él. Hablamos con él en oración con más frecuencia, leemos más la Biblia buscando su voluntad. El servicio a Dios trae crecimiento espiritual, pues nos lleva a buscar la voluntad de Dios en lugar de hacer lo que se nos antoja.
7. Hay recompensa para los que sirven a Dios
Todo lo que hacemos como servicio a Dios y a los demás, recibirá recompensa, aunque lo hagamos de forma desinteresada. De hecho, nuestro enfoque debe estar puesto en Dios y en los demás, no en la recompensa que recibiremos. Mateo 25:31-40 es un buen pasaje para reflexionar sobre el servicio a Dios y a los demás.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
(Mateo 5:34-36)
Toda obra de servicio a los demás, es un acto de servicio que hacemos para Dios. Y cada una de esas acciones será recompensada en la eternidad. Busquemos oportunidades para servir a Dios y a los demás de todo corazón.
Sirve a Dios de corazón cada día de tu vida: