El bautismo es un paso de suma importancia en la vida de cada creyente en Cristo. Al bautizarnos, estamos dando testimonio público de nuestra decisión personal de seguir a Jesús por el resto de nuestra vida y de vivir para él en obediencia a sus mandatos.
Por eso, podemos decir que el bautismo es un símbolo exterior y público de una experiencia interior muy profunda que transforma todo nuestro ser. El bautismo no es opcional, es algo que Jesús dijo que debíamos hacer como creyentes en él.
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo 28:19-20)
Una persona puede ser bautizada desde el mismo momento en el que se arrepiente de sus pecados ante el Señor, tal como vemos que hacían los primeros cristianos.
Pedro les dijo: Arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.
(Hechos 2:38-39)
Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas.
(Hechos 2:41)
El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.
(Marcos 16:16)
Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús.
(Juan 3:5)
Lo que significa el bautismo
La palabra bautismo viene del griego "baptein," que significa inmersión o sumergir. Ese verbo se usaba entre los griegos al hablar sobre teñir sus vestidos, lo cual implicaba sumergir completamente la tela para que absorbiera el tinte por todos los lados.
Por lo tanto, cuando una persona se bautiza, todo su cuerpo debe quedar sumergido en el agua. Un ejemplo bíblico es el bautismo de Jesús, relatado en los Evangelios (ver Mateo 3:13-17, Marcos 1:9-11, Lucas 3:21-23 y Juan 1:29-34).
Al sumergirnos en las aguas expresamos nuestra unión con Jesús en su muerte. Al subir de las aguas y levantarnos, simbolizamos la victoria de la resurrección y la nueva vida con Jesús.
Fueron sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también fueron resucitados juntamente con él por medio de la fe en el poder de Dios que lo levantó de entre los muertos.
(Colosenses 2:12)
Al bautizarnos, declaramos que Jesús es nuestro Señor, que él es quien reina en nuestras vidas y que estamos unidos a él por toda la eternidad.
¿Ignoran que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Pues, por el bautismo fuimos sepultados juntamente con él en la muerte para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
(Romanos 6:3-4)
Por lo tanto, el bautismo simboliza el morir a nuestros propios deseos, declarando la victoria sobre nuestros pecados conseguida a través de la muerte de Jesús. Nuestra nueva vida reflejará a Cristo.
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.
(Gálatas 3:26-27)
Abierto a todos
El único requisito bíblico para que una persona sea bautizada es creer en el Señor Jesucristo. Encontramos un ejemplo en la conversación que tuvo Pedro con Cornelio, el centurión justo y temeroso de Dios, y sus familiares (Hechos 10:32-48). Mientras Pedro les explicaba el mensaje de salvación por medio de Jesús, el Espíritu Santo fue derramado sobre todos. ¿Cuál fue la reacción de Pedro? ¡Los bautizó!
¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? Y les mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.
(Hechos 10:47-48a)
Otro buen ejemplo lo encontramos en Hechos 8:26-39 con Felipe y el eunuco etíope. Tan pronto Felipe le explicó al etíope el significado de la muerte de Jesús y su poder redentor, el etíope creyó y pidió ser bautizado.
Mientras iban por el camino, llegaron a donde había agua, y el eunuco dijo: He aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?
Y mandó parar el carro. Felipe y el eunuco descendieron ambos al agua, y él le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Y el eunuco no le vio más, pues seguía su camino gozoso.
(Hechos 8:36-39)
Felipe lo bautizó de inmediato y el etíope comenzó su vida con Cristo lleno de gozo.
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