Se conoce como el arrebatamiento o el rapto al momento en el cual Dios levantará a su Iglesia y la sacará de la tierra. Los que hayan muerto en Cristo resucitarán y los seguidores de Jesús que aún estén vivos serán quitados de la tierra. Desde ese instante, la Iglesia estará con Dios por la eternidad.
En el Evangelio de Juan leemos unas palabras que Jesús dijo a sus discípulos. Esto sucedió justo antes de su muerte y resurrección. Jesús les dijo que no debían estar tristes porque, aunque él se iba físicamente, volvería. Él iba a preparar un lugar para ellos, pero regresaría a buscarlos para llevarlos allí donde pasarían la eternidad con él:
No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.
(Juan 14:1-3)
Vemos que Jesús no se refiere a su resurrección, sino al momento en que regresaría a buscarlos, a ellos y a todos los que le hayan recibido como Señor y Salvador hasta ese día. Por eso habló de muchas viviendas. Les aseguró que volvería a buscar a su Iglesia, a todos sus hijos. Jesús los animó con esa esperanza y certeza. ¡Él volverá a buscar a los suyos!
Veamos otras referencias bíblicas relacionadas con este suceso que llamamos el rapto o el arrebatamiento de la Iglesia.
Versículos relevantes:
1 Tesalonicenses 4:16-17
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.
(1 Tesalonicenses 4:16-17)
En estos versículos Pablo anima a los creyentes de Tesalónica hablándoles sobre el fin de los tiempos. Dentro de la iglesia había algunos que preguntaban qué pasaría con los creyentes que murieran antes de que Jesús regresara a buscar a su Iglesia.
Pablo les habla sobre tres cosas que sucederán una detrás de la otra durante el fin. Primero, Jesús descenderá y se anunciará su venida. Apocalipsis 1:7 dice que «todos lo verán con sus propios ojos». Segundo, los muertos en Cristo resucitarán. Y en tercer lugar, los hijos de Dios que aún estén vivos serán arrebatados y se reunirán con el Señor en el aire.
Vemos, pues, que la iglesia primitiva ya tenía la seguridad de que Jesús vendría a buscar (a arrebatar) a su pueblo y vivían esperando ese momento. Sabían que no importaba si estaban muertos o vivos cuando esto sucediera. Si habían rendido sus vidas a Jesús aceptándolo como Salvador, pasarían la eternidad con él.
Mateo 24:30-31
La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo.
(Mateo 24:30-31)
El capítulo 24 de Mateo menciona diferentes señales sobre el fin del mundo. Jesús sabía que se acercaba al fin de su vida terrenal. Por eso tomó tiempo para explicar a sus discípulos lo que acontecería al final de los tiempos. Sobre todas las cosas, Jesús deseaba exhortarles a prepararse para ese momento. Él les animó asegurándoles que él regresaría a buscar a sus escogidos.
Jesús volverá con «poder y gran gloria», victorioso. Una vez más vemos que será un momento imponente con sonido de trompeta, ángeles y la reunión de sus elegidos «de un extremo al otro del cielo». En Daniel 7:13 encontramos una profecía sobre ese momento. Daniel tuvo una visión en la que «alguien con aspecto humano venía entre las nubes del cielo» y Jesús confirmó a sus discípulos que así sucederá. ¡Él regresará!
1 Corintios 15:51-52
Fíjense bien en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados.
(1 Corintios 15:51-52)
Pablo animó a la iglesia en Corinto hablándoles sobre un misterio, algo que ellos no habían escuchado hasta entonces. Les habló sobre esa transformación maravillosa por la que pasaremos los hijos de Dios cuando Jesús regrese a buscar a su pueblo. Esto sucederá de repente, «en un instante, en un abrir y cerrar de ojos».
Les aseguró que cuando suene la trompeta final, los que ya hayan muerto resucitarán con cuerpos incorruptibles. Los hijos de Dios que todavía estén vivos serán transformados inmediatamente, no permanecerán igual.
En 1 Corintios 15:44 b, dice que «si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual». Solo conocemos nuestro cuerpo físico o natural. No sabemos cómo será nuestro cuerpo espiritual, pero sí sabemos que cuando seamos transformados, nuestro cuerpo será diferente del que tenemos hoy.
Filipenses 3:20-21
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
(Filipenses 3:20-21)
Pablo enfatizó la importancia de tener la perspectiva correcta en la vida. Nuestra ciudadanía real no está en la tierra sino en el cielo y nuestra vida debe reflejar esa verdad. Nuestro mayor anhelo debe ser vivir para Jesús, agradándole en todo. Al mismo tiempo, debemos esperar con ansias su regreso.
El mundo físico en que vivimos terminará sin ninguna duda. Dios transformará nuestros cuerpos y tendremos cuerpos gloriosos, algo difícil de imaginar. Entonces, todo lo que existe quedará sometido bajo el poder incomparable de nuestro Señor. No hay nada ni nadie más grande ni más fuerte que él. En ese momento maravilloso nos daremos cuenta de lo enorme de su grandeza y de su poder.
1 Juan 3:2
Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.
(1 Juan 3:2)
Nuestra identidad es esta: ¡somos hijos de Dios! No lo dudemos. Si hemos recibido a Jesús como Salvador y Rey de nuestros corazones, esa es nuestra identidad. Como hijos de Dios que somos experimentaremos grandes cosas aquí en la tierra y por la eternidad.
Sin embargo, mientras estemos en nuestros cuerpos terrenales, todavía no se manifestará todo lo que somos en realidad. Pero cuando Cristo venga y experimentemos todo lo que él ya ha preparado para nosotros, entenderemos muchas cosas. Lo veremos tal como él es y todo lo anterior, lo terrenal, perderá su atractivo y su importancia.
¿Cuándo ocurrirá el rapto?
La realidad es que la Biblia deja claro que solo Dios Padre sabe cuándo será.
Pero, en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.
(Mateo 24:36)
Debemos entender que somos seres humanos y Dios no tiene por qué explicarnos todo con lujo de detalles. Él nos ha dicho en su Palabra lo que necesitamos saber y eso nos debe bastar.
Sabemos que Jesús volverá para buscar a su Iglesia y, por lo tanto, necesitamos estar preparados. ¿Cómo lo hacemos? Asegurándonos de que hemos puesto nuestra fe en Jesús, recibiéndolo como Salvador y Señor.
Que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.
(Romanos 10:9-10)
El rapto y la segunda venida de Jesús
La mayoría de los cristianos cree y está consciente de que la Biblia habla sobre el fin de los tiempos. Pero al ser algo profético, hay símbolos y muchas cosas difíciles de comprender en su totalidad con nuestras mentes finitas.
Es por esta razón que, aun dentro del pueblo cristiano, hay una variedad de interpretaciones sobre cómo ocurrirán los eventos del fin y en cuál orden. Por ejemplo, ¿cuándo ocurrirá el rapto de la Iglesia? ¿Será antes, durante o después de la gran tribulación? ¿Es lo mismo que la segunda venida de Jesús o es un evento diferente?
Cuando la Biblia habla sobre la segunda venida de Jesús, se refiere al momento en el cual él regresará a la tierra para juzgar a todas las naciones y reinar por la eternidad. Todo ojo, todo el mundo verá cuando esto acontezca, no será un evento secreto.
Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
(Mateo 24:27)
Sabemos que ambas cosas sucederán, lo dice la Biblia. Jesús vendrá a buscar a los suyos para llevarlos a vivir con él por la eternidad. Jesús también regresará como Rey y Juez a establecer su reino eterno.
En esa visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano venía entre las nubes del cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, y se le dio autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!
(Daniel 7:13-14)
Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada. Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor.
(Mateo 24:40-42)
Solo Dios sabe con total certeza cómo sucederá esto, si serán eventos simultáneos o no. Pero lo que realmente importa es que estemos seguros de que nuestras vidas le pertenecen a Dios porque hemos recibido a Jesús como Salvador. Debemos vivir llenos de su Espíritu Santo, permitiéndole que nos guíe siempre para que vivamos de acuerdo con su voluntad.
La seguridad de los hijos de Dios es que en Cristo tenemos vida eterna. ¡Pasaremos nuestra eternidad con él! ¡Gloria sea al Señor!
Ya no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus siervos lo adorarán; lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
(Apocalipsis 22:3-5)
Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad.
(Apocalipsis 22:14)
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