Parábola de los tesoros en el cielo (con explicación)


En la corta, pero importante parábola de los tesoros en el cielo, Jesús nos habla sobre la importancia de no enfocarnos en acumular riquezas materiales, ya que esas no durarán. Los tesoros que debemos acumular son los del cielo, pues esos son eternos. Debemos invertir más en lo que durará por la eternidad.

Acumular tesoros en el cielo no es complicado. Lo hacemos al usar nuestro tiempo, talentos y recursos en lo que durará por la eternidad. Por ejemplo, compartir el mensaje de salvación en Jesús con los que nos rodean y usar nuestro dinero para bendecir a los necesitados en el nombre del Señor, son formas prácticas de acumular tesoros en el cielo.

La parábola de los tesoros en el cielo

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
(Mateo 6:19-21)

Explicación de la parábola de los tesoros en el cielo

El énfasis de la parábola está en acumular tesoros en el cielo. ¿Cómo lo hacemos? Primero, teniendo una relación personal con Dios, aceptando su salvación por medio de Jesucristo. ¡Ese es el mayor tesoro que jamás podremos tener! Luego, usando los recursos que él nos da para alcanzar a otros para su reino y bendecir a otras personas.

Lo que Dios nos provee no nos pertenece. Él nos permite usarlo y administrarlo para su gloria. El deseo de Dios es que usemos los recursos que él nos da para extender su reino dondequiera que vamos. Lo terrenal, terminará. Pero lo espiritual permanecerá por toda la eternidad.

Enseñanzas sobre el dinero que encontramos en la parábola de los tesoros en el cielo

1. Lo terrenal es pasajero

Podemos perder lo material en cualquier momento. ¡Son tantas las cosas que pueden suceder! Un terremoto, inundaciones, la caída de la economía mundial... No tenemos control real sobre lo que podría arrebatar nuestras posesiones sin aviso. Por más que cuidemos o protejamos nuestra ropa, nuestros hogares y todo lo que tenemos, con el pasar del tiempo se dañarán o depreciarán su valor.

¡Grande será nuestra desilusión si ponemos nuestra esperanza en lo terrenal! Todo lo que vemos con los ojos físicos es efímero, pasajero. ¿Por qué esforzarnos tanto en acumular cosas terrenales? Es más sabio usar e invertir nuestros recursos en lo que realmente permanecerá: lo espiritual.

2. Lo celestial permanecerá

Los tesoros que acumulemos en el cielo son los que permanecerán por la eternidad. ¿Cómo acumulamos esos tesoros? Primero, con contentamiento. Nuestro corazón necesita estar en paz con la provisión y dirección de Dios, estar feliz y satisfecho con su voluntad en cada área de la vida. Un corazón contento alaba y agradece a Dios en medio de cualquier circunstancia.

Luego, debemos ser muy sabios al usar todo lo que Dios nos da. Nuestra motivación principal debe ser extender su reino y su amor a nuestro alrededor. Logramos esto, por ejemplo, cuando alimentamos a los que tienen hambre o cuando compramos uniformes o libros para ayudar a niños que, de otra forma, no tendrían lo necesario para ir a la escuela.

Todo lo que hacemos con amor en el nombre de Jesús trae beneficio espiritual, eterno a nuestras vidas, a nuestro entorno y contribuye a la extensión de su reino. Necesitamos experimentar un cambio de perspectiva, ver el potencial eterno de nuestros recursos financieros. Por eso debemos fijar nuestros ojos en Jesús y permitirle que nos guíe en su voluntad.

3. Debemos elegir

Cada uno necesita elegir quién o qué ocupará el trono de su corazón, a qué o a quién dará su lealtad. Si consideramos las riquezas como nuestro mayor tesoro, nuestros esfuerzos mayores en la vida los dedicaremos a tener más cosas y disfrutarlas al máximo.

Por otro lado, si damos más valor a nuestra relación con Dios y buscamos tener tesoros en el cielo, usaremos nuestras fuerzas y nuestros recursos para hacer lo que nos acerque más a Dios, a su voluntad y a sus propósitos. Nuestra confianza en Dios será tal, que no nos costará usar nuestros recursos conforme a lo que él nos diga.

Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. (Mateo 6:21)

Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
(Mateo 6:21)

No está mal tener posesiones, pero no debemos poner nuestra esperanza en ellas. El trono de nuestro corazón debe ocuparlo solo Dios. Nuestro anhelo debe ser hacer su voluntad en todo, usando todo lo que tenemos para su gloria. La Biblia no prohíbe las riquezas, pero sí da instrucciones específicas a los que las tienen.

A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
(1 Timoteo 6:17)

Nuestra esperanza debe estar puesta solo en Jesús, nuestro Señor y Salvador. Demos gracias a Dios cada día por su provisión y usemos todo lo que él nos provee para honrarle y glorificarle.

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