La parábola del joven rico (con explicación)


Equipo de Bibliaon
Equipo de Bibliaon
Creado y revisado por nuestros editores

La parábola del joven rico, que encontramos en Marcos 10:17-31, habla sobre un joven que buscaba la vida eterna y le preguntó a Jesús cómo lograrla. Jesús le aconsejó que vendiera sus bienes, diera el dinero a los pobres y lo siguiera. El joven se entristeció porque era muy rico. Como no estaba dispuesto a hacerlo, se fue.

La parábola destaca la dificultad de los ricos, o los que se aferran a sus posesiones, para entrar en el reino de los cielos. Enfatiza la importancia de estar dispuesto a desprenderse de los bienes materiales en favor de la fe en Dios y el amor a él. Veamos el relato en el Evangelio de Marcos:

El joven rico

Al salir él para seguir su camino, llegó uno corriendo y, arrodillándose delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.”
Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.
(Marcos 10:17-27)

Explicación de la parábola

La parábola del joven rico comienza con un joven que tenía muchas posesiones acercándose a Jesús. El joven le preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la vida eterna. Como respuesta, Jesús le recordó los mandamientos de Dios, como por ejemplo, "no matar" y "no robar". El joven le dijo que había guardado esos mandamientos desde que era muy joven.

Jesús lo miró con amor porque sabía que el joven se daba cuenta de que faltaba algo en su vida. En ese momento Jesús le hizo un pedido especial al joven. Le dijo que debía vender todas sus posesiones, dar el dinero a los pobres y seguirlo. En realidad, Jesús le dio la oportunidad al joven de mostrar si estaba dispuesto a renunciar a sus riquezas y seguir a Dios de todo corazón.

Sin embargo, el joven rico se puso triste porque tenía muchas cosas valiosas y no quería desprenderse de ellas. Amaba a sus riquezas más que a Dios. Y así se fue, triste, perdiendo la oportunidad de encontrar la vida eterna.

La lección de la parábola del joven rico es que a veces las cosas materiales pueden alejarnos de Dios. Es importante recordar que Dios debe ser nuestra principal prioridad en la vida. Debemos estar dispuestos a renunciar a cualquier cosa que nos impida seguirlo.

Esto no significa que cada uno deba vender todo lo que tiene, no es eso. Pero sí debemos estar dispuestos a priorizar a Dios en nuestras vidas por encima de todo, incluidas las riquezas materiales.

La parábola del joven rico nos recuerda que la vida eterna y el gozo en Dios son más importantes que las riquezas terrenales. Debemos buscar a Dios con todo nuestro corazón y estar dispuestos a seguirlo, sin importar a qué debamos renunciar. Esto nos llevará a la vida verdaderamente abundante.

Lee también:

Equipo de Bibliaon
Equipo de Bibliaon
El Equipo Editorial de Bibliaon está compuesto por cristianos maduros, con varios años de experiencia en la enseñanza de la Biblia y la escritura, y un compromiso genuino con Jesús y la Palabra de Dios.