La parábola de los talentos (explicación y significado)


La parábola de los talentos, o parábola de las diez minas, nos recuerda que todos hemos recibido dones o capacidades para contribuir en esta vida sirviendo a Dios y a las personas. Lo que hagamos con el talento recibido tendrá efectos futuros, cuando Dios examine qué hemos hecho con lo que él nos ha dado.

Jesús contó esta historia y encontramos el texto bíblico en Mateo 25:14-30 y en Lucas 19:11-27. Un hombre rico entregó a sus tres siervos diferentes cantidades de talentos, según sus capacidades. Los dos primeros sirvientes invirtieron el valor y duplicaron sus ganancias, mientras que el tercer sirviente simplemente enterró el talento para protegerlo.

Cuando el hombre rico regresó, se alegró al ver lo que habían hecho los dos primeros siervos. Pero condenó al tercero, pues él desperdició su oportunidad enterrando el talento que había recibido. El mensaje central de la parábola es que Dios nos da dones y talentos únicos y espera que los usemos para su gloria, de acuerdo con su voluntad y propósito.

Explicación de la parábola

En esta parábola que Jesús contó, un hombre rico confió su dinero a 3 de sus sirvientes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno. Vale la pena señalar que el Señor dio "a cada uno según su capacidad" (Mateo 25:15).

¿Cuánto vale un talento?
El primer siervo recibió 5 talentos, unos 175 kilos de oro. El segundo recibió 2 talentos, 70 kilos y el tercero recibió 1 talento, unos 35 kilos de oro. Un kilogramo de oro equivale aproximadamente a 300 mil reales. Haz las cuentas, ¡este hombre era realmente rico!

Después de un tiempo, el amo regresó a casa y pidió cuentas a sus sirvientes. El primer siervo mostró cómo había invertido sus 5 talentos y ganado otros 5. El segundo siervo también invirtió y duplicó sus 2 talentos. Por esto recibieron elogios de su señor y fueron recompensados. Pero el tercer siervo se quedó con solo 1 talento. ¿Por qué?

Enterró el dinero por miedo a su amo. Decidió que la opción más segura era no tocar el dinero. El hombre rico se enojó mucho y le dijo que hubiera sido mejor haber invertido el dinero en el banco, y luego recibirlo con intereses. El siervo fue arrojado a las tinieblas y se dio su talento al hombre que tenía 10.

Esta parábola es un ejemplo de lo que significa servir con amor y de lo que significa servir por miedo. Cuando servimos por miedo, ocultamos los dones que hemos recibido y perdemos la oportunidad de agradar al Señor. Él nos confió dones y talentos según nuestra capacidad. Nuestro Dios es amor y debemos servirle reciprocando lo que hemos recibido.

¿Cuál es el significado de esta parábola?

La parábola de los talentos muestra que debemos trabajar con diligencia y responsabilidad, invirtiendo bien la vida y los dones que Dios nos ha dado. Algún día, todos tendremos que dar cuentas a Jesús, cuando él regrese.

Cristo nos ha dado a cada uno una misión, un talento según nuestra capacidad. Para cumplir esa misión, él nos da recursos, como dones, bienes materiales o conocimientos. Invertir talentos significa que debemos desarrollar estas habilidades para el reino de Dios.

Hay una variedad de talentos. Los que tienen mucha capacidad tienen mucha responsabilidad, porque Dios mismo les confió esos dones. Quien tiene poco también tiene las aptitudes para desarrollar lo que ha recibido. ¡Todos podemos y debemos crecer!

¿Qué quiere decir "enterrar un talento"?

Ocultar el don o talento se considera un descuido importante al no tratar bien algo tan valioso dado por el Señor. Es precisamente menospreciar y hacer mal uso de lo que Dios nos ha confiado.

Tenemos aptitudes, capacidades y competencias únicas de diversa índole, además, de los recursos materiales, económicos e intelectuales y el tiempo precioso que Dios regala a cada uno. En todo esto debemos ser intencionales, hacer todo lo posible para glorificar a Aquel que nos da vida, salud, recursos, inteligencia, habilidades, sabiduría, etc.

No hay excusas para no utilizar los dones y talentos personales que tenemos en esta vida para exaltar a Dios y bendecir a las personas. Si estamos fallando en esto, no podemos salir inocentes a sabiendas.

Los dos primeros sirvientes aceptaron el desafío y sus esfuerzos fueron recompensados. Cuando confiamos en Dios y pretendemos hacer su voluntad, él nos ayuda a cumplir nuestra misión. Y un día, en la resurrección, recibiremos nuestra recompensa.

El tercer siervo tuvo miedo. Realmente no amaba a su maestro y desperdició la oportunidad de multiplicar su talento. Muchas personas desperdician sus recursos y dones sin responder al llamado de Dios. Esto muestra que tu corazón no está enfocado en Dios. Lamentablemente, el abandono trae malas consecuencias.

El tamaño del éxito no es lo más importante para Dios, sino cómo cuidamos lo que recibimos de él. Tanto el siervo con 10 talentos como el siervo con 4 recibieron la misma recompensa. Si el siervo que recibió un talento hubiera tenido el mismo celo que los otros dos, también habría recibido doble porción, ya que el amo tenía muchos recursos.

La parábola de los talentos en la Biblia

Encontramos la parábola de los talentos (o de las monedas de oro) tanto en Mateo 25:14-30 como en Lucas 19:11-27, donde el pasaje también es conocido como la parábola de las minas, conteniendo particularidades entre ellos.

La parábola de los talentos
El reino de los cielos será también como un hombre que, al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. 15 A uno le dio cinco mil monedas; a otro, dos mil y a otro, mil. Dio a cada uno según su capacidad. Luego se fue de viaje. 16 El que había recibido las cinco mil fue enseguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil. 17 Así mismo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. 18 Pero el que había recibido mil fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19 »Después de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. 20 El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil”. 21 Su señor respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”. 22 Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil”. 23 Su señor respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”.
24 »Después llegó el que había recibido mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. 25 Así que tuve miedo y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo”. 26 Pero su señor respondió: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? 27 Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses”.
28 »Después ordenó: “Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. 29 Porque a todo el que tiene se le dará más y tendrá en abundancia. Al que no tiene hasta lo que tiene se le quitará. 30 Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”.
(Mateo 25:14-30)

La parábola de las diez minas
Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento. 12 Así que les dijo: «Un hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar. 13 Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero. Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva”. 14 Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a este por rey”.
15 »A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado. 16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, su dinero ha producido diez veces más”. 17 “¡Hiciste bien, siervo bueno! —respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades”. 18 Se presentó el segundo y dijo: “Señor, su dinero ha producido cinco veces más”. 19 El rey respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades”.
20 »Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo. 21 Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró”. 22 El rey contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré? 23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?”. 24 Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más”. 25 “Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!”. 26 El rey contestó: “Les aseguro que a todo el que tiene se le dará más, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. 27 Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí”».
(Lucas 19:11-27)

Todo el oro, la plata y los regalos provienen de Dios. ¡No desperdicies los dones que Dios te ha confiado!

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