Parábola de la moneda perdida (con explicación y contexto)


Equipo de Bibliaon
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La parábola de la dracma perdida, o parábola de la moneda perdida, se encuentra en Lucas 15:8-10.

La parábola de la moneda perdida

"¿O qué mujer, si tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con cuidado la moneda, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido!” Yo les digo a ustedes que el mismo gozo hay delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.".
(Lucas 15:8-10)

Explicación y significado de la parábola de la dracma perdida

Más que buscar significados y símbolos en la parábola, debemos enfocarnos en la lección que Jesús quiere enseñarnos. Cuando Jesús enfatiza la reacción de la mujer al encontrar aquella moneda de plata, nos deja una reflexión sobre el papel de la iglesia cuando un pecador se arrepiente.

Dios se alegra cuando una persona se arrepiente de sus pecados. Y la iglesia de Cristo debe esforzarse en rescatar lo que está perdido y regocijarse cuando un pecador regresa a los brazos del Padre. A través de esa escena de algo cotidiano doméstico, Jesús resumió cómo Dios se preocupa por el ser humano y cuán feliz se siente al rescatarlo.

La parábola de la dracma o moneda perdida apunta a la misión de Cristo: rescatar lo que estaba condenado a muerte eterna. Cuando una persona recibe la salvación por Cristo, hay alegría en el cielo. Por este motivo, también debemos alegrarnos, sabiendo el sacrificio que hizo Jesús para que la humanidad fuera alcanzada.

Esta alegría no es para celebrarse en secreto. Al contrario, así como la mujer celebró con sus amigas, debemos celebrar en comunión como iglesia. Cuando alguien se convierte, nos alegramos y la fe de todos se renueva.

Contexto bíblico e histórico de la parábola

La parábola de la moneda perdida, forma parte de un conjunto de tres parábolas hermanas. Estas tienen como objetivo demostrar el gozo y la satisfacción de Dios al recuperar a los perdidos del mundo.

La primera es la parábola de la oveja perdida, la segunda es la parábola de la dracma perdida y la tercera es la parábola del hijo perdido (o el hijo pródigo).

A través de estas tres parábolas se transmite el siguiente mensaje: Jesús demuestra que Dios se alegra y se preocupa por los perdidos que han sido hallados y por los pecadores que se han arrepentido, mucho más que por aquellos que se consideran justos.

El significado de que la protagonista sea una mujer

En primer lugar, debemos destacar que todos los personajes de esta parábola son mujeres.

La protagonista es una mujer que, al igual que muchas mujeres del tiempo de Jesús, probablemente pasaba la mayor parte del tiempo en su casa. Tras encontrar la moneda perdida, aparecen amigas y vecinas, otras mujeres.

Este detalle es importante porque revela que Jesús se preocupaba por quienes le escuchaban. En estas tres parábolas hermanas, la de la oveja perdida se comunica especialmente con los trabajadores del campo. La de la moneda perdida habla especialmente a las mujeres. Y la del hijo perdido, o hijo pródigo, comunica algo especial a las familias.

El valor de una dracma en la época y en los días actuales

El segundo detalle importante es la moneda llamada dracma. La mayoría de los estudiosos coinciden en que el valor de esta moneda era equivalente a un día de trabajo manual. La moneda era pequeña y estaba hecha de plata.

Muchos se preguntan cuánto valdría una dracma en la actualidad. Esta respuesta no es definitiva, pero la mejor manera de saberlo es tomar el valor del salario mínimo actual y dividirlo por los días trabajados.

Así, por ejemplo, si el salario mínimo actual fuera mil pesos, y los días hábiles de un mes sumaran 23, el pago de un día sería de $43.47.

Cómo eran las casas y qué era una lámpara

La forma en que las casas estaban construidas es importante en esta parábola. El suelo de las casas más pobres solía ser de tierra apisonada, por lo que estaba lleno de polvo y suciedad.

Además, en los sitios arqueológicos actuales, se encuentran muchas monedas antiguas en fisuras del suelo. De esta manera, podemos entender que en las casas de la época era muy fácil perder una moneda y muy difícil encontrarla. La lámpara era una especie de vela. Era un pequeño recipiente que se llenaba con aceite, con una mecha que sobresalía.

La mujer necesitaba utilizar la lámpara para buscar la moneda, incluso durante el día, porque las casas de personas comunes, especialmente las de los pobres, no tenían ventanas. La máxima luz solar que entraba era a través de la puerta o, como mucho, de una pequeña ventana para la ventilación.

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