La caída del muro de Jericó fue un acontecimiento bíblico en el que Dios guio a Israel a derribar esa muralla y conquistar la ciudad.
Dios, en su sabiduría, ordenó que el pueblo marchara alrededor del muro. En el séptimo día, marcharon siete veces, tocaron las trompetas y gritaron, y así cayó el muro de Jericó por el poder de Dios. Esto sucedió porque la fe y la obediencia a su mandato fueron fundamentales para que el poder de Dios se manifestara y concediera la victoria.
Este evento no fue solo una victoria para el pueblo de Israel, sino también una poderosa demostración del cumplimiento de las promesas de Dios y de la importancia de la fe y la obediencia.
Josué fue el líder elegido por Dios para guiar al pueblo de Israel a la tierra prometida después de la muerte de Moisés (Josué 1:1-9). Josué era un hombre de fe y valentía, conocido por su obediencia a Dios.
Antes de convertirse en líder, Josué fue uno de los doce espías enviados por Moisés a explorar Canaán. Solo él y Caleb creyeron que el pueblo de Israel podía conquistar la tierra, pues confiaban plenamente en el poder de Dios (Números 14:6-9).
Jericó era una ciudad con grandes murallas, ubicada en la región de Canaán. Dios prometió a los israelitas esa tierra como herencia (Génesis 17:8). Canaán no era una ciudad, sino una gran región habitada por varios pueblos, como los cananeos. Jericó era solo una de las ciudades dentro de Canaán.
Aunque Jericó no era toda la tierra prometida, su conquista fue un paso importante para que los israelitas comenzaran a tomar posesión de la tierra.
Cómo ocurrió la caída del muro de Jericó
La caída del muro de Jericó ocurrió después de que el pueblo de Israel marchara alrededor de la ciudad durante siete días. Al llegar la última vuelta, tocaron las trompetas y gritaron, haciendo que el muro colapsara y se convirtiera en ruinas por el poder de Dios.
Jericó era conocida por su muro tan alto, considerado impenetrable en aquella época. Las murallas eran una forma en que los habitantes de la ciudad demostraban su fortaleza, representando un gran desafío para Israel. Humanamente hablando, derribar el muro de Jericó parecía imposible.
En Josué 6, Dios dio instrucciones claras para la caída de Jericó. El plan parecía extraño y difícil de entender, pero Josué y el pueblo de Israel siguieron cada detalle con obediencia.
- Marchar alrededor de la ciudad: durante seis días, los israelitas debían marchar alrededor de Jericó una vez al día, en completo silencio, con el arca de la alianza siendo llevada por los sacerdotes y siete sacerdotes tocando trompetas de cuernos de carnero (Josué 6:3-4).
- En el séptimo día: Al llegar el séptimo día debían marchar alrededor de la ciudad siete veces. Después de la séptima vuelta, los sacerdotes debían tocar las trompetas y todo el pueblo debía gritar con fuerza (Josué 6:15-16).
- La caída del muro de Jericó: cuando el pueblo gritó, el muro de Jericó cayó al suelo, permitiendo que los israelitas invadieran y conquistaran la ciudad (Josué 6:20-21).
El muro de Jericó no cayó por el sonido de las trompetas o el grito del pueblo, sino por el poder de Dios en respuesta a la fe y obediencia de los israelitas (Hebreos 11:30). Este evento demostró que la victoria proviene de Dios y no de las habilidades humanas. La caída del muro de Jericó es un recordatorio poderoso de lo que Dios puede hacer por aquellos que confían en él y siguen sus instrucciones.
Así como Josué y el pueblo de Israel enfrentaron un desafío aparentemente imposible y vencieron, también nosotros podemos superar los “muros” en nuestras vidas cuando confiamos en el poder de Dios. Que esta historia inspire nuestra fe y nos motive a obedecer a Dios en todas las circunstancias.
Lecciones que aprendemos con la caída del muro de Jericó
La historia de la caída del muro de Jericó nos enseña a confiar en Dios incluso cuando sus instrucciones parecen inusuales o imposibles. La fe de Josué y del pueblo fue recompensada con una victoria milagrosa.
El cumplimiento exacto de las órdenes de Dios fue esencial para la conquista de Jericó. Esto nos recuerda que obedecer a Dios, incluso en los pequeños detalles, es fundamental para experimentar sus bendiciones (Josué 6:6-7).
¡Dios cumple sus promesas! La conquista de Jericó fue una prueba de que Dios estaba cumpliendo la promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob de dar la tierra prometida al pueblo de Israel.
Esta historia también nos enseña que, incluso ante desafíos gigantescos, debemos confiar en que Dios tiene el poder de hacer que lo imposible suceda. La caída del muro de Jericó no fue resultado del esfuerzo humano, sino del poder de Dios en respuesta a la fe y obediencia de Josué y el pueblo.
Cuando seguimos las orientaciones de Dios con confianza, podemos ver su fidelidad en nuestras vidas y ser testigos de su acción poderosa.
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