Según la Biblia, perdonar es mostrar clemencia y misericordia a quien nos ha ofendido o causado algún mal. Al perdonar, cancelamos la deuda que tenía la otra persona, el ofensor, con nosotros.
La Biblia nos enseña que perdonar es liberador y restaura relaciones rotas. Dios nos pide que perdonemos y al hacerlo, nos beneficiamos, ya que el perdón nos libera del rencor y nos restaura la paz. La Biblia nos manda a perdonar y cuando lo hacemos, recibimos bendición.
El perdón es la base de nuestra relación con Dios, quien perdonó nuestros pecados gratuitamente y nos hizo sus hijos por su clemencia y misericordia. Gracias a su perdón por medio de Jesús, nosotros no tenemos que pagar la deuda por nuestros pecados.
Pablo, en su carta a los efesios, nos exhorta:
Quítense de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad. 32 Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo.
-- Efesios 4:31-32
La Biblia es clara en cuanto a las cosas que debemos sacar de nuestros corazones y aquellas que sí deben estar. El perdón es una de las cosas que debe abundar en nuestras vidas. Si deseamos que Dios nos perdone, nosotros también debemos perdonar: es un mandato.
Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. 15 Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.
-- Mateo 6:14-15
Dios desea que vivamos en amor, que perdonemos a los que nos ofenden. Sin embargo, hay situaciones en las que nos parece imposible perdonar. ¿Cómo podemos perdonar en esas circunstancias?
1. Entrégale tu dolor a Dios y permite que él te transforme
Perdonar no es aceptar o excusar el mal que te ha hecho otra persona. ¡De ninguna manera! Perdonamos para ser libres del rencor. Decidimos seguir adelante sin permitir que otra persona tenga poder sobre nuestras acciones o emociones.
Cuando perdonamos, entregamos a Dios todo nuestro dolor, seguros de que él se encargará de hacer justicia en su momento. Le permitimos a Dios que nos transforme, que nos llene de su Espíritu Santo y seguimos adelante confiando en su bondad.
Nunca digas: «¡Me vengaré de ese daño!» Confía en el Señor, y él actuará por ti.
-- Proverbios 20:22
El pecado siempre trae consecuencias y la persona que nos ha hecho daño tendrá que vivir con las consecuencias de su error. Muchas veces tenemos que decidir apartarnos de esa persona para evitar que nos siga causando dolor. Perdonar no nos obliga a ser amigos o a mantener una relación cercana con la otra persona.
El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
--Proverbios 22:3
Incluso luego de decidir perdonar debemos actuar con prudencia. Debemos orar por la otra persona y pedirle a Dios sabiduría para saber si es el momento de buscar una reconciliación o si es mejor esperar. Muchas veces lo más sabio es esperar hasta que Dios haga su obra transformadora en la otra persona.
2. Toma la iniciativa: sigue el ejemplo de Jesús
Pensamos que no es posible perdonar hasta que nos pidan perdón. Eso no es cierto, podemos hacerlo, aunque el otro no se disculpe. Podemos elegir dar el primer paso (Mateo 5:23-26). Esto quiere decir que escogemos liberarnos del enojo y de la amargura por nuestro bien y en obediencia a Dios. La verdad es que sería terrible si el perdón dependiera del arrepentimiento de la otra persona: hay personas que mueren sin disculparse ni reconocer sus errores.
Dios nos dio el mejor ejemplo. Él tomó la iniciativa al enviar a Jesús aun antes de que nosotros pidiéramos perdón por nuestros pecados. Lo ofendíamos con nuestras acciones y palabras, pero él extendió su mano llena de perdón y esperó pacientemente por nuestro arrepentimiento. De la misma forma nosotros podemos decidir perdonar aun antes de que la otra persona se arrepienta. No podemos controlar lo que hacen los demás, pero sí nuestras acciones y reacciones. ¡Decidamos seguir el ejemplo de nuestro Padre!
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!
-- Efesios 2:4-5
¿Has recibido el perdón de Dios?
3. Permite que Dios te libere de la amargura y del rencor
Seguro que has oído la frase "perdonar y olvidar". Quiere decir que si perdonamos de verdad, olvidamos la ofensa. Esto nos hace sentir culpables porque si somos sinceros, aun después de perdonar, recordamos lo que pasó. Esto es así porque Dios nos ha dado la memoria que sirve, por ejemplo, para protegernos de caer de nuevo en errores pasados o en situaciones peligrosas. Los recuerdos nos ayudan a saber de qué situaciones huir.
Lo que sí sucede cuando nuestro perdón es genuino es que permitimos que Dios sane nuestro corazón y que quite todo dolor, rencor o amargura producto de la ofensa. El deseo de venganza no controla nuestros pensamientos. Aunque sintamos tristeza por lo que sucedió, no hay rencor. Hemos entregado la situación a Dios y seguimos adelante confiando en su justicia, firmes en nuestra fe.
4. Mantente fuerte en el Señor y lleno del Espíritu Santo
Todo lo contrario: perdonar muestra el carácter de Cristo, que él reina en nuestros corazones. Mostramos que la otra persona y sus actitudes no nos controlan. Pedimos a Jesús que nos ayude a ser más como él y vivimos de acuerdo con su voluntad. Algo que vemos en la Biblia (por ejemplo, en la oración del Padre nuestro) es que Dios nos manda a perdonar y a amar a nuestros enemigos si queremos recibir su perdón. Así que perdonamos por obediencia a Dios en lugar de ceder a nuestras emociones.
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.
-- Colosenses 3:12-13
Cuando perdonamos en lugar de buscar venganza, mostramos que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Es con su poder y su amor que vencemos el odio y el rencor.
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
-- 2 Timoteo 1:7
¡Elige perdonar con la ayuda de Dios!
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