El matrimonio, tal como lo presenta la Biblia, es la unión entre un hombre y una mujer que surge cuando deciden pasar el resto de su vida juntos. Esa decisión los lleva a comprometerse y hacer un pacto delante de Dios y de los demás. Al casarse, vivirán juntos, se honrarán, se amarán y se respetarán mientras ambos estén con vida.
La relación matrimonial es una unión santa, especial y bendecida por Dios. Es una unión no solo física y sexual, sino también espiritual. La Biblia habla de dejar la familia anterior para que la pareja viva junta. Pero no es solo vivir bajo el mismo techo: es compartir en la intimidad y llegar a ser una sola carne por medio de las relaciones sexuales.
La idea bíblica del matrimonio es que la pareja permanezca unida por el resto de la vida. Construirán su hogar y tendrán metas compatibles. Se apoyarán, mostrarán su amor el uno por el otro y se ayudarán a crecer como miembros de la sociedad. Con el tiempo, la familia aumentará al llegar los hijos.
Dios mismo instituyó el matrimonio cuando creó a Eva como ayuda idónea para Adán. La idea es que el hombre y la mujer trabajen juntos, se bendigan, se amen y se ayuden en el cumplimiento de sus metas.
Juntos, recibirán y educarán a sus hijos para que sean ciudadanos responsables de la sociedad. Los matrimonios saludables son la base de una sociedad fuerte y productiva.
Por supuesto, el matrimonio también presenta muchos retos. Está compuesto por dos personas diferentes, educadas en ambientes diferentes. El matrimonio puede ser difícil. Por eso, el componente vital para tener un matrimonio fuerte es el espiritual, que ambos amen a Dios de todo corazón y deseen hacer su voluntad.
Esto no quiere decir que no habrá problemas. Sí, los habrá porque los problemas forman parte de la vida. Pero al estar unidos en el Señor, podrán enfrentarlos con más entereza y esperanza, guiados por el Espíritu Santo de Dios.
Importancia del matrimonio
Para Dios, el matrimonio es tan importante, que algunos pasajes bíblicos usan el matrimonio como analogía de la relación entre Dios y su pueblo (ver Jeremías 3 y Oseas 1-3).
En la carta de Pablo a los Efesios, el matrimonio sirve para describir la relación entre Cristo y su Iglesia (ver Efesios 5:22-33).
Versículos bíblicos sobre el matrimonio
¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
(Mateo 19:4-6)
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
(Génesis 1:27-28)
Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada».
(Génesis 2:18)
De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.
(Génesis 2:22-24)
Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
(Efesios 5:28-30)
«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo». Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia. En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.
(Efesios 5:31-33)
Pero al principio de la creación Dios “los hizo hombre y mujer”. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”. Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
(Marcos 10:6-9)
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