Muchas veces tenemos planes, pero sucede algo que los frustra. Nos enfermamos, nos quedamos sin trabajo o alguien que amamos sufre un accidente y debemos cambiar nuestros planes. En esos momentos es difícil entender por qué Dios permite el dolor y el sufrimiento.
Pero Dios sabe la razón por la cual permite que las cosas sean de forma diferente a lo que esperábamos. Su plan para nosotros es bueno y al final, lograremos disfrutar del bien que surgirá, porque sus planes son de bien. ¡Podemos confiar en él!
En Santiago, capítulo cuatro, se nos recuerda que nuestra vida es como la neblina que en un momento aparece y luego se evapora. La realidad es que hoy estamos aquí, pero no sabemos dónde estaremos mañana. Solo Dios sabe con certeza lo que sucederá y por eso, Santiago nos exhorta a poner nuestros planes en las manos de Dios, confiando que, si es su voluntad, podremos cumplirlos.
Dios conoce nuestras luchas, él sabe que en esta tierra, enfrentamos dolor, incertidumbre y lágrimas. Pero en medio de todo, Dios sigue siendo soberano, bondadoso y tiene planes para nosotros. Podemos confiar que sus planes son perfectos y tendrán un fin mucho mejor que los planes nuestros.
La Biblia nos asegura que los pensamientos o planes que Dios tiene para nosotros son buenos y de paz: no debemos tener temor. De hecho, sus planes para nosotros resultarán en nuestro bienestar eterno.
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
(Jeremías 29:11)
Lo mejor de todo es que Dios nos acompaña. Él no hace una lista de planes y luego nos deja solos. ¡No! Él está a nuestro lado, guiándonos, abriendo puertas, aconsejándonos y enderezando nuestros pasos para que sus buenos planes se cumplan y podamos disfrutar el resultado maravilloso de vivir dentro de su voluntad.
La historia inspiradora de José sobre confiar en los planes de Dios
En el Antiguo Testamento hay una historia preciosa que muestra la importancia de confiar en los planes de Dios y en su bondad para nosotros. Es la historia de José. José era hijo de Jacob y tenía 11 hermanos. El papá de José tenía un amor especial por él, porque José fue el primer hijo que Jacob tuvo con Raquel, su esposa más amada.
A los hermanos de José les enojaba que él fuera el preferido del padre y decidieron venderlo como esclavo. En ese momento, la vida de José dio un giro total. José vivió lejos de su familia en medio de una cultura muy diferente a la suya. Pasó por muchas dificultades, pero al final, Dios lo usó poderosamente en Egipto, donde llegó a ser gobernante.
Luego de sufrir rechazo, engaños, dolor y cárcel, entre otras cosas, José disfrutaba nuevamente de tranquilidad y estabilidad en su vida. En ese tiempo, vino una gran hambruna mundial y gracias a la buena planificación de José y a la dirección de Dios, José logró salvar no solo al pueblo de Egipto, sino que a gente de muchas naciones que acudió a él en busca de alimentos.
Entre esas personas, llegaron los hermanos de José. Los mismos que lo habían vendido como esclavo y lo habían hecho sufrir tanto, estaban ante él en necesidad de ayuda. José los reconoció, pero no los rechazó. Él salvó a su propia familia, proveyéndoles alimento en ese momento de gran escasez.
Dificultades enfrentadas por José:
- Vendido como esclavo por sus hermanos.
- Falsamente acusado y encarcelado.
- Lejos de su familia en un país extranjero.
Pero Dios tenía un plan mayor:
José llegó a ser gobernador de Egipto, salvando a su familia y a muchas naciones durante una gran hambruna. Él reconoció la mano de Dios incluso en los momentos más difíciles.
“Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien” (Génesis 50:20a).
Durante toda su vida, José había pasado por muchas dificultades, hasta llegó a estar en la cárcel, debido a un falso testimonio. Sin embargo, José nunca se amargó ni culpó a Dios de sus desdichas. De hecho, él declaró frente a sus hermanos:
Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente.
(Génesis 50:20)
José reconoció que los planes de Dios en su vida habían sido para bien. Su vida no había sido color de rosa. Él pasó por muchos momentos difíciles, pero según vemos en la Biblia, él nunca dudó de la bondad de Dios y confió en su plan para él. Su conocimiento de la naturaleza amorosa, bondadosa y justa de Dios, lo ayudó a seguir adelante en medio de sus momentos más difíciles.
José sabía que los planes de Dios para su vida eran perfectos y lo llevarían a disfrutar del bien. Nosotros también podemos tener esa misma confianza en los planes de Dios, incluso cuando pasamos por pruebas y dificultades, porque Dios no cambia y él es siempre fiel.
Lecciones que podemos aprender
- Los planes de Dios siempre son mejores: Aunque no entendamos todo, Dios trabaja para nuestro bien.
- Confía en su guía: Dios está a tu lado, abriendo puertas y enderezando tus pasos.
- No temas al futuro: Sus planes son de paz y no de maldad, para darnos un propósito eterno.
Los planes que Dios tiene para cada uno de sus hijos son planes buenos que nos ayudarán a vivir el propósito para el cual él nos creó. Aprendamos de José. Confiemos en la soberanía y la bondad de Dios. Afirmemos hoy nuestros corazones, sabiendo que su amor por nosotros es eterno y sus planes para nuestras vidas son y serán buenos por siempre.
Fortalece tu confianza en los planes de Dios para ti: