Lo que la Biblia dice sobre la muerte y el luto


Morir significa el cese de la vida, dejar de existir y de tener conciencia. Cuando una persona es declarada muerta, se pierden los signos vitales y su cuerpo y espíritu se separan. Como dice el versículo en Eclesiastés 12:7, "Entonces el polvo volverá a la tierra, de donde fue tomado, y el espíritu volverá a Dios, que lo dio".

Qué dice la Biblia sobre la muerte

Según la Biblia, la muerte es una consecuencia física debido al pecado original cometido por el hombre. Esa es la razón por la cual morimos: el pecado. Como dice en Romanos 6:23, "la paga del pecado es muerte".

En Génesis 2:16-17 Dios dijo: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

La desobediencia cometida por el hombre nos hizo mortales. Con esto, el pecado tuvo una consecuencia universal y todos los seres humanos están condenados a la muerte física.

Cuando Adán y Eva pecaron, todos pecaron. El apóstol Pablo explica directamente esta condición:

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
(Romanos 5:12)

Esta dura realidad, la muerte física, implica la separación del cuerpo y el espíritu. Según la Biblia, el cuerpo permanece en este plano terrenal - polvo de la tierra - y el alma regresa al Creador.

Ahora, la muerte física no es el fin. Después de la muerte física existen dos posibilidades: la muerte eterna o la vida eterna. Ambas son consecuencias de nuestras elecciones en vida.

Profundiza más el tema con los siguientes versículos sobre la muerte.

Qué dice la Biblia sobre el luto (y cuánto tiempo dura)

Una de las formas en que reaccionamos ante la muerte es pasando por un tiempo de luto. La Biblia habla sobre el período de luto y es un proceso que debe ser respetado.

En el pasaje de Eclesiastés 7:2 se dice que “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.”. Es en el período de luto cuando reflexionamos sobre cosas que realmente importan: la vida, la muerte y la eternidad.

La vida no termina con la muerte física, por eso el luto debe estar impulsado por la nostalgia y la ausencia, no por el miedo o la desesperación.

El Salmo 34:18 dice que "Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu.". No olvides que Dios está a tu lado en todo momento, en los tiempos buenos y en los malos.

La Biblia no determina un período exacto para el luto, este momento puede variar de persona a persona. Ahora bien, si el tiempo de luto es demasiado largo y perjudica la salud mental de la persona, es necesario buscar ayuda. Recuerda: el luto y la tristeza son lugares de paso, no de residencia.

Si estás de luto, llora, respeta este momento. Deja que el Espíritu Santo consuele tu corazón. Para ello, aunque estés triste, mantente en contacto con Dios y con su Palabra. Jesucristo quiere enjugar tus lágrimas y consolarte:

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
(Mateo 5:4)

En esta vida, todos pasaremos por momentos de tristeza y dolor, pero con Cristo es posible atravesarlos teniendo como meta la esperanza y la promesa de la vida eterna, “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23).

Hay varios textos de la Biblia que hablan sobre la muerte y el luto. Consulta versículos de consuelo para el tiempo de luto.

Muerte eterna vs. vida eterna

Nacer, vivir y morir. Desde que Adán y Eva pecaron, este ha sido el ciclo de la humanidad. La Biblia nos revela que este orden fue roto por Jesucristo. Él nació como hombre y estuvo sujeto a nuestras limitaciones. Fue condenado y murió crucificado, pero luego resucitó por su propio poder.

Gracias a su victoria, la muerte que nos aprisionaba ya no tiene efecto. Es decir, la condición del viejo hombre (Adán) fue superada por Jesús.

Así como los hijos eran de carne y hueso, también él era de carne y hueso, para que por medio de la muerte destruyera al que tenía el dominio sobre la muerte, es decir, al diablo, y de esa manera librara a todos los que, por temor a la muerte, toda su vida habían estado sometidos a esclavitud.
(Hebreos 2:14-15)

Cuando Jesús venció la muerte, todos vencimos a través de él. De la misma manera que todos fuimos condenados a la muerte por Adán, recibimos la victoria sobre la muerte por medio de Cristo Jesús.

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
(Apocalipsis 1:18)

A través de Jesús recibimos la vida eterna. Con esto, la muerte física ya no es el final, tenemos una eternidad para vivir con Jesús.

Para vencer la muerte no son necesarias obras ni méritos, lo recibimos gratuitamente. ¡Solo necesitamos creer en Jesús como nuestro Señor y Salvador!

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?»
(Juan 11:25-26)

Estábamos condenados a la muerte eterna (física y espiritual) debido al pecado. Pero gracias a Jesús, obtuvimos acceso a la vida eterna y la muerte física ya no es definitiva.

Mientras que la muerte eterna implica una separación total y permanente de la presencia del Señor, la vida eterna es precisamente la comunión con Dios por siempre.

En la muerte eterna no hay posibilidad de conversión. Después de la muerte física, consecuentemente viene la muerte espiritual. En la vida eterna, después de la muerte física, estaremos para siempre en comunión con Dios.

Ambas condiciones son inmutables, no podrán cambiar, por lo que la elección que tomemos en vida tendrá consecuencias para toda la eternidad.

Por eso, no pierdas tiempo, acepta a Jesús como tu Salvador y disfruta de la gracia de la vida eterna.

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