Este acontecimiento de cuando Jesús calmó la tormenta, aparece en los 3 evangelios sinópticos: Mateo 8:23-27, Marcos 4:35-41 y Lucas 8:22-25. En este relato podemos ver que Jesús tiene poder para salvarnos de todas las tormentas repentinas de la vida, brindándonos seguridad, tranquilidad y paz.
Resumen del episodio en el que Jesús calmó la tormenta
El ministerio de Jesús estaba creciendo en popularidad. Cierto día, ya siendo tarde, después de realizar muchos milagros y enseñar al pueblo en la región de Capernaúm, Jesús convocó a sus discípulos para ir al otro lado del Mar de Galilea. El lado oriental del "lago", como algunos lo llaman, estaba poco habitado. Tal vez Jesús quería alejarse de las multitudes para descansar y conversar con sus discípulos.
Jesús se despidió del pueblo, subió al barco, y los discípulos lo acompañaron. Según el relato de Marcos, otros barcos también los seguían. De repente, comenzó a soplar un viento muy fuerte y una gran tormenta agitó el mar, de tal manera que las olas empezaron a cubrir el barco.
El mar estaba tan agitado y violento que aterrorizó incluso a pescadores experimentados como Pedro, Andrés, Santiago y Juan, quienes trabajaban en ese lugar y conocían muy bien esas aguas. Las olas golpeaban con tanta fuerza el barco, que ya se estaba llenando de agua, poniendo a todos en peligro.
Jesús dormía durante la tormenta
Sorprendentemente, mientras cruzaban el mar, Jesús dormía en la popa (la parte trasera del barco), sobre un cojín. Ese cojín tal vez era una especie de acolchado para que el piloto o alguna otra persona se sentara. Jesús aprovechó esta pieza del equipo del barco para descansar.
Este es el único pasaje de los evangelios que describe a Jesús durmiendo. Jesús estaba sujeto a las limitaciones humanas. El cansancio, debido a la intensidad de su ministerio, lo agotó físicamente. Este texto nos muestra claramente que Jesús no solo parecía humano, él era plenamente humano, ya que sentía sueño, cansancio, hambre, sed y dolor.
Otro aspecto que debemos considerar sobre el hecho de que Jesús pudiera dormir en medio de la tormenta es la conciencia que tenía de sí mismo y de su misión. Jesús pudo descansar en medio de la tormenta porque tenía una percepción clara de su identidad y del propósito del Padre para él. Jesús sabía que su hora aún no había llegado y que no moriría en medio de esa tormenta.
Cuando tenemos una conciencia clara de quiénes somos en Cristo y del propósito de Dios para nuestras vidas, podemos descansar, incluso en medio de las tormentas de la vida.
La reacción de los discípulos
Los discípulos se acercaron a Jesús y lo despertaron, diciendo: “¡Maestro, Maestro, que perecemos!” (Lucas 8:24). El Evangelio de Marcos aporta más información sobre estas palabras de los discípulos: “¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?” (Marcos 4:38). Hay aquí un "tono" de queja y acusación. Los discípulos estaban dominados por el miedo y la ansiedad. La falta de confianza en Jesús los llevó a la desesperación.
Muchas veces, cuando enfrentamos una tormenta en la vida y nuestra confianza en el Señor no es firme, también tendemos a hacer esta misma pregunta: “¿No te importa, Dios?”
Cuando eso sucede, es importante recordar que el Señor tiene el control de todo. Y todo lo que está ocurriendo puede estar contribuyendo para nuestro bien, aunque en el momento no lo entendamos (Romanos 8:28).
La orden de Jesús
Jesús, entonces, se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: “Calla, enmudece.” (Marcos 4:39). El viento se detuvo, y todo quedó en calma. La orden que Jesús dio a la tormenta generó una acción inmediata. No fue necesario repetirla, pues produjo obediencia instantánea. Literalmente significaba: "¡Calla, cállate!"
Una creencia antigua afirmaba que las tormentas podían ser causadas por demonios, que también tenían poder para provocar otros efectos sobre la naturaleza. Alguien podría pensar, entonces, que la calma repentina del viento y las aguas ocurrió porque Jesús reprendió a una fuerza demoníaca detrás de la tormenta.
Sin embargo, aunque eso sea una posibilidad, no parece ser el caso aquí. El hecho de que Jesús haya reprendido al viento y al mar, como si fueran una persona, tampoco es base suficiente para afirmarlo.
El poder del Mesías explicado
Este acontecimiento nos muestra que Jesús tenía poder sobre los elementos de la naturaleza, lo cual era aún mayor que el control sobre los poderes demoníacos.
Jesús es el creador del universo y naturalmente pudo controlar las fuerzas de la naturaleza. El poder de Jesús sobre la naturaleza sirve como prueba de que él era el Mesías. Esta historia también ilustra que Jesús era plenamente divino, según la enseñanza posterior de Pablo en la Carta a los Colosenses:
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. En él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. Él existía antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden. Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia.
- Colosenses 1:15-18a
Jesús, después de reprender al viento y al mar, también reprende a los discípulos: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?” (Marcos 4:40)
Los discípulos quedaron maravillados y llenos de "temor". El término griego usado en Marcos 4:41 para describir el temor de los discípulos hacia Jesús, no es el mismo que describe su temor hacia la tormenta en el versículo 40. Esta palabra usada para el temor hacia Jesús puede significar "miedo o respeto reverente". La tormenta causó miedo, pero Jesús produjo temor reverente en los discípulos.
¿Quién es este hombre que hasta el viento y el mar le obedecen?
A pesar de todas las grandes obras que los discípulos ya habían presenciado, este milagro fue tan espectacular que comenzaron a cuestionarse quién realmente era Jesús.
Así, nuestra historia termina con los discípulos diciendo unos a otros: “¿Quién es este, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?” (Marcos 4:41)
Para confiar en el Señor necesitamos conocer al Señor. Si los discípulos hubieran entendido que el creador de los cielos, la tierra y el mar, estaba allí con ellos en el barco, seguramente su actitud habría sido diferente. Solo reaccionaron así porque no conocían verdaderamente a Jesús, como podemos constatar con su pregunta final.
Si queremos superar todas las tormentas repentinas que muchas veces se levantan contra nosotros, necesitamos conocer verdaderamente a Jesús e invitarlo a formar parte de nuestra vida. Si Jesús está en el barco de nuestra vida, por más difícil y aterrador que parezca, todo está bajo control.
La causa probable de la tormenta
Hasta hoy, las tormentas en el Mar de Galilea son muy comunes. El lago está a 213 metros bajo el nivel del mar y rodeado de montañas. Al final del día, cuando la atmósfera en las colinas se enfría, la masa de aire caliente sobre el mar comienza a subir y el aire frío de las montañas desciende hacia el mar.
El choque de corrientes de aire frío con la masa de aire caliente sobre las aguas, agita el mar y produce tormentas fuertes y repentinas, que incluso pueden crear remolinos peligrosos. Aún hoy, incluso embarcaciones motorizadas evitan navegar en el Mar de Galilea cuando hay vientos o tormentas.
La palabra usada en el original del Evangelio de Mateo para "tormenta" es la misma palabra usada generalmente para "terremoto".
El uso de este término puede ser una alusión a la intensa agitación del Mar de Galilea debido a los cambios atmosféricos.
Referencias bibliográficas:
- CHAMPLIN, Russel Norman. El Antiguo Testamento interpretado. São Paulo: Editora Hagnos, v. 1 y 2, 2001.
- PFEIFFER, Charles F.; HARRISON, Everett Falconer. Comentario Bíblico Moody. Imprensa Batista Regular, 1983.
- THOMSON, William M. The land and the book: the Holy Land. 1883.
Aprende más sobre el poder de Jesús:
- Bosquejo de prédica: Jesús calma la tempestad
- Los 36 milagros de Jesús en la Biblia (con explicación de los más conocidos)
- 9 versículos sobre el poder de Jesús para sanar toda enfermedad
- ¿Jesús es Dios? Análisis bíblico con los versículos que lo confirman
- La historia de Lázaro (el amigo que Jesús resucitó)