Historias de la Biblia para leer, meditar y aprender principios bíblicos que los niños podrán aplicar en su diario vivir.
1. La creación
2. Adán y Eva desobedecen a Dios
3. El diluvio y el arca de Noé
4. Dios escoge a Abram
5. Ana pide un hijo al Señor
6. El nacimiento de Samuel
7. Dios llama a Samuel
8. David y Goliat
9. Un ángel trae buenas noticias
10. El nacimiento de Jesús
11. Jesús escoge los primeros discípulos
12. El buen samaritano
13. Jesús sana a un paralítico
14. Daniel en el foso de los leones
15. Jesús alimenta 5000 personas
1. La creación
Texto bíblico: Génesis 1 a Génesis 2:4
¿Sabes cómo comenzó todo?
Mira a tu alrededor, siente el aire, observa el cielo, el sol, las estrellas, el mar y la bella naturaleza con todos los animales. ¿Sabes quién hizo todo eso? ¿Quién te creó a ti, a tus padres y a tu familia? ¿Tienes alguna idea sobre quién es el autor de la vida?
La Biblia dice que Dios es el creador de todo el universo. En solo 6 días, Dios creó la Tierra y todo lo que existe.
¿Quieres saber cómo sucedió?
La Tierra no tenía ninguna forma, estaba oscura y vacía. Pero Dios quería crear algo muy especial en nuestro planeta. Por eso, durante el 1er día, Dios dijo: «¡Que exista la luz!». La luz apareció y desde entonces existen el día y la noche. A Dios le gustó mucho lo que hizo y dijo que era bueno.

El 2º día Dios creó el cielo azul y colocó las nubes blancas allá arriba. A Dios le gustó lo que hizo y dijo que era bueno.
El 3er día Dios mandó que las aguas se juntaran en un solo lugar formando los mares. También ordenó que apareciera la tierra seca. La tierra produciría grama y todo tipo de árboles y plantas. Esos árboles darían frutos bien sabrosos que conocemos muy bien: manzanas, naranjas, fresas, plátanos... A Dios le gustó mucho lo que hizo y dijo que era bueno.

El 4º día Dios creó el sol, la luna y las estrellas y los colocó en el cielo para que iluminaran la tierra. El sol brilla durante el día, y la luna y las estrellitas brillan durante la noche. A Dios le gustó mucho lo que hizo y dijo que era bueno.
El 5º día Dios creó los peces y todo tipo de animales marinos, grandes y pequeños. Llenó los ríos y los mares con ellos. También hizo las aves para que vivan en la tierra y muchos tipos de pajaritos para que vuelen por el cielo. A Dios le gustó mucho lo que hizo y dijo que era bueno.

¡El último día de la creación fue un día muy especial! El 6º día, Dios mandó a la tierra que produjera animales de todos los tipos: animales domésticos como el perrito y el gato, animales salvajes como el león y el elefante, también los reptiles, como las cobras y los caimanes... La tierra se llenó de animales grandes y pequeños.
Pero Dios dejó para el final a la criatura más especial: ¡el ser humano! Así es, ¡nosotros somos muy importantes para Dios! El Señor creó al hombre del polvo de la tierra, diferente a todos los animales creados. Dios también creó al hombre más parecido a él. Dios dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo». Dios encargó al hombre cuidar y gobernar la tierra porque nos ama de una forma muy especial. ¡A Dios le gustó tanto lo que hizo que dijo que era muy bueno!

¡Todo era lindo y perfecto! La gran historia de Dios había comenzado... Adán y Eva se amaban. Dios los amaba a ellos dos y a todo lo que había creado. El 7º día Dios descansó de todo el trabajo que había hecho. Él bendijo ese día, estaba muy feliz con su creación.
Lo que aprendemos con la historia de la creación
Aprendemos que Dios es el Creador de todas las cosas. Él sustenta todo en el universo por su poder. Por eso sabemos que Dios es mucho más grande que el sol, que las estrellas y que todo el universo. ¡Dios es el más fuerte y poderoso que existe! Él nos hizo de forma especial porque nos ama y preparó un mundo muy bonito en el que podemos vivir.
2. Adán y Eva desobedecen a Dios
Texto bíblico: Génesis 3
¿Te has sentido triste alguna vez porque perdiste algo?
Esta historia narra cómo la primera pareja que vivió en el mundo falló en gran manera. Por esa razón, ellos perdieron una cosa muy importante: ¡la amistad que tenían con Dios! Adán y Eva cometieron el error de desobedecer al Señor. No hicieron lo que Dios mandó, sino que le hicieron caso a una serpiente muy mala. ¿Quieres saber cómo pasó?
Adán y Eva vivían felices en el jardín del Edén. Ese era un lugar muy lindo que Dios había preparado para ellos. En ese lugar todo era tan maravilloso que ellos no tenían ninguna razón para quejarse. En el jardín crecían 2 árboles muy especiales: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios había dado solo una orden sobre esos dos árboles: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer».
Tristemente, tanto el hombre como la mujer desobedecieron al Señor. La serpiente malvada engañó a Eva cambiando el significado de lo que Dios había dicho. Eva vio que el árbol era bonito, que le daría más conocimiento y los frutos parecían sabrosos. ¡Decidió hacer lo que Dios había prohibido! Comió del fruto y también le dio a su marido Adán. ¡Que error más grande! Ahora conocían el mal. Estropearon el mundo perfecto de Dios.
Después de comer del fruto ellos se avergonzaron y se escondieron de Dios. «¿Por qué comieron del fruto del árbol que yo les prohibí comer?», preguntó Dios. Cada uno de ellos comenzó a disculparse y a echarle la culpa al otro. Lo más triste es que la maldad entró en sus corazones.
- ¡No fui yo, Señor! Eva comió primero y luego me dio - dijo Adán.
- ¡Yo no tengo la culpa, Dios! La serpiente me engañó y por eso comí - decía Eva.
El Señor les hizo ropa y los expulsó del lindo jardín que había creado. Colocó dos ángeles con espadas para que guardaran el árbol de la vida que se encontraba allí.
Lo que aprendemos con la historia de la desobediencia
Toda desobediencia trae consecuencias. Con esta historia aprendemos que es necesario oír la Palabra de Dios y obedecerla aunque otros intenten convencernos de que está bien desobedecerla. Dios lo ve todo, sea que hagamos cosas buenas o cosas malas. Él nos ve y nos corrige. Él cuida de nosotros aunque le fallemos, por eso debemos arrepentirnos de nuestros errores y pedirle perdón siempre.
3. El diluvio y el arca de Noé
Texto bíblico: Génesis 7 a Génesis 9
¿Qué te gusta hacer en los días lluviosos?
Esta historia trata de una gran lluvia que cayó durante días y días inundando toda la tierra. ¿Te lo puedes imaginar? Pero Dios es amoroso y salvó una familia que confiaba en él. También salvó a muchos animales. ¡Vamos a ver cómo sucedió!
Noé amaba a Dios e intentaba obedecer siempre todo lo que Dios decía. Pero no había otra persona sobre la tierra que amara a Dios así o que hiciera las cosas como Dios mandaba. Las personas en aquel tiempo eran muy malas y disfrutaban haciendo lo que no estaba bien: actuaban con violencia, decían mentiras y hacían todo tipo de maldades que te puedas imaginar.
Dios se entristeció tanto por causa de la actitud de las personas que decidió enviar una gran lluvia, un diluvio, para inundar la tierra y destruir toda la maldad. Pero Dios quería salvar a Noé y a su familia porque Noé era un hombre bueno y amaba a Dios de todo corazón.
Por eso, cierto día, Dios le explicó a Noé que debía construir un barco muy grande en el que se protegerían él y su familia de la gran lluvia y las inundaciones que vendrían. Noé hizo todo exactamente como Dios mandó. Cuando el arca estuvo lista, y después de preparar todo con los alimentos almacenados a bordo, llegó el momento... Dios ordenó a Noé que hiciera entrar en la gran arca parejas de animales de cada especie para que se salvaran del diluvio.
Después de que entraron todos, Dios cerró la puerta. De repente comenzó a llover. Primero eran unas gotitas, pero después cayó una lluvia fuerte que duró 40 días y 40 noches. La lluvia no paraba ni por un instante, pero dentro del barco todos estaban secos y a salvo. Con aquella cantidad de lluvia las aguas comenzaron a subir y el barco navegó como si estuviese en altamar.
Finalmente, llegó el día en que la lluvia paró. El agua fue bajando poco a poco hasta que el arca se posó sobre las montañas de Ararat. Después de algunos días, las aguas empezaron a evaporarse y la tierra se fue secando. Cuando el suelo estuvo seco, Dios le dijo a Noé que había llegado la hora de dejar el arca. Noé, su familia y todos los animales salieron de dos en dos.
Noé hizo un altar y le dio muchas gracias a Dios por haberlos cuidado durante todo ese tiempo. Dios prometió que nunca más enviaría tanta lluvia sobre la tierra como la que hubo en el diluvio. Para que todos se recuerden de esa promesa que él hizo, creó el arcoíris que aparece en el cielo durante los días de lluvia.
Cuando yo cubra la tierra de nubes, y en ellas aparezca el arco iris, me acordaré del pacto que he establecido con ustedes y con todos los seres vivientes. Nunca más las aguas se convertirán en un diluvio para destruir a todos los mortales.
(Génesis 9:14-15)
Lo que aprendemos con la historia del diluvio
Dios nos salva y nos mantiene seguros. Por la bondad y misericordia de Dios, muchas cosas malas no nos suceden a nosotros ni a nuestras familias. Dios protege a quienes le aman y le obedecen. Dios también cuida de los animales. Él prometió que nunca volvería a destruir la tierra con un diluvio y nos dejó un monumento: el arcoíris que siempre podemos admirar en los días de lluvia.
4. Dios escoge a Abram
Dios nos salva y nos mantiene seguros. Por la bondad y misericordia de Dios, no nos suceden muchas cosas malas a nosotros ni a nuestros familiares. Dios protege aquellos que lo aman y lo obedecen. Dios también cuida de los animales. Él hizo la promesa de no volver a destruir la tierra con un diluvio y nos dejó un recordatorio, el arcoíris que podemos contemplar en los días de lluvia.

«Ahora mira el cielo y cuenta las estrellas. ¡Si puedes contarlas! Así será el número de descendientes que tendrás.» - dijo Dios.
Abram creyó en la promesa de Dios. Y Dios se alegró con él.
Pero el tiempo pasaba y pasaba y Abram estaba realmente desesperado por tener el hijo prometido. Él incluso intentó encontrar la manera, pero recién cuando tenía 99 años, Dios le dijo: «en un año, Sara tendrá el hijo prometido, lo llamarás Isaac. Todo lo que te prometí a ti, también lo prometo a Isaac y a sus hijos.»
Cuando Sara escuchó la conversación se rió porque pensó: «¿Cómo puedo yo tener hijos, a esta edad tan mayor?»
¡Pero para Dios nada es imposible! Cuando Abraham tenía 100 años y Sara 90 ¡podían reír de alegría! El bebé Isaac (este nombre significa risa) nació exactamente cuando Dios dijo que nacería. ¡Todo lo que Dios promete, él lo cumple!

Lo que aprendemos con la historia de Abram
Aunque parezca que las promesas de Dios tardan mucho, ¡todas se cumplirán! Dios es fiel y no se echa para atrás cuando promete o dice algo. Siempre podemos confiar en la Palabra de Dios porque el Señor hará que todas las cosas sucedan en su debido tiempo. Además de esta confianza, todos los que creemos en Jesús somos parte de la promesa hecha a Abraham. Jesucristo es descendiente de Abraham y a través de él nuestra familia puede ser bendecida. ¡Simplemente cree!
5. Ana pide un hijo al Señor
Texto bíblico: 1 Samuel 1:1-20
Esta es la historia de una mujer de fe y oración. Ana era estéril (no podía tener hijos), pero uno de sus mayores sueños era ese: tener un hijo. Como si no fuera suficiente vivir con ese sufrimiento impuesto por la vida, Ana también tenía que hacer frente a las afrentas de Penina, la segunda esposa de su marido, Elcana. Él estaba casado con Ana y también con Penina. En aquel tiempo eso era común en algunas familias.

Al contrario que Ana, Penina sí tenía hijos. Por eso, Penina irritaba, insultaba y menospreciaba a Ana, porque Dios no le había permitido tener hijos. Sin embargo, a pesar de eso, el marido de Ana la amaba mucho.
Todos los años, Elcana iba con su familia al templo para adorar al Señor y ofrecer sacrificios. Allí repartía la porción del sacrificio con Penina y sus hijos y también daba una porción especial a Ana pues la amaba mucho. Pero Penina provocaba y atormentaba a Ana continuamente. Cada vez que iban en ese viaje a Siló, Ana se sentía tan humillada e irritada que lloraba amargamente y no quería comer debido a su gran sufrimiento.
Su marido Elcana la consolaba, pero Ana sabía que Dios era el único que podía ayudarla. Por eso, ese día después de la comida, Ana se levantó y comenzó a clamar al Señor. Ana oraba y lloraba porque tenía mucha tristeza en su alma.
Ella decidió hacer una promesa a Dios. Oró de todo corazón diciendo, «Señor Todopoderoso, mira mi desdicha, acuérdate de mí y concédeme un hijo varón. Si lo haces, yo te lo entregaré para toda su vida».

Pasó un largo rato y Ana seguía hablando con Dios en voz baja, no se entendían sus palabras. El sacerdote Elí pensó que ella estaba borracha. Ella oraba en voz muy baja, solo se movían sus labios. Y como Elí no lograba escuchar lo que ella decía, le preguntó:
—¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino!
—No, mi señor; no he bebido ni vino ni cerveza. Soy solo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor. No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción.
—Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
(1 Samuel 1:14-17)
Lo que aprendemos con la historia de Ana
Dios escucha la oración del afligido y necesitado. Ana clamó con fe y humildad creyendo que Dios podía realizar un milagro en su vida. Ella creyó en contra de las circunstancias y Dios oyó su oración sincera. Vale la pena confiar en el Señor a pesar de las luchas, frustraciones, humillaciones, incomprensiones y calumnias. ¡Dios es el Dios de lo imposible! Él puede cambiar nuestra historia y hacer realidad los sueños de nuestro corazón.
6. El nacimiento de Samuel
Texto bíblico: 1 Samuel 1:18-27
Después de aquella gran oración y de su llanto, Ana se fue, comió y ya no parecía triste. Al día siguiente, muy de mañana, se levantaron y fueron a adorar al Señor una vez más, antes de continuar su viaje de regreso a su tierra natal, en Ramá.
Elcana tuvo relaciones con su esposa Ana y el Señor escuchó su oración. Después de algún tiempo, Ana quedó embarazada y dio a luz un hijo, a quien llamó Samuel, «porque se lo pedí al Señor», dijo.

Luego llegó el momento de que Elcana fuera nuevamente al Templo con toda su familia para realizar el sacrificio anual y adorar al Señor. Pero Ana no fue con él. Ella le explicó el motivo a su marido: «—cuando el niño sea destetado, lo tomaré y lo presentaré al Señor en el templo, y allí permanecerá toda su vida.» Elcana le respondió: «Está bien. Haz lo que creas conveniente.»

Ana oró nuevamente dando gracias a Dios por tan grande bendición. La llegada del niño Samuel cambió a esa familia para siempre. Desde pequeño, Samuel escuchaba a su madre decir lo bueno que era Dios. Seguramente las oraciones de su madre lo bendijeron durante toda su vida.
Tú, el niño que escucha esta historia, también eres muy especial para Dios y para tu familia. ¡Recuerda siempre que Dios te creó, te ama mucho y tiene un hermoso propósito para tu vida!
Lo que aprendemos con la historia del nacimiento de Samuel
¡Dios nos sorprende! El Señor respondió la oración sincera de Ana 🙏 y le dio el hijo que ella había soñado. Ana estaba agradecida al Señor, y se sentía muy feliz de tener a su pequeño hijo en sus brazos. Pero eso no le impidió obedecer al Señor. Muchos se olvidan de Dios cuando consiguen lo que querían. Cuando llegó el momento, Ana cumplió su promesa. Cumple lo que le prometes a Dios. Sé obediente y fiel, tanto en los momentos malos como en los momentos felices.
7. Dios llama a Samuel
Texto bíblico: 1 Samuel 3
Samuel fue juez, sacerdote y profeta en Israel. Es decir, era alguien que escuchó el mensaje de Dios y lo compartió con otros. Dios es fiel en todo y todas sus palabras son verdaderas. La primera vez que Samuel escuchó la voz de Dios todavía era un niño.

Una noche, mientras Samuel dormía, oyó que alguien lo llamaba por su nombre: — «¡Samuel!»
Pensando que era el sacerdote Elí, que vivía en el mismo lugar, entró en su habitación. —«Estoy aquí, ¿me llamaste, Eli?» Pero Elí le respondió: «Yo no te he llamado, Samuel. Vuelve a la cama.» Y Samuel se volvió a acostar.
Entonces Samuel oyó la voz que lo llamaba más veces y, confundido, acudía siempre donde Elí, pensando que era él quien lo llamaba. La tercera vez, Elí pensó que podría ser Dios quien estaba llamando a Samuel.

Elí le dijo a Samuel que volviera a acostarse, pero que si la voz lo llamaba nuevamente, dijera: «Habla, Señor, yo te escucho». Samuel obedeció.
Samuel volvió a escuchar la voz que lo llamaba: — «¡Samuel!» Y él respondió: «Habla, Señor, que yo te escucho». Fue Dios quien le habló a Samuel y realmente le dijo muchas cosas. Habló de la mala noticia que tenía que anunciarle a Elí, sobre su familia. Debido a sus malas actitudes, Elí y sus hijos ya no serían sacerdotes del pueblo.
Samuel estaba preocupado porque no quería decir todas las cosas difíciles que le sobrevendrían a Elí y a su familia. Pero Samuel obedeció a Dios de todos modos. Elí le respondió: «Es el Señor; hágase su voluntad.» A veces puede que a la gente no le guste el mensaje de Dios, pero el profeta (quien da el mensaje) tiene que preocuparse más por lo que dice Dios que por lo que dice la gente.

Samuel creció y Dios estuvo siempre con él. Todas las palabras que Dios le había dicho que anunciara al pueblo se estaban cumpliendo y así, Samuel fue confirmado como el nuevo juez, profeta y sacerdote del Señor.
Lo que aprendemos con la historia del llamado de Samuel
Aunque seamos pequeños, Dios quiere ser nuestro mejor amigo. Hoy Jesús nos habla a través de las enseñanzas de la Biblia, en historias como la que estás escuchando. Presta siempre mucha atención cuando te enseñen la Biblia, en la iglesia, en casa o en la escuela. ¡Dios tiene cosas maravillosas que hablar a tu corazón! ❤️
Y recuerda que también podemos hablar siempre con Dios. ¿Como? A través de la oración. 🙏La oración es hablar con Dios. Recuerda siempre hablar con Dios, darle gracias por el día, por mamá y papá, por tus hermanos, por la comida, por tu casa, por tus amigos y sobre todo por la vida que el Señor te ha dado.
8. David y Goliat
Texto bíblico: 1 Samuel 17:1-51
Había en Belén de Judá un hombre efrateo, descendiente de la tribu de Judá, llamado Isaí. Era nieto de Booz y Rut, pero esa es otra historia... Isaí tuvo ocho hijos y uno de ellos, el más joven, se llamaba David. Los tres hermanos mayores de David se llamaban Eliab, Abinadab y Sama (Simeí).
Una vez, el pueblo de Israel se enfrentaba a un problema muy grande: los ataques de un pueblo enemigo que no conocía a Dios, los filisteos. Los hermanos de David ya eran adultos, así que fueron con el rey Saúl a la guerra contra los filisteos.
Mientras duraba la guerra, David, que era todavía muy joven, continuó pastoreando el rebaño de su padre. A él le gustaba cuidar a las ovejitas y lo hacía muy bien.

Además de esa tarea, David también serviría al rey Saúl tocándole el arpa 🎵. También servía como mensajero, yendo a donde estaban los soldados para averiguar noticias, a petición de su padre, para saber cómo les iba a sus hermanos en el ejército.
La situación no era fácil. El ejército enemigo del pueblo de Dios tenía un arma poderosa: un gigante enorme y valiente. Su nombre era Goliat. Todos los israelitas en el ejército huían por miedo a él. Por muchos días, el gigante Goliat insultó y desafió a los israelitas a un duelo.

Llegó un día en el que David fue a buscar provisiones y a recibir noticias de sus hermanos. Oyó a Goliat, el guerrero filisteo, desafiar de nuevo al ejército de Israel. David oyó esto y se indignó: «Después de todo, ¿quién es este malvado filisteo, para desafiar al ejército del Dios viviente? » dijo, y se preparó para luchar contra el gigante.
Todos quedaron impresionados por su audacia, incluidos los hermanos de David. El gigante era tan grande y fuerte, y David era solo un niño. Pero David era un niño valiente que confiaba en el gran Dios todopoderoso.
David le contó al rey cómo Dios ya le había dado fuerzas 💪 para enfrentar a un león 🦁 y a un oso 🐻, que atacaban a las ovejas del rebaño 🐑🐑🐑. Confiaba en que así como Dios le había ayudado contra los animales salvajes, el Señor también le ayudaría en la batalla contra el gigante. 🙏
El rey Saúl estaba preocupado e incluso intentó prestarle su armadura a David. Pero a David le quedaba muy grande la armadura, le pesaba mucho y se la quitó enseguida. David tomó sólo su bastón, una honda, escogió cinco piedras del arroyo y fue al encuentro de Goliat. Cuando el gigante vio que David era solo un niño, no lo tomó en serio. Él pensó que estaban bromeando... ¡enviaron a un niño a pelear con un tipo grande!
Goliat gritó: «¿Soy un perro, para que vengas a mí con palos y piedras?» Y comenzó a maldecir y a jurar contra David. Pero David respondió: «Goliat, tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en el nombre del Señor, el Dios todopoderoso de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Él es quien ganará esta batalla y os entregará en mis manos»

Entonces David tomó una de las piedras, la puso en su honda y se la arrojó al gigante. La piedra golpeó a Goliat de lleno en la frente, se quedó atrapada en el lugar y, de repente, el grandullón cayó al suelo. Cuando los filisteos vieron que su mejor soldado había muerto, todos comenzaron a huir con miedo.

Lo que aprendemos con la historia de David y Goliat
El Señor salva y defiende a su pueblo sin armas, espadas ni fuerza humana. Él es poderoso para ganar nuestras batallas y librarnos del mal. Aunque nos enfrentemos a gigantes, si Dios está con nosotros ¡somos más que vencedores! Dios, que está con nosotros es mucho más grande y poderoso que cualquier amenaza. 🙏
Lo que parecía imposible a los ojos de todos sucedió. David, un niño pequeño, pero con un Dios grande, derrotó a un enemigo abusivo y gigantesco. Lo mismo pasa con nosotros, aunque seamos pequeños ¡Nuestro Dios es muy grande! Él nos ayuda a ganar.
9. Un ángel trae buenas noticias
Texto bíblico: Lucas 1:26-38
¿Cuál ha sido la sorpresa más grande de tu vida?
Todos esperaban la promesa que Dios había hecho mucho tiempo atrás: vendría un gran Rey para salvar a todos los que amaban y creían en Dios. Pero el tiempo pasó y pasó. Nadie se lo imaginaba, pero después de tanto tiempo la gran sorpresa de Dios estaba por suceder.
En la ciudad de Nazaret vivía una jovencita llamada María. Ella estaba prometida con un joven carpintero, un hombre llamado José.

Faltaba poco tiempo para que ellos se casaran, pero María no sabía que estaba a punto de recibir una gran noticia. Era un mensaje sorprendente que cambiaría la vida de ellos y de toda la humanidad para siempre. ¿Puedes imaginarte cuál era la noticia?
Cierto día, Dios envió un ángel para que le diera un mensaje a María: - «¡Saludos María!» dijo el ángel Gabriel. - «El Señor está contigo. Dios está contento contigo». María no entendía lo que el ángel le quería decir con esas palabras.
El ángel le dijo: —María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre sobre el pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.
María preguntó al ángel:—¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
(Lucas 1:30-34))
El ángel le respondió: «No te preocupes, María. Dios hará que suceda a través de su Espíritu. Recuerda que para Dios no hay nada imposible».

María dijo entonces: «Que sea así. ¡Haré todo lo que el Señor diga!» El ángel Gabriel se fue y María fue a visitar a Elisabet, una parienta suya que también estaba embarazada.
«¡Qué sorpresa maravillosa!» dijo Elisabet. Ella estaba muy feliz con la visita de María y con la noticia sobre Jesús. María alabó a Dios de todo corazón por toda su bondad y amor.
Lo que aprendemos con la historia del anuncio del nacimiento de Jesús
Dios envió al ángel Gabriel a darle una noticia maravillosa a María y al mundo: Jesús el Rey de reyes nacería para salvar a la humanidad de sus pecados. María aceptó la voluntad de Dios. Nosotros también debemos vivir así, obedeciendo siempre la voluntad de Dios.
10. El nacimiento de Jesús
Texto bíblico: Lucas 2:1-20
¿Alguna vez te has imaginado cómo fue la primera Navidad?
Jesús, el Salvador eterno, descendió de los cielos y vino a nosotros porque nos ama mucho. Pero, ¿cómo pasó eso? ¿Vino volando como un superhéroe? ¿O apareció de repente sobre la tierra? Veamos cómo fue que él llegó aquí a la tierra para salvarnos.
Dios amó tanto al mundo que envió a su propio Hijo para venir a ayudarnos. Conforme con su plan, él escogió a una jovencita llamada María para que fuera la mamá de Jesús. María no estaba casada todavía. Ella quedó embarazada de forma milagrosa a través del Espíritu Santo. María estaba prometida con un hombre llamado José, un joven que también confiaba en Dios. Poco antes de que naciera el bebé, ellos tuvieron que hacer un viaje hasta Belén, su ciudad natal.
Ya era el final del embarazo y se acercaba la hora para el nacimiento de Jesús. En ese tiempo no habían tantos hospitales como hoy. Ellos comenzaron a buscar un lugar donde hospedarse, pero la ciudad estaba llena. No había espacio en la posada (especie de hospedaje o albergue). Intentaron ver si se podían alojar en una casa con alguien que los recibiera y les ofreciera un lugar más cómodo para cuando llegara el bebé. ¡Pero no consiguieron nada!

El único lugar que encontraron para estar con el bebé Jesús fue una vaqueriza. Ese lugar, llamado también establo o corral, es donde los animales de la granja van a comer, beber agua y descansar. María tuvo a su bebé allí, lo envolvió en algunos pañales y lo colocó para dormir en un pesebre (cajón) bien calentito.

¡Tan simple y a la misma vez, tan maravilloso! Un momento de gran importancia para todo el mundo. ¡Jesucristo, el Salvador del mundo había nacido! Los ángeles cantaban en los cielos:
Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.
(Lucas 2:14)

El bebé Jesús recibió algunas visitas: unos pastores que oyeron a los ángeles, y unos magos. En el cielo apareció una gran estrella brillante que condujo a los magos por un largo camino desde oriente hasta el lugar donde estaba el niño Jesús. Ellos fueron allá para adorar a Jesús y para entregarle unos regalos. ¡Así fue la primera Navidad! Jesús trajo vida, paz y luz al mundo a través de la esperanza de salvación.
Lo que aprendemos con la historia del nacimiento de Jesús
¡Jesús nació para ayudar a todas las personas! El mundo estaba totalmente oscuro y triste, lejos de Dios por causa de los errores y la maldad de todos. Pero Dios nos amó tanto que envió a su Hijo Jesús para que trajera luz y nos ayudara a hacer lo correcto y a andar por el camino recto. Por eso, todos los que creen en Jesús pueden llegar a ser personas mejores que escaparán del castigo final. ¡Dale lugar a Jesús en tu corazón! Él es el regalo más grande y mejor del mundo. ¡Jesús es la riqueza más grande del universo!
11. Jesús escoge los primeros discípulos
Texto bíblico: Mateo 10:2-4 , Marcos 3:13-19, Lucas 5:1-11, 6:12-16
Juan el Bautista fue un profeta muy conocido en el tiempo de Jesús. Él predicó que el reino de Dios estaba cerca. Por eso la gente debía prepararse para la llegada de Jesús. Necesitaban cambiar su mala conducta y recibir un bautismo de arrepentimiento.

Un día, mientras Jesús pasaba por allí, Juan el Bautista dijo: «¡Miren! ¡Él es el Cordero de Dios!» Dos seguidores de Juan pronto siguieron a Jesús. Uno de ellos era Andrés, que corrió a buscar a su hermano Simón Pedro, para poder encontrarse también él con Jesús. «¡Vamos, vamos Simón! Hemos encontrado al Señor Jesús, ven a verlo.»
Al día siguiente, Jesús fue a un pueblo llamado Galilea. En el viaje se encontró con Felipe y le dijo: «¡Sígueme!» Felipe también llevó a su amigo Natanael a conocer a Jesús.
El otro día, Pedro y André estaban pescando. Entonces Jesús gritó: «¡Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres!» Ellos dejaron todo en la playa y siguieron a Jesús. Jesús también llamó a Santiago y a Juan para unirse al grupo. También encontró a un recaudador de impuestos llamado Mateo (Leví) y le dijo: «¡Sígueme!»

Después de eso, Jesús subió a un monte y pasó la noche orando a Dios. Cuando llegó la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce ayudantes: Simón Pedro y Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, Santiago y Simón el Zelote, Judas Tadeo y Judas Iscariote. Éstos estarían más cerca de él como sus discípulos y serían enviados a anunciar las enseñanzas de Jesús a todo el pueblo.
Lo que aprendemos con la historia de los primeros discípulos de Jesús
Todos somos llamados a seguir a Jesús. Cuando él nos llama debemos estar preparados para decir: «Sí, Señor, ¡aquí estoy! ¡Te seguiré!»
Ser amigos de Dios y recibir su amor es lo mejor que podemos elegir. Al seguir a Dios conocemos mejor su Palabra y cómo podemos cumplir su voluntad. ¡Seguir el ejemplo de Jesús siempre nos ayuda a cumplir un buen propósito en la vida!
12. El buen samaritano
Texto bíblico: Lucas 10:25-37
Esta historia es un relato hecho por Jesús y se llama la Parábola del buen samaritano. Las parábolas eran pequeñas historias que Jesús usaba para enseñar a la gente, para que pudierna entender mejor las enseñanzas de Dios. Un "samaritano" era una persona que vivía en Samaria, una tierra cercana a Judea. Pero a los judíos no les gustaban mucho los samaritanos, era completamente impensable que pudiera haber algún samaritano bondadoso.
Un día se acercó a Jesús un hombre muy inteligente, era abogado y maestro de la ley (Palabra de Dios), un hombre que sabía mucho. Él conocía muy bien la Biblia, pero quería comprobar si Jesús también sabía cosas.
El hombre le preguntó a Jesús qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús le preguntó: "¿Qué dice la Biblia sobre esto?". El hombre respondió: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y ama a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «Muy bien, respondiste correctamente. ¡Haz esto y alcanzarás la vida eterna!»
Pero el maestro de la ley volvió a preguntar: «Entonces, ¿quién es mi prójimo?» Por eso Jesús contó la historia:
—Había una vez un hombre que iba de Jerusalén a Jericó. Los caminos a veces eran peligrosos para quienes viajaban solos, así que aparecieron unos ladrones malvados que le robaron la ropa y todo lo que tenía. Pobre hombre... Además de robarle, lo golpearon tan brutalmente que lo dejaron inconsciente en el suelo.

Por casualidad, al poco tiempo, pasó por ese camino un sacerdote (los sacerdotes eran como los pastores o presbíteros de las iglesias). Al ver al hombre todo herido, pasó de largo por el otro lado de la calle y no lo ayudó.

También pasó por el camino un levita (los levitas eran como los diáconos o ministros de alabanza que también servían en las iglesias). Pero cuando vio al hombre tendido en el suelo, él también se apartó y no le ayudó.
Pero de repente apareció un samaritano que también viajaba. Él no se movió. Pasó junto al hombre herido y tuvo misericordia (piedad y deseo de ayudar). Se acercó al hombre, curó sus heridas, limpió y vendó todas sus lesiones. Luego lo montó en su bestia (un caballo o un burro) y lo llevó a una posada, donde el herido pudiera recuperarse de aquella horrible paliza. El buen samaritano lo cuidó bien.

Al día siguiente, el samaritano le dio dos monedas de plata al posadero. Y le dijo: «Cuida de este hombre. Y si gastas algo más en él, cuando regrese te lo devolveré todo.»
Jesús entonces le preguntó al maestro de la Biblia: «¿Cuál de los tres fue prójimo del hombre que fue asaltado y golpeado por los ladrones en el camino?» Él le respondió: «El que tuvo misericordia de él. Entonces Jesús concluyó: "Ve y haz lo mismo"».
Lo que aprendemos con la historia del buen samaritano
Jesús dijo esta historia para responder a la pregunta: «¿Quién es mi prójimo?» De ella aprendemos algo impresionante: debemos amar y hacer el bien a todos los necesitados, sin importar quiénes sean. Jesús dio a todos una gran lección sobre el amor al prójimo, utilizando la figura del samaritano. Todos, especialmente las personas religiosas que están involucradas en la iglesia y en las cosas de Dios, necesitan prestar atención a esto.
Lo más sorprendente es que el samaritano era el único personaje del que nadie esperaba que ayudara. Los samaritanos eran mal vistos por los judíos (eran despreciados, eran considerados personas sin valor). Y aún así, el samaritano de la historia ayudó a un extraño. Qué gran lección podemos aprender todos de esta historia del buen samaritano, ¿verdad?
Comparte el amor que recibes de Dios y ayuda siempre a los necesitados.
13. Jesús sana a un paralítico
Texto bíblico: Lucas 5:17-26
¿Tienes buenos amigos?
Probablemente sí. Pero si de verdad fueran buenos contigo, te ayudarían a acercarte cada vez más a Jesús. Esta historia bíblica de Lucas 5:17-26, habla sobre un hombre que era paralítico y tenía 4 buenos amigos. No sabemos pormenores tales como sus nombres, sus historias personales, o como llegaron a ser amigos. Sí sabemos que ellos experimentaron un gran milagro juntos. ¡Creyeron en el poder de Jesús para curar y transformar las situaciones difíciles y vivieron una gran aventura!
Cierto dia, Jesús estaba enseñando y entre los oyentes estaban unos fariseos (líderes judíos) y maestros de la ley que habían venido de diferentes regiones da Galilea, Judea y Jerusalén. El poder de Dios estaba con Jesús para sanar.
De momento, llegaron unos hombres cargando una camilla en la que traían a un paralítico. Ellos intentaron pasar para colocarlo delante de Jesús, pero había tanta gente en la casa que no lograban ni siquiera entrar por la puerta.

Como no podían acercarse por causa de la multitud, subieron y abrieron un agujero entre las tejas. Bajaron por ahí, con la camilla que llevaba a su amigo enfermo.

Finalmente, lograron llegar al medio, delante de Jesús. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «Amigo, tus pecados quedan perdonados». Pero los doctores de la ley y los religiosos que estaban allí comenzaron a pensar: «¿Y este qué, se cree igual a Dios? Solo Dios puede perdonar los pecados.»
Jesús, sabía lo que estaban pensando y les dijo: — ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados, - le dijo al paralítico -: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levantó inmediatamente y delante de todos, tomó la camilla en la que había estado acostado y se fue para su casa dando gloria a Dios. Todos se quedaron maravillados y empezaron también a alabar a Dios, mientras decían llenos de temor: — ¡Guau! ¡Hoy hemos visto algo extraordinario!

Lo que aprendemos con la historia del paralítico
Más que sanar nuestro cuerpo, Jesús quiere sanar nuestro corazón enfermo y manchado por el pecado.
Veamos otras cosas importantes que podemos aprender con la sanidad del paralítico:
- Jesús es Dios. Él es poderoso para sanar, perdonar pecados y para salvarnos de todo mal.
- El milagro más grande que Jesús realiza en el ser humano es la sanidad espiritual. ¡Él nos da la vida eterna!
- Jesús es el mejor y más grande amigo que podremos tener en la vida.
- Es bueno tener amigos en la fe que nos ayuden en las dificultades y nos acerquen a Jesús.
- Debemos glorificar a Dios por el perdón y la salvación que recibimos a través de Jesús.
14. Daniel en el foso de los leones
Texto bíblico: Daniel 6:1-25
Durante el reinado de Darío, Daniel, siervo de Dios, llegó a ser uno de los 3 grandes líderes del imperio. A pesar de ser extranjero, judío y exiliado (proveniente de otra tierra), lo habían puesto en una posición muy alta. Él y otros dos hombres estaban a la cabeza de los prefectos (ministros o líderes) del reino.
Los otros dos superintendentes y los prefectos estaban muy celosos de Daniel, así que trataron de encontrar algo malo en su trabajo para poder acusarlo ante el rey.
Pero Daniel era un hombre muy correcto. Era honesto, respetuoso de la ley y no hacía nada malo. Como no encontraron nada malo en las actitudes y el trabajo de Daniel, llegaron a una conclusión: «Nunca encontraremos nada de qué acusar a Daniel, a no ser algo relacionado con la Ley de su Dios».
Por eso, fueron donde el rey Darío, para pedirle que pasara una orden válida por 30 días que decía que echarían al foso de los leones a todo el que adorara a cualquier dios u hombre que no fuera el rey Darío. Y así sucedió: el rey Darío firmó la orden que pronto se volvió obligatoria para todos en el reino.
Daniel, tenía la costumbre de orar 3 veces al día 🙏. Cuando se enteró de esta orden malvada, se fue a casa. En el piso superior tenía una habitación con ventanas que daban a la ciudad de Jerusalén. Como solía hacer siempre, se arrodilló allí, con la ventana abierta, y oró al Señor Dios 🙏.

De repente, aparecieron los enemigos de Daniel y vieron que él continuaba haciendo sus oraciones, peticiones y dando gracias al Dios Creador. De inmediato, fueron al palacio del rey para acusar a Daniel de violar la orden. "Tú firmaste esa orden, rey, pero Daniel no la cumplió. A él no le importas, rey Darío. Ese Daniel, un extranjero, continúa orando a su Dios 3 veces al día", dijeron.
El rey estaba muy triste, porque le agradaba Daniel y trató de liberarlo hasta el final del día. Pero aquellos hombres malvados regresaron al rey Darío y le dijeron: — ¡Majestad! El rey sabe que ningún decreto de los medos y persas promulgado por el rey puede modificarse. Entonces el rey ordenó que arrestaran a Daniel y lo arrojaran al foso de los leones. Pero él dijo a Daniel: —"Daniel, que tu Dios, a quien sirves fielmente, te libre".

Pusieron una piedra sobre la entrada del foso de los leones y el rey la selló con su anillo para que nadie la quitara. Esa noche, el rey Darío casi ni pudo dormir. Tampoco comió nada. Temprano en la mañana, se acercó triste al foso de los leones y llamó: "¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Será que tu Dios, a quien sirves fielmente, logró liberarte de los leones?"
Daniel respondió: "¡Viva el rey! Dios envió a su ángel para cerrar la boca de los leones, para que no me hicieran daño. Él sabía que yo era inocente. ¡Y yo tampoco te he hecho nada, oh rey!"

El rey, lleno de alegría, ordenó sacar a Daniel del foso de los leones. Cuando lo sacaron, vieron que los leones ni siquiera lo habían mordido porque había confiado en Dios. El rey dio orden de arrestar a los que habían acusado a Daniel. Ellos y sus familias fueron arrojados al foso y los leones acabaron con ellos rápidamente.
El rey Darío escribió una carta a personas de todo el mundo:
¡Paz y prosperidad! He decretado que en todo lugar de mi reino la gente adore y honre al Dios de Daniel. Porque él es el Dios vivo, y permanece para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio jamás tendrá fin. Él rescata y salva; hace señales y maravillas en los cielos y en la tierra. ¡Ha salvado a Daniel de las garras de los leones!
(Daniel 6:26-27)
Lo que aprendemos con la historia de Daniel
Puede que en algunos momentos se nos presente el conflicto entre obedecer a Dios y obedecer a los hombres. Daniel fue un gran ejemplo de alguien que permaneció fiel al Señor y comprometido con su voluntad, incluso cuando tuvo que arriesgarse a morir por hacerlo.
Mantén una vida de oración constante y tu fe estará siempre firme en el Señor. Incluso si hay decretos y leyes humanas que dicen lo contrario, elige obedecer a Dios primero. Recuerda: "Es necesario obedecer a Dios que a los hombres" (Hechos 5:29).
15. Jesús alimenta 5000 personas
Texto bíblico: Juan 6:1-13
Esta historia nos habla de un gran milagro hecho por Jesús. Multiplicó tanto y tanto el pequeño almuerzo de un niño, que alimentó a miles de personas. ¿Alguna vez has imaginado algo tan maravilloso?
Una gran multitud seguía a Jesús, porque habían visto sus milagros, señales extraordinarias y cómo sanaba a muchas personas. Entonces Jesús se sentó en un monte con sus discípulos y vio una gran multitud que se acercaba a él. Sintió mucha compasión por toda aquella gente, porque eran como un enorme rebaño de ovejas sin pastor. Jesús comenzó a enseñarles muchas cosas.
Como se hacía muy tarde, los discípulos le dijeron a Jesús: — Este lugar está muy lejos de todo y ya es muy tarde. Dile a la gente que se vaya para poder ir a comprar algo de comer.
Pero Jesús les respondió: — ¡Denles ustedes de comer!
Dijeron: ¿Dónde compraremos pan para tanta gente? Necesitaríamos por lo menos salario de más de seis meses de trabajo... Entonces Jesús dijo: — Vayan y vean cuántos panes tienen. Entonces Andrés le mostró un niño que tenía 5 panes y 2 pescados. Pero, ¿qué era eso para una multitud tan grande?
Jesús dijo: Díganle a todos que se sienten. Se sentaron en grupos de 100 y de 50. Había mucha hierba en ese lugar y allí se sentaron casi 5 mil hombres.

Entonces Jesús tomó los panes y los peces, miró al cielo y los bendijo. Luego repartió el pan y el pescado y ordenó a los discípulos que los repartieran entre todos. Todos comieron hasta saciarse y al terminar recogieron doce cestas llenas de pedazos de pan y pescado. Fueron casi 5 mil hombres los que comieron, más las mujeres y los niños.

Lo que aprendemos con la alimentación de los 5000
Jesús tiene compasión y se preocupa por la gente. Tener compasión significa querer ayudar a alguien que sufre. Jesús vio enfermos y los sanó, los vio con miedo y calmó la tormenta y en ese momento los vio hambrientos y los alimentó. No solo se apiadó de ellos (sin hacer nada), sino que tomó la iniciativa e hizo algo para ayudarlos.
Jesús recibió una pequeña ofrenda que era la merienda de un niño y la multiplicó para alimentar a miles de personas. Jesús sirvió a la gente. Dios también bendecirá tus pequeños actos de compasión cuando tomes lo poco que tienes para bendecir a los demás. Comparte con amor y generosidad lo que Jesús te ha dado.
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