La historia de Job (personaje bíblico): de la aflicción a la restauración


Job era un hombre recto, rico y con muy buena reputación, que vivía en Uz. Todos a su alrededor lo conocían como un hombre sabio y temeroso de Dios a quien Dios había prosperado en gran manera. La historia bíblica nos narra cómo Job pasó de vivir una vida exitosa y llena de lujos, a perderlo todo y estar muy cerca de la muerte.

Un día, hubo una reunión en los cielos. Unas criaturas angelicales que la Biblia llama los "hijos de Dios", se presentaron ante Dios y entre ellos se presentó también Satanás. Dios le preguntó a Satanás si se había fijado en su siervo, Job. Satanás contestó que sí, veía normal que Job sirviera a Dios, pues Dios lo había bendecido mucho. ¡Seguro que Job le daría la espalda a Dios si comenzaba a sufrir! Dios le dio permiso a Satanás para que extendiera su mano contra Job.

La aflicción de Job

Esa conversación marcó el fin de los días felices para Job y su familia. Dios permitió que Satanás atacara a Job con todo lo que tenía. En un solo día, Job perdió sus bueyes, sus asnas, sus ovejas, sus camellos, sus 10 hijos y a casi todos sus criados. ¡Cuánto dolor! Job recibió las malas noticias, una tras otra, pero respondió de una forma asombrosa, lleno de fe y de adoración a Dios.

Job no maldijo a Dios. Él aceptó el mal que había llegado a su vida y bendijo a Dios. Reconoció que había nacido desnudo y que lo que había conseguido en la vida había sido por la bondad de Dios. Vemos que, en medio de todo lo sucedido, Job se mantuvo firme en su fe.

Satanás no estaba satisfecho y volvió a conversar con Dios. Su idea: ¡atacar a Job física y directamente! Dios le dio permiso a Satanás para tocar a Job, pero sin matarlo. Satanás salió e hirió a Job con unas llagas malignas que le cubrían todo el cuerpo.

Job se rascaba sus llagas constantemente. Su dolor era terrible y los que le rodeaban empezaron a murmurar sobre él. Pensaban que, con toda seguridad, Job había cometido un pecado muy grande y por eso, Dios lo estaba castigando.

La misma esposa de Job no dudó en expresar su sentir. Ella le recomendó que dejara de lado su integridad, maldijera a Dios y se muriera de una vez. Sin embargo, Job no la escuchó. La Biblia dice que en todo esto Job no pecó con sus labios.

Tres amigos de Job llegaron a visitarlo con la intención de darle las condolencias ante todo lo ocurrido y consolarlo. Primero, lloraron con él. Luego, se sentaron en tierra con él por 7 días y 7 noches en completo silencio. Por último, abrieron la boca con el deseo de consolarlo, pero en realidad, básicamente acusaron a Job de haber pecado. ¡Era la única explicación para tanto sufrimiento!

La restauración de Job

Dentro de Job había una gran lucha. Él amaba a Dios, pero no entendía lo que sucedía. En su frustración, Job maldijo el día en que nació. También reconoció que se había cumplido uno de sus temores. Sin embargo, en medio de toda su confusión y dolor, él pudo decir: «Yo sé que mi Redentor vive». Él sabía que el Dios vivo al que servía, tendría misericordia de él en algún momento.

Ya casi al final del libro, vemos que Dios decidió hablar con Job desde una tormenta. Sin embargo, Dios nunca contestó las dudas de Job sobre su situación o sobre la bondad y la justicia de Dios. Lo que Dios hizo fue mostrarle a Job la grandeza de todo lo que había creado. Le mostró cómo todo funciona a la perfección en su creación preciosa. Esa es toda la respuesta de Dios a Job. No le habló sobre la conversación que había tenido con Satanás y que había marcado el comienzo del sufrimiento.

Luego de escuchar a Dios, Job reconoció la grandeza y el poder del Señor. Confesó que había sido muy rápido al hablar y reconoció que había hablado ante Dios sin entender lo que sucedía. Job declaró: «De oídas había oído de ti, pero ahora mis ojos te ven». Su sufrimiento abrió la puerta para que Job viera a Dios de forma diferente. La revelación que recibió de Dios en medio de su prueba fortaleció la fe de Job.

Job se arrepintió y se humilló ante Dios. Reconoció que su actitud no había sido la mejor durante su tiempo difícil y le pidió perdón a Dios. En cuanto a sus amigos, Dios los llamó al arrepentimiento. Ellos no habían hablado lo recto sobre Dios y debían arrepentirse. Job oraría por ellos, pues Dios lo puso ante ellos como ejemplo de rectitud.

La historia termina de una forma feliz. Vemos que Dios restauró a Job y lo bendijo aún más que antes, recibió el doble de lo que le había pertenecido. Dios también le concedió a Job tener 7 hijos y 3 hijas hermosas. Después de todo eso, Job vivió 140 años más y murió siendo muy anciano.

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