Historia de Gedeón (y su ejército de 300 hombres)


Gedeón fue un agricultor de Israel elegido por Dios para liberar al pueblo de la opresión de los madianitas. Aunque se sentía incapaz, Dios lo guió a la victoria con un ejército de solo 300 hombres, demostrando que el poder de Dios capacita a los elegidos. Con su historia aprendemos sobre la fe, la valentía y la confianza en Dios en tiempos difíciles.

En esa época los israelitas se habían alejado de Dios, lo cual los llevó a un período de opresión bajo el dominio de pueblos paganos. Los madianitas eran una amenaza constante, pues saqueaban y destruían las cosechas. Por esa razón, el pueblo de Israel vivía con miedo y en extrema pobreza.

Gedeón era hijo de Joás, de la tribu de Manasés. Él trabajaba escondido en su plantación para proteger lo poco que quedaba de los ataques de los madianitas. Fue en ese contexto que el ángel del Señor se le apareció y lo llamó para liderar la liberación de Israel. El ángel lo llamó “hombre valiente”, pero Gedeón se consideraba el menor de su familia y cuestionó la elección de Dios. Por eso pidió dos señales para confirmar su misión.

Ilustración de Gedeón

En la primera, el rocío apareció solo en la lana, mientras que el suelo alrededor permaneció seco. En la segunda, ocurrió lo contrario: la lana quedó seca y el suelo mojado. Estas señales revelaron la respuesta de Dios y fortalecieron a Gedeón. Con la confirmación de Dios, Gedeón reunió un ejército, pero Dios redujo el número de sus hombres de 32 mil a solo 300, para que la victoria no se atribuyera a los hombres, sino al poder de Dios. Con estrategia y fe, Gedeón derrotó a los madianitas, restaurando la paz en Israel.

Gedeón recibió el nombre de Jerobaal después de derrotar a Baal, el dios de los madianitas. El nombre le fue dado como un símbolo de su victoria sobre la idolatría y la adoración de dioses falsos. Después de la victoria, Gedeón cometió un error al construir un efod con el oro recolectado de la batalla. Aunque sus intenciones eran buenas, el efod terminó convirtiéndose en un objeto de culto, desviando al pueblo de Israel de la verdadera adoración a Dios. Este error de Gedeón resalta la importancia de mantener la fe pura y evitar la creación de ídolos.

La historia de Gedeón nos enseña que Dios puede usar a personas comunes para realizar hechos extraordinarios. Su humildad y fe frente a desafíos aparentemente imposibles demuestran que el éxito, según la visión bíblica, no depende de nuestras capacidades, sino de la confianza en Dios. Gedeón es un ejemplo de que, incluso en tiempos difíciles, la obediencia y la fe en Dios pueden traer liberación y transformación.

El trasfondo de la historia

Encontramos la historia de Gedeón en el Antiguo Testamento, en el libro de los Jueces capítulos 6 al 8.

La situación del pueblo de Israel era desesperante. Debido a su constante desobediencia, Dios los había entregado en manos de los madianitas, un pueblo muy cruel. Los madianitas eran tiranos y robaban, arruinaban las cosechas y mataban los animales de los israelitas constantemente. Jueces 6:6 dice lo siguiente:

Era tal la miseria de los israelitas por causa de los madianitas que clamaron al Señor pidiendo ayuda.
(Jueces 6:6)

Llamamiento de Gedeón

Dios envió un profeta que le recordó a Israel la razón por la cual pasaban por esa miseria: su propia desobediencia.

También el ángel del Señor fue a hablar con Gedeón. Lo encontró desgranando el trigo en el lagar, escondiéndolo de los madianitas para así evitar que se lo robaran. Aun frente a esa actitud de temor por parte de Gedeón, el ángel lo saludó llamándolo «guerrero valiente» (Jueces 6:12) y recordándole que el Señor estaba con él.

Gedeón comenzó a quejarse de la situación en la que vivían, pero el ángel del Señor le contestó:

Ve con la fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te envía.
(Jueces 6:14)

Gedeón, en lugar de sentirse animado y fortalecido, comenzó a excusarse y a decir todas las razones por las cuales él no era la persona indicada para esa encomienda. Para asegurarse de que el mensaje venía del Señor, Gedeón pidió una señal. Preparó una ofrenda de un cabrito y pan sin levadura y la ofreció al ángel.

El ángel tocó con su bastón la roca donde Gedeón había colocado su ofrenda y de la roca salió fuego que consumió la carne y el pan. Gedeón se asustó, pero el ángel le aseguró que no moriría.

Esa noche, el Señor mandó a Gedeón a destruir imágenes de dioses falsos y un altar que su padre había dedicado a Baal. En su lugar debía construir un altar para el SEÑOR. Gedeón pidió a 10 de sus siervos que lo acompañaran y fue por la noche a destruir el altar y a construir otro, tal como le había dicho el ángel del Señor. Gedeón fue de noche porque le tenía miedo a los hombres que vivían en la ciudad, pero aun así cumplió con lo que se le había encomendado.

Por la mañana, la gente del pueblo averiguó que había sido Gedeón quien había destruido el altar. Fueron a la casa de su padre, Joás, a pedirle que entregara a Gedeón para matarlo. Joás habló de forma muy astuta diciendo que si Baal era realmente un dios podía defenderse solo. Desde ese día, la gente del pueblo comenzó a llamar a Gedeón Jerobaal, que significa «que Baal contienda o se defienda».

Gedeón pide dos señales

Varios pueblos del oriente se unieron a los madianitas para atacar a Israel. El Espíritu del Señor llenó a Gedeón y él convocó a los de Abiezer, el clan al que pertenecía, para ir a hacer frente a los enemigos. Se les unieron también hombres de otras tribus israelitas así que Gedeón tenía un buen ejército para combatir. Aun así, él le pidió a Dios dos señales para asegurarse de que Dios salvaría a Israel por medio de él.

Primero, colocó un vellón (lana de un carnero u oveja) sobre el suelo y pidió que el rocío de la noche cayera solo sobre el vellón y que todo el suelo alrededor quedara seco. Así sucedió.

Para mayor seguridad, el siguiente día Gedeón le pidió a Dios que durante esa noche el suelo quedara cubierto de rocío, pero que el vellón se mantuviera seco. Así fue. Gedeón tuvo la seguridad de que Dios los acompañaría en la batalla y les daría la victoria.

La selección del ejército de 300 hombres

El ejército de Gedeón tenía 32,000 hombres, pero Dios dijo que era demasiado grande. Aunque los madianitas y sus aliados eran «numerosos como langostas y sus camellos eran incontables como la arena a la orilla del mar» (Jueces 7:12), Dios no quería que Israel se jactara de su propia fuerza (Jueces 7:2). Le dijo a Gedeón que debía reducir el número de hombres de su ejército. La gloria sería solo para Dios al conseguir la victoria.

Primero, Dios le dijo a Gedeón que dejara ir a los que tuvieran temor. 22,000 hombres decidieron irse y solo quedaron 10,000. De todas formas el ejército era demasiado grande y Dios le dio a Gedeón una técnica para descubrir cuáles debían irse y cuáles se quedarían con él.

Debían ir a beber agua. Gedeón separaría los que lamieran el agua con la lengua de los que llevaran el agua a su boca con la mano. Los que llevaron el agua a su boca con la mano fueron 300 y esos fueron los escogidos por el Señor para acompañar a Gedeón en la batalla.

La victoria

Gedeón todavía tenía dudas y temor. El Señor le dijo que bajara al campamento de los madianitas donde escucharía algo que lo llenaría de valor. Gedeón fue allá con su criado y escuchó a un hombre contarle un sueño a su amigo. En el sueño él había visto un pan de cebada rodando con gran fuerza hasta el campamento madianita tirando abajo la carpa (Jueces 7:13).

Su amigo le respondió: Esto no significa otra cosa que la espada del israelita Gedeón hijo de Joás. ¡Dios ha entregado en sus manos a los madianitas y a todo el campamento!
(Jueces 7:14)

Al oír eso, Gedeón se postró en adoración a Dios y se dirigió a su campamento a despertar a los 300 hombres de su ejército. La estrategia para atacar a los madianitas era una un poco ilógica. El ejército de Gedeón iría armado con trompetas y cántaros con antorchas en su interior. Los dividió en 3 grupos y les dijo:

Mírenme —les dijo—. Sigan mi ejemplo. Cuando llegue a las afueras del campamento, hagan exactamente lo mismo que me vean hacer. Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos nuestras trompetas, ustedes también toquen las suyas alrededor del campamento, y digan: “Por el Señor y por Gedeón”.
(Jueces 7:17-18)

Así lo hicieron. Los tres grupos rodearon al enemigo. Con el sonido de las trompetas, el ruido de los cántaros al estrellarlos, la luz de las antorchas y sus gritos, lograron confundir al otro ejército. En medio de la confusión, los madianitas se atacaron entre sí y huyeron. Varias de las tribus israelitas los persiguieron, los capturaron y los mataron. Así fue como lograron la victoria.

Un final triste

Los israelitas querían que Gedeón los gobernara, pero él no lo aceptó. Les dijo que solo Dios debía gobernar a su pueblo (Jueces 8:23). Sin embargo, Gedeón cometió un gran error. Hizo un efod (manto sacerdotal) de oro con algunos anillos del botín que habían conseguido. Ese efod se convirtió en objeto de idolatría y trajo un final triste para Gedeón, su familia y para todo el pueblo de Israel.

Con el oro Gedeón hizo un efod, que puso en Ofra, su ciudad. Todo Israel se prostituyó al adorar allí el efod, el cual se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia.
(Jueces 8:27)

¿Qué aprendemos de la vida de Gedeón?

La vida de Gedeón nos enseña valiosas lecciones sobre fe, humildad y obediencia a Dios. Gedeón se consideraba incapaz de liderar, pero Dios lo eligió para liberar a Israel de los madianitas. Una de las primeras lecciones es que Dios no elige a las personas por su fuerza o estatus, sino por su disposición a obedecer. Aunque se sentía pequeño, Gedeón confió en el llamado de Dios.

Otra lección importante es la búsqueda de confirmación de la voluntad de Dios. Gedeón pidió señales para asegurarse de que estaba siguiendo el plan divino. Esto muestra que, en momentos de duda, podemos buscar la dirección de Dios, quien nos da claridad.

La historia de Gedeón también enseña sobre la importancia de la humildad y la confianza en Dios, independientemente de las circunstancias. Cuando Dios redujo su ejército de treinta y dos mil hombres a solo trescientos, mostró que la victoria proviene de su fuerza, no de la nuestra.

Gedeón
Representación de Gedeón, también llamado Jerobaal

Para nuestra vida, aprendemos que, cuando confiamos en Dios, él nos capacita para cumplir propósitos mayores que nuestras limitaciones. Dios usa a aquellos que le siguen con fe, incluso en medio de grandes desafíos.

Acontecimientos destacados de la vida de Gedeón

Acontecimiento Detalles
Llamado de Dios Dios llama a Gedeón mientras trabajaba en el trigo, eligiéndolo para liberar a Israel de los madianitas.
Señal del vellón de lana Gedeón pide una señal: Dios hizo aparecer rocío sobre el vellón de lana.
Destrucción del altar de Baal Gedeón destruye el altar de Baal de su padre y construye un altar a Dios, recibiendo el nombre de Jerobaal.
El ejército de 300 hombres Dios reduce el ejército de Gedeón de 32 mil a 300 hombres para ir a la batalla.
Victoria sobre los madianitas Gedeón derrota a los madianitas con estrategia y confianza en Dios, trayendo paz a Israel.
Construcción del efod Gedeón hace un efod de oro, que termina convirtiéndose en un objeto de idolatría.
Rechazo del título de rey Gedeón rechaza ser rey, diciendo que Dios será el gobernante de Israel.
Muerte y legado Gedeón muere en paz, siendo recordado como un juez que liberó a Israel.

Otras historias bíblicas que pueden ser de interés: