La gloria de Dios es la manifestación de la grandeza y el esplendor divino. Su gloria define el poder, la majestad y la santidad de Dios. No hay nadie de más alto rango, más importante o más bello que Dios. A eso se refiere el versículo en 1 Crónicas 29:11.
Tuyos son, oh SEÑOR, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad; porque tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra. Tuyo es el reino, oh SEÑOR, y tú te enalteces como cabeza sobre todo.
(1 Crónicas 29:11)
La gloria de Dios expresa la esencia de Dios, lo que él hace y cómo se ha revelado a sí mismo, principalmente a través de Jesucristo. Es en Jesús que resplandeció y siempre resplandecerá, la gloria de Dios.
1. Para entender la gloria de Dios, mira a Jesús
Jesucristo es la expresión más clara de la gloria de Dios. La mejor manera que hay para comenzar a entenderla es mirando en la Biblia cómo vivió Jesús, el impacto de sus milagros, su muerte y su resurrección.
a) Lee sobre cómo Jesús vivió
Al mirar a Jesús, su carácter y sus acciones durante su vida en la tierra, podemos ver la manifestación de la gloria de Dios y entender mejor al Padre. La Biblia dice que Jesús es el resplandor de la gloria de Dios.
El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.
(Hebreos 1:3)
Esto significa que Jesús refleja la luz de la gloria del Padre. Mirar a Jesús y la forma en la que vivió, nos ayuda a conocer mejor a Dios y a entender el brillo y la majestad de su gloria.
Él es la imagen del Dios invisible; el primogénito de toda la creación.
(Colosenses 1:15)
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.
(Juan 1:14)
b) Estudia sus milagros y el poder que manifestó
Los milagros de Jesús fueron una manifestación clara de la gloria de Dios. Por eso, en muchas ocasiones, la consecuencia directa de esos milagros era el perdón de pecados y la transformación de almas que terminaban rindiéndose ante el poder de Dios.
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
(Juan 2:11)
Al oírlo, Jesús dijo: Esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
(Juan 11:4)
Los milagros y señales realizados por Jesús, apuntaban siempre a la grandeza y al poder de Dios. Por medio de ellos, muchos tuvieron convicción de pecados y abrieron sus corazones a Dios con arrepentimiento.
Salió Jesús de allí y llegó a orillas del mar de Galilea. Luego subió a la montaña y se sentó. Se le acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó. La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los lisiados recobrar la salud, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel.
(Mateo 15:29-31)
c) Contempla su muerte y lo que significa
Nuestros pecados nos alejan de la gloria de Dios. Sin embargo, la obra de Cristo en la cruz nos acerca. Cuando nos rendimos a Jesús aceptando el perdón de nuestros pecados y el regalo de la salvación por medio de él, nuestra alma recibe un destello de la incomparable gloria de Dios.
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
(Romanos 3:23)
Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre.
(Hebreos 10:10)
Gracias a que Jesús estuvo dispuesto a morir en la cruz, recibimos el perdón de nuestros pecados y la esperanza segura de la vida eterna con él. No menosprecies el sacrificio de Jesús. Acepta su regalo y recibe la salvación. Permite que el poder de la gloria de Dios transforme tu vida.
d) Medita sobre el poder de su resurrección
¡La resurrección física de Jesús fue una gran manifestación del poder y la gloria de Dios! Al recordar el poder de la resurrección de Jesús, nos regocijamos con la esperanza de que nosotros también resucitaremos para pasar la eternidad al lado de nuestro Padre celestial.
Sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará a su lado juntamente con ustedes.
(2 Corintios 4:14)
De la misma forma, en nuestro bautismo, se manifiesta el poder de la gloria de Dios. El salir de las aguas bautismales representa que hemos enterrado el poder del pecado y hemos resucitado con el Señor para vivir una vida nueva victoriosa que glorificará al Padre.
Porque por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
(Romanos 6:4)
2. Observa la naturaleza: ella nos revela la gloria de Dios
La naturaleza nos muestra de forma impresionante la gloria de Dios. Desde la grandeza del universo hasta los detalles de la vida en la tierra, la naturaleza nos habla del poder, la sabiduría y la belleza de Dios. Debemos dar gracias y adorar a nuestro Dios, el Creador, reconociendo que toda la tierra está llena de su gloria, como dice Isaías 6:3.
El Salmo 19:1 declara que los cielos cuentan la gloria de Dios:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
(Salmo 19:1)
Esto quiere decir que podemos ver la gloria y la majestad de Dios manifestadas en el amanecer, el atardecer, en el brillo del sol y de la luna. Toda la belleza que podemos contemplar en el firmamento nos cuenta algo sobre la gloria de Dios.
Sin embargo, aun con la evidencia innegable de la gloria de Dios en la naturaleza, hay personas que cierran su corazón a Dios. Prefieren, y deciden, adorar cosas creadas, en lugar de adorar y reconocer la grandeza del Creador.
Porque lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias...
(Romanos 1:20-21a)
Debemos estar atentos a la manifestación de la gloria de Dios que nos rodea y adorarlo solo a él en todo momento. Es una batalla espiritual, porque el diablo intenta cegar a la humanidad. Él no desea que las personas vean ni reconozcan la gloria de Dios.
Pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no los ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios.
(2 Corintios 4:4)
¡Pero llegará el día en el que toda la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor! Todos se darán cuenta del gran poder, de la gloria y la majestad de Dios y sus ojos espirituales se abrirán.
Porque la tierra estará llena del conocimiento de la gloria del SEÑOR, como las aguas cubren el mar.
(Habacuc 2:14)
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