30 frases bíblicas para lápidas


Hay palabras de refugio y esperanza en la Palabra de Dios que nos animan e inspiran incluso en los momentos de despedida. Con Cristo, la muerte no es el final, sino el comienzo de una vida maravillosa en su presencia. Los siguientes textos bíblicos dan testimonio de la promesa de vida eterna para quienes confían en él.

Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida.
(Juan 11:25a)

He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.
(2 Timoteo 4:7)

La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida;
y en la casa del Señor habitaré para siempre.
(Salmo 23:6)

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
(Romanos 8:38-39)

Esta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.
(1 Juan 2:25)

Nada podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús.
(Romanos 8:39)

He terminado la carrera.
(2 Timoteo 4:7b)

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
(Juan 11:25)

Este mensaje es digno de crédito: Si morimos con él, también viviremos con él.
(2 Timoteo 2:11)

Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte.
Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos.
(Job 19:25-26)

En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.
(Juan 14:2)

Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.
(Romanos 14:8)

Yo soy el camino, la verdad y la vida.
(Juan 14:6a)

Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.
(Filipenses 1:21)

Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
(Mateo 25:21)

El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
(1 Juan 2:17 b)

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
(Juan 3:16)

Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.
(Juan 14:6)

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
(Mateo 5:8)

Los que van por el camino recto mueren en paz;
hallan reposo en su lecho de muerte.
(Isaías 57:2)

Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir.
(1 Corintios 15:22)

Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria».
(1 Corintios 15:54)

Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
(Apocalipsis 2:10)

En la casa del Señor habitaré para siempre.
(Salmo 23:6b)

En Cristo todos volverán a vivir.
(1 Corintios 15:22b)

Dichoso el que pone su confianza en el Señor.
(Salmo 40:4a)

¡Cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
Todo ser humano halla refugio
a la sombra de tus alas.
(Salmo 36:7)

Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.
(Lucas 23:43)

Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
(Juan 8:32)

El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
(Salmo 91:1)

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