Cuando entregamos nuestro corazón a Jesús, él transforma todo nuestro ser y eso se refleja en nuestro trato con el prójimo. Efesios 6:1-9 describe cómo deben ser las relaciones entre los que amamos a Dios y menciona en concreto la relación entre los padres y sus hijos y la relación entre los amos y sus siervos. Estos versículos enfatizan la importancia de tratar a los demás con honra, respeto, integridad y amor.
Las relaciones dentro de la familia
Pablo comienza hablando sobre las relaciones familiares. Explica cómo debe ser el trato entre los padres y sus hijos.
Deberes de los hijos
Primero dice algo muy sencillo y directo a los hijos: obedezcan a sus padres. Pero esa obediencia debe ser "en el Señor". ¿Qué quiere decir esto? Significa que tanto los hijos como los padres sirven al Señor y viven de acuerdo con sus mandatos. La voluntad de Dios para nuestras familias es que todos los miembros le amen y sean guiados por él.
Si los padres han sometido su voluntad a Dios y buscan obrar en justicia y amor, los mandatos a sus hijos serán conforme a la voluntad de Dios y, por consiguiente, serán justos. Los hijos que aman a Dios desde pequeños entienden que al someterse a sus padres están obedeciendo a Dios y esto hace más fácil la obediencia.
A medida que los hijos crecen deben fortalecer su relación personal con Dios, pues su obediencia principal será ante él. Por supuesto, siempre será importante considerar en oración los consejos sabios de los padres. Aquellos que aman y temen al Señor aconsejarán a sus hijos de acuerdo a los principios bíblicos y les animarán siempre a obedecer a Dios.
Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra.
(Efesios 6:2-3)
La obediencia de los hijos implica actitudes internas como la honra que se reflejarán en actos concretos hacia los padres. El hijo que honra a su padre y a su madre los trata siempre con respeto, con cortesía y muestra aprecio por ellos. Expresa su sentir con amor aunque no esté totalmente de acuerdo y respeta la dignidad de sus padres.
Estos versículos hacen referencia a uno de los diez mandamientos (Éxodo 20:12) y a la promesa que hay para aquellos que lo obedecen. Debemos honrar a nuestros padres toda la vida, no es un mandamiento que caduca cuando llegamos a los 18 años. Al cumplirlo no solo bendecimos a nuestros padres, sino que nosotros también recibimos bendición.
Aprende más sobre los diez mandamientos
Deberes de los padres
Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.
(Efesios 6:4)
Pablo ahora habla directamente a los padres. Les dice una cosa que no deben hacer y otra que sí.
- No hagan enojar a sus hijos: Los padres no deben provocar a sus hijos al enojo, sino que han de respetar su sensibilidad emocional y el proceso natural hacia la madurez. ¿Cómo hacemos esto? No debemos imponer cargas que los niños no puedan llevar exigiéndoles comportamientos o actitudes de adultos. Debemos respetar que son niños y que están en etapa de formación. Les ayudaremos con nuestra disciplina y guía amorosa, pero no les exigiremos que actúen de forma perfecta. La actitud de los padres hacia los hijos debe ser una de amor, respeto y aprecio durante toda la vida, porque nuestros hijos son un regalo de Dios (Salmo 127:3-4).
- Críenlos según la disciplina e instrucción del Señor: Los padres deben disciplinar e instruir a sus hijos, teniendo siempre en cuenta su valor y dignidad como seres humanos. Ninguna disciplina debe humillar o menospreciar, ni debe aplicarse cuando el padre o la madre estén enojados. La disciplina e instrucción se hará como Dios hace con cada uno de nosotros: con amor, con respeto, resaltando y alentando el potencial de bien que hay en nosotros. Los padres deben enseñar a sus hijos a amar y a servir a Dios. Esto debe hacerse principalmente con el ejemplo, viviendo vidas genuinas que glorifican y honran a Dios.
Las relaciones laborales
Luego de hablar sobre la relación entre padres e hijos, Pablo exhorta a los siervos y a sus amos. Al igual que en la sección anterior, sus consejos son para personas que tenían a Jesús en sus corazones y anhelaban vivir vidas agradables a él.
Deberes de los siervos o empleados
Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con respeto y temor, y con integridad de corazón, como a Cristo. No lo hagan solo cuando los estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino como esclavos de Cristo, haciendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor recompensará a cada uno por el bien que haya hecho, sea esclavo o sea libre.
(Efesios 6:5-8)
En los tiempos de Pablo, bajo el Imperio Romano, la esclavitud era una práctica extendida y aceptada. Entre todos los que estaban aceptando la salvación en Jesús había esclavos, al igual que sus amos y otras personas, lo que afectaba, hasta cierto punto, el trato entre ellos. En Cristo somos libres y en él todos somos iguales. Pero Pablo exhorta a los esclavos a continuar su servicio y trabajo «como a Cristo», o sea, de forma voluntaria, excelente y como si se tratara de un servicio a Dios.
Les explica cómo debe ser su trabajo y esto es algo importante que podemos aplicar aún hoy. Dios quiere que tratemos a nuestros jefes y a todos los que tienen autoridad sobre nosotros de la forma que expresan estos versículos.
- Con respeto y temor, reconociendo su autoridad.
- Con integridad de corazón, trabajar con rectitud y sin dar lugar al reproche.
- Como si trabajáramos para Cristo.
- Siendo eficientes y laboriosos siempre, no solo cuando nos estén mirando.
- Trabajar de corazón, con amor, dedicación y aprecio por lo que hacemos.
- De buena gana, con ánimo y alegría.
- Como sirviendo al Señor, porque él es quien nos dará la recompensa por el bien que hayamos hecho.
Deberes de los amos o jefes
Y ustedes, amos, correspondan a esta actitud de sus esclavos, dejando de amenazarlos. Recuerden que tanto ellos como ustedes tienen un mismo Amo en el cielo, y que con él no hay favoritismos.
(Efesios 6:9)
A los amos o jefes les dice que deben tomar en cuenta la nueva actitud de sus esclavos y hermanos en la fe. Hay que recordar el valor que Dios nos da y cuánto nos ama a todos seamos siervos o amos. En esa época, esto requería bastante esfuerzo, un cambio de mentalidad para mirar al otro como un ser humano amado por Dios y creado a su imagen.
Los jefes no deben amenazar ni insinuar la intención de causar daño a sus siervos. Pablo les recuerda a los amos cristianos que ellos también están bajo la autoridad de Dios y que él nos ve a todos iguales. La justicia y el amor de Dios llega a todos y él desea que tratemos a todos los demás de forma justa y con amabilidad.
A los ojos del Señor todos somos valiosos. Jesús murió en la cruz por amor a los padres, a los hijos, a los siervos, a los amos, y por amor a toda la humanidad. No menospreciemos a nadie, tratemos a todos con respeto y con honra. Permitamos que el Espíritu Santo transforme nuestros corazones y nos ayude a ver a los demás tal como Dios los ve.
Este capítulo de Efesios continúa hablando sobre la armadura de Dios y lo importante que es saber para qué sirve y cómo usarla. Cuando vivimos llenos y guiados por el Espíritu Santo vemos a los demás desde la perspectiva de Dios y también nos encontramos mejor preparados para hacer frente a los retos diarios y a la guerra espiritual.