El diezmo en el Nuevo Testamento


Es posible que el diezmo sea uno de los asuntos más polémicos de la iglesia hoy día. Algunas personas usan la Biblia con el fin de hacerse ricas extorsionando dinero a los creyentes. Otras usan versículos para justificarse y no contribuir nada. ¿Pero qué es lo que enseña la Biblia?

En el Antiguo Testamento el diezmo era una regla clara que no daba lugar a dudas. Todo judío debía dar el diezmo de sus ganancias además de una variedad de ofrendas adicionales obligatorias. ¿Pero, qué nos dice el Nuevo Testamento? Los cristianos de la actualidad, ¿debemos diezmar? La respuesta es más amplia de lo que parece…

Jesús no anuló el diezmo

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. (Mateo 23:23)

El Nuevo Testamento no prohíbe el diezmo en ningún lugar. En sus enseñanzas, Jesús reprendió a los líderes religiosos de su época, no porque daban el diezmo, sino porque no obedecían al mismo tiempo las otras leyes de Dios.

Por otro lado, Jesús tampoco impone el diezmo. El Nuevo Testamento no tiene ninguna regla específica que obligue a dar el diezmo. Sin embargo, sí tiene mucho que decir sobre la ofrenda al Señor...

No se obliga a nadie a dar

Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. (2 Corintios 9:6-7)

El Nuevo Testamento no estipula porcentajes, pero asume que todo cristiano querrá contribuir de forma generosa. Toda iglesia y toda organización misionera tiene gastos y necesita recursos. Los diezmos y las ofrendas ayudan a que la iglesia se mantenga en funcionamiento y es por eso que son muy importantes para la expansión del Reino de Dios.

Sea que aportes el 10%, el 5% o el 60%, lo importante es que des con alegría sabiendo que estás contribuyendo de manera práctica para la salvación de más personas, el crecimiento espiritual de los creyentes y ayudando a cubrir las necesidades del pueblo de Dios. Si no sabes adónde va el dinero, pregúntale al equipo de liderazgo de tu iglesia. Y recuerda que la contribución que agrada a Dios viene del corazón...

Una cuestión de amor

Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. (Mateo 6:24)

Cuando miramos a la iglesia primitiva vemos que no había polémica sobre el diezmo. ¿Por qué? ¡Porque ellos daban mucho más que eso y lo hacían con alegría!

Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.
-- Hechos 2:44-47

Los primeros cristianos eran reconocidos por su generosidad para con la iglesia y las demás personas, aun cuando muchos de esos mismos cristianos generosos eran pobres.

Mucho del abuso en el diezmo, tanto por parte de los que exigen mucho dinero como de los que no quieren dar nada, viene del amor al dinero. ¡Y eso es muy peligroso! Si tu dinero es más importante que el Reino de Dios, estás adorando al dinero y no a Dios. 10% de tus ganancias es una cantidad razonable que no está más allá de las posibilidades y evita abusos de los dos lados. Podemos dar más o podemos dar menos. Pero más importante que la cantidad es que amemos a Dios más de lo que amamos al dinero.

¡Honra a Dios con tus ofrendas!

Los siguientes artículos pueden ser de interés: