Versículos para honrar a los padres (papá y mamá)


Uno de los diez mandamientos dice que debemos honrar a nuestros padres. Es algo que Dios desea que hagamos, pero muchas veces nos sentimos confundidos en cuanto a lo que implica, especialmente si hemos tenido una relación estresante con nuestros padres.

Cuando honramos a una persona la tratamos con respeto. ¿Cómo podemos honrar o mostrar respeto hacia nuestros padres? Veamos 8 formas sencillas para obedecer este mandamiento.

8 maneras de honrar a papá y mamá:

1. Ora por ellos

Cuando oramos por nuestros padres, los llevamos figurativamente ante el trono del Padre celestial. ¡Es el regalo (y el honor) más grande que les podemos ofrecer! Intercedemos por ellos ante nuestro Señor, por sus necesidades, su salud, sus problemas. Sean o no sean cristianos, tenemos que orar por nuestros padres. Si aún no tienen a Cristo como Rey y Señor, es imperativo que oremos por su salvación.

Además de orar por sus necesidades personales y por su relación con Dios, debemos orar por nuestra relación con ellos. Nuestros padres son, al igual que nosotros, seres humanos con virtudes y defectos. Son muchas las situaciones difíciles que enfrentamos como familia a lo largo de los años. Unas las superamos bien; otras no tanto.

Padres e hijos necesitamos sanidad del alma para poder seguir amándonos y respetándonos. Pidamos a Dios que nos dé la actitud correcta para relacionarnos con nuestros padres y que nos muestre cómo él desea que los honremos.

Versículos de apoyo:

Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.
(Efesios 6:18)

Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría.
(Filipenses 1:3-4)

2. Pasa tiempo con ellos

Con el paso de los años nuestras responsabilidades crecen y no es tan fácil sacar tiempo para estar con la familia extendida. Entre el trabajo, las compras, la limpieza de la casa, el cuidado de nuestros hijos y todo lo demás, cuesta bastante encontrar un par de horas para ir a visitar a los padres. ¡Pero debemos hacerlo! Puede que ellos pasen la mayor parte del tiempo solos y la alegría más grande de esa semana (o de ese mes, si viven lejos) sea vernos.

Al visitarlos mostramos que nos importan. Un abrazo, una sonrisa y una palabra de ánimo son pequeños detalles que no nos cuestan, pero que pueden ser de bendición y de gozo para ellos. No todas las familias han sabido expresar el amor y el cariño a través de los años. Pero cuando tenemos a Jesús en el corazón y su Espíritu mora en nosotros, nuestra perspectiva cambia. El amor de Cristo nos llena y nos guía en nuestra relación con nuestros padres y con todos los que nos rodean.

Versículos de apoyo:

Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.
(1 Tesalonicenses 5:11)

Aunque tengo muchas cosas que decirles, no he querido hacerlo por escrito, pues espero visitarlos y hablar personalmente con ustedes para que nuestra alegría sea completa.
(2 Juan 1:12)

3. Háblales y trátales como personas dignas

Es posible que una de las escenas más tristes que podamos ver sea la de un hijo faltándole el respeto a sus propios padres. No importa cómo ellos nos hayan tratado en el pasado, hay una elección que debemos hacer como hijos de Dios. ¿Les pagaremos con mal o con bien? Romanos 12:21 dice: «No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.» No quiere decir que vamos a excusar sus errores y dejarlos pasar. No. Pero si se presenta el momento, hablaremos y trataremos los temas necesarios con la unción y la dirección de Dios.

Debemos hablar a nuestros padres con amabilidad y respeto. Aun los tópicos más delicados o difíciles que surgen con el pasar de los años (quién los cuidará, dónde vivirán, la importancia de tomarse los medicamentos, etc.) debemos lidiarlos con el cariño y la suavidad que brotan de un corazón lleno del Espíritu Santo.

En la Biblia encontramos palabras bastante claras y directas sobre la forma en la que debemos hablar y tratar a nuestros padres y a las personas mayores en general. ¡No fallemos en esto!

Versículos de apoyo:

Ponte de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.
(Levítico 19:32)

Si alguien maldice a su padre o a su madre, será condenado a muerte: ha maldecido a su padre o a su madre, y será responsable de su propia muerte.
(Levítico 20:9)

No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre.
(1 Timoteo 5:1a)

4. Escucha sus historias y consejos

A menudo, el mejor regalo que podemos dar a nuestros padres es escucharlos. Sí, es cierto que hay historias que ya conocemos de memoria... ¡Nos las han repetido tantas veces! Pero, ¿qué daño hay en escucharlas una vez más? Dejémosles hablar y compartir sus recuerdos con nosotros. ¡Son parte de nuestra historia!

Puede ser más difícil y complicado oír sus consejos o advertencia ahora que somos adultos «hechos y derechos». Pero debemos hacerlo con respeto y evaluar ante Dios la sabiduría que pueda haber en sus palabras. Nuestros padres llevan más camino recorrido y muchos de sus consejos se basan en sus experiencias, sus éxitos y fracasos. Escuchemos lo que nos dicen y pidamos a Dios sabiduría y humildad para aplicar lo que corresponda.

Versículos de apoyo:

Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre.
(Proverbios 1:8)

Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
(Proverbios 23:22)

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse.
(Santiago 1:19)

5. Perdona las heridas del pasado

Tristemente, todos los seres humanos cometemos errores y dañamos a otros, sea a propósito o sin querer. Esto aplica también a nuestra niñez y a la relación con nuestros padres. Puede que haya heridas profundas que necesiten el toque de sanidad que solo Dios puede dar. La mayoría de las veces, el primer paso para ser sanos de ese dolor emocional es decidir perdonar.

Toma la decisión de perdonar a tus padres y permite que Dios sane y restaure tu corazón. La actitud de tus padres no depende de ti: la tuya sí. Obedece a Dios y perdónalos. Pídele al Señor que te permita ver a tus padres con sus ojos y amarlos con el amor puro que viene de él. No permitas que el rencor y la amargura gobiernen tu vida, sino que sea Dios quien reine completamente en tu corazón y te muestre cómo amar y perdonar.

Versículos de apoyo:

Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.
(Marcos 11:25)

Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
(Efesios 4:32)

6. Ayúdalos en lo que te sea posible

Según pasan los años, nuestros padres - que cuidaron de nosotros durante la niñez - necesitan más de nuestra ayuda. A veces solo necesitan que les recordemos cuándo tomar los medicamentos o cuándo tienen que ir al médico. Otras veces tendremos que llevarlos al supermercado o comprar algo que necesitan y no pueden pagar. Sea lo que sea, debemos intentar ayudar en lo que podamos. No lograremos resolver todos sus problemas porque somos humanos, finitos y tenemos nuestras limitaciones, pero podemos ayudar.

La base de nuestra ayuda debe ser el amor de Dios. Si lo hacemos solo porque es nuestra obligación o porque nos lo exigen, nos sentiremos frustrados. Pide a Dios que te llene de amor y te muestre las formas en las que puedes ayudar a tus padres.

Versículos de apoyo:

Pero, si una viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia y correspondan así a sus padres y abuelos, porque eso agrada a Dios.
(1 Timoteo 5:4)

Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.
(Gálatas 6:2)

Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
(1 Juan 3:17)

7. No los culpes de tus errores

No culpes a tus padres de lo que podría haber sido y mucho menos de los errores que cometiste en el pasado. Cada uno de nosotros es responsable de sus propias elecciones y de sus pecados. Lo más fácil es culpar a otros por lo que hemos hecho o dejado de hacer, pero necesitamos responsabilizarnos con madurez y valentía.

Asumir nuestra propia culpa pidiendo perdón a Dios y a nuestros padres (por haberles culpado) muestra que hemos crecido, madurado y aprendido la lección. Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, él nos escucha y nos perdona. Con Cristo, siempre podemos comenzar de nuevo.

No malgastemos la vida buscando culpables. Aprovechemos el perdón y las oportunidades que Dios nos da para vivir en amor como hijos que brillan con su luz y que lo glorifican en todo momento.

Versículos de apoyo:

Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.
(2 Corintios 5:10)

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
(1 Juan 1:9)

8. Dales mucho amor

Sobre todas las cosas, ¡ama a tus padres! Ese es el mejor premio que les puedes dar por sus años de dedicación y su paciencia contigo. Dales cariño, mímalos un poco. No es fácil ver cómo con el pasar de los años nuestro cuerpo cambia, es más frágil, nos enfermamos con frecuencia... El abrazo y el apoyo de los hijos vale mucho y ayuda a enfrentar los nuevos retos que se presentan.

Honra a tus padres mostrándoles tu amor. No te arrepentirás.

Versículos de apoyo:

Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Hagan todo con amor.
(1 Corintios 16:13-14)

Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros.
(1 Pedro 1:22)

Que el Señor los haga crecer para que se amen más y más unos a otros, y a todos, tal como nosotros los amamos a ustedes.
(1Tesalonicenses 3:12)

familia, playa, atardecer. Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. Éxodo 20:12

Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
(Éxodo 20:12)

El ejemplo de Jesús

1. Honró y respetó a María y José

Jesús, aun siendo Dios, honró a sus padres terrenales y a su Padre celestial en todo momento. En Lucas 2:51 leemos que Jesús vivió sujeto a sus padres terrenales, José y María. Él no les echaba en cara que él era Dios y hacía lo que le parecía. No. Como niño, él aceptó la autoridad de ellos y les obedeció.

Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón.
(Lucas 2:51)

2. Se sujetó al Padre honrándolo en todo momento

Jesús también se sujetó a su Padre celestial en todo. Oraba a menudo y vivía atento a la dirección de Dios Padre en medio de cualquier situación. Él no buscaba su propia gloria. Buscaba siempre honrar y obedecer al Padre.

Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió.
(Juan 6:37-38)

Aun sabiendo que moriría una muerte tremendamente dolorosa y humillante, Jesús se sometió al Padre por amor a él y por amor a cada uno de nosotros. Honró a Dios Padre en completa obediencia y reconoció su autoridad.

Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
(Mateo 26:39)

3. Cuidó de su mamá terrenal hasta el último momento

Por último, Jesús honró a su mamá pensando en su bienestar aún mientras sufría el dolor del Calvario. Encomendó el cuidado de María a Juan, su discípulo y amigo. No la dejó desamparada, sino que veló por ella.

Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa.
(Juan 19:26-27)

Aprendamos de Jesús. Honremos siempre a nuestro Padre Dios y a nuestros padres terrenales.

Otros versículos relacionados:

Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes».
(1 Pedro 5:5)

Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo!
(Proverbios 20:7)

Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo. «Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra».
(Efesios 6:1-3)

Respeten todos ustedes a su madre y a su padre, y observen mis sábados. Yo soy el Señor su Dios.
(Levítico 19:3)

Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios.
(Deuteronomio 5:16)

Jesús les contestó: ¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición? Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”.
(Mateo 15:3-4)

Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”
(Lucas 18:20)

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. (Proverbios 3:11-12)

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones.
Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.
(Proverbios 3:11-12)

El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y, si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor Todopoderoso, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre.
Y encima preguntan: «¿En qué hemos despreciado tu nombre?»
(Malaquías 1:6)

Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor.
(Colosenses 3:20)

Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno.
(2 Timoteo 3:1-3)

El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza.
(Proverbios 19:26)

El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión.
(Proverbios 13:1)

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