¿En qué o en quién confías cuando la vida se pone difícil? ¿En tu familia y amigos? ¿En tus propias fuerzas? ¿En el gobierno? ¿Dónde depositas tu confianza?
Dios es el único digno de toda confianza. Sin embargo, a veces lo culpamos a él de nuestros problemas. Olvidamos que muchas de las cosas que nos suceden son consecuencia de nuestros propios errores, o simple y sencillamente una muestra de que vivimos en un mundo caído e imperfecto. En este mundo tendremos aflicciones, pero debemos seguir confiando en Jesús porque él ya venció al mundo (Juan 16:33).
¿Cómo mantener viva la confianza en Dios?
Para que no desfallezcas y sigas confiando en Dios, es importante que te aferres a él en medio de la dificultad. En lugar de permitir que tu dolor o tus temores te dominen y endurezcan tu corazón, acércate más a Dios y lleva tus cargas ante él. Recuerda que sirves al Dios todopoderoso que te ama y te cuida. Nada de lo que te sucede sorprende a Dios y puedes estar seguro de que él tiene el control de la situación. No dudes del poder del Señor.
También es muy importante que guardes tu mente y tu corazón del desánimo o la desesperación. Cuando lleguen los pensamientos derrotistas, echa mano de la Palabra de Dios. Llena tu mente de sus palabras de vida y abre tu corazón al mover del Espíritu Santo. Verás cómo cambia tu perspectiva sobre la situación y cómo comienzas a sentir paz cuando mantienes tu mente y tu corazón llenos de la verdad del Señor.
En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen. Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.
(Filipenses 4:8-9, versión Reina Valera Actualizada)
¿Necesitas consuelo? El Espíritu Santo es el Consolador (Juan 14:6). Él te acompaña en todo momento sin importar cuál sea la situación que estés enfrentando o cómo te sientas. Abre tu corazón al Espíritu Santo de Dios para recibir el ánimo y el consuelo que necesitas en medio de la dificultad.
Otro punto importante para mantener viva tu confianza en Dios: recuerda cómo Dios te ha cuidado y ayudado a través de los años. Seguro que has pasado por momentos difíciles en otras ocasiones. Recuerda cómo Dios obró en situaciones similares y cómo trajo alivio a tu triste corazón. Dios sigue siendo fiel y volverá a obrar a tu favor.
Por último, no te quedes sin actuar. Da pasos de fe. Si sientes que Dios te está llamando a hacer algo, hazlo. No permitas que las dificultades te paralicen, todavía puedes hacer grandes cosas con el Señor y en su nombre. Tus pasos de fe guiados por el Señor pueden ser parte de la solución en muchas ocasiones. Muévete en el nombre del Señor y deja que él te use para transformar tu situación.
Se alegrarán todos los que confían en ti; para siempre gritarán de júbilo, pues tú los proteges. Los que aman tu nombre se regocijarán en ti.
(Salmo 5:11, RVA 2015)
Aunque ahora no lo parezca, todo problema llegará a su fin. Este momento difícil no es eterno, pero el amor de Dios por ti, su misericordia para contigo y su fidelidad sí durarán por la eternidad (Jeremías 31:3). El Señor está contigo y te dará las fuerzas necesarias para continuar el camino que te queda por delante.
Llegará un día en el que ya no habrá más llanto ni dolor y el Señor mismo enjugará las lágrimas de tus ojos (Apocalipsis 21:4). Esa es tu seguridad. Sigue confiando en el Señor y espera en él. Recibe las nuevas fuerzas que él puede darte y enfrenta el futuro tomado de su mano.
Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
(Isaías 40:31)
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