Por lo general, la sociedad considera un hombre de valor aquel que tiene una buena profesión, una cuenta bancaria saludable y una personalidad atractiva. Sin embargo, la Biblia nos muestra un modelo bastante diferente.
En la Biblia se distinguen hombres como Moisés, Noé, Esteban, Pablo y, sobre todo, Jesús, nuestro mejor ejemplo. Para ellos la meta era agradar siempre a Dios, servirle y amarle sobre todas las cosas. Dedicaron sus vidas a Dios y le siguieron en obediencia sin importar las consecuencias, las burlas, la pérdida de reputación, o la muerte. ¡Eso es ser un verdadero hombre de valor!
1. Ama a Dios sobre todas las cosas
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
(Deuteronomio 6:5)
El hombre de valor no siente vergüenza de mostrar su amor a Dios, se postra ante su presencia en adoración y vacía su corazón delante de él. Muestra su amor a Dios amando y sirviendo a los demás. Su vida está llena de alabanza, de adoración sincera a Dios y confía plenamente en el amor y en la fidelidad de su Padre celestial.
2. Busca la sabiduría que viene de Dios
Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia.
Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro.
(Proverbios 3:13-14)
Él sabe que la verdadera sabiduría viene de Dios. Es por esto que se esfuerza en llenar su mente y su corazón con las verdades de la Biblia. Ora y medita ante Dios en busca de su ayuda y dirección. Memoriza versículos bíblicos y está atento a las oportunidades que se le presentan para poner en práctica lo que aprende. Se deleita en la Palabra de Dios y toma decisiones basadas en convicciones bíblicas firmes.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.
(Salmo 1:1-2)
3. Está lleno del Espíritu Santo
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.
(Gálatas 5:22-25)
En él mora el Espíritu Santo de Dios y su vida da muestras claras del fruto del Espíritu. Su amabilidad, su humildad y su dominio propio son conocidos por todos. No deja que su naturaleza pecaminosa domine, sino que somete todo su ser al señorío de Dios para que le perfeccione y le ayude a vencer en las luchas que se le presentan.
Su vida y su carácter dan testimonio de la transformación que Dios ha hecho en su vida. Permite que Dios lo examine, que quite lo que no le agrada, y que lo llene a diario con su Espíritu y su poder.
9 virtudes del fruto del Espíritu que transformarán tu vida
4. Ama a su prójimo
Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.
(Romanos 12:10)
El amor rige sus relaciones con los demás, ya que ha experimentado el amor y la gracia de Dios por sí mismo. Su familia, tanto la biológica como la espiritual, se siente segura con él, pues su trato para con ellos es uno lleno de bondad, respeto y honor.
Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.
(Juan 13:34-35)
El hombre de valor sabe que el mejor testimonio que puede dar sobre la obra de Dios en su corazón es amar con sinceridad a los que le rodean. Él vive para exaltar a Dios en todo lo que hace y su gran anhelo es que Cristo sea glorificado en su vida.
5. Sabe perdonar y pedir perdón
Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
(Efesios 4:32)
Es paciente y bondadoso con los demás porque recuerda toda la paciencia y el amor que Dios ha tenido con él durante toda su vida. Ha experimentado el perdón de Dios y ha sido liberado del poder del pecado. Reconoce que es imperfecto y que es solo por la gracia de Dios que está donde está. Es por esto que logra empatizar con los demás en sus luchas, entendiendo la importancia tanto de reconocer sus errores y pedir perdón como de perdonar.
...de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.
(Colosenses 3:13)
6. Tiene dominio propio
Más vale ser paciente que valiente;
más vale el dominio propio que conquistar ciudades.
(Proverbios 16:32)
Su verdadera fuerza surge del interior. No se deja dominar por las emociones o pasiones, sino que reina sobre ellas con el poder que recibe a través de la oración y la llenura del Espíritu Santo. No es impulsivo, sino que reflexiona delante del Señor antes de tomar decisiones importantes y siempre actúa de acuerdo con la voluntad de Dios.
Conoce su libertad en Cristo. Sabe que es gracias a la redención a través de Jesús que es libre del poder del pecado y de la condenación. Sin embargo, no se escuda en esa libertad para hacer lo que quiere. Evalúa las posibles consecuencias y escoge hacer lo que resultará en su bienestar y en el de los demás, siempre de acuerdo con los mandamientos de Dios.
Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo.
(1 Corintios 10:23)
Aprende más sobre 7 libertades que tenemos en Cristo
7. Obedece a Dios
Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu ley la llevo dentro de mí.
(Salmo 40:8)
El hombre de valor sigue el ejemplo de Jesús y de otros grandes hombres que menciona la Biblia: se deleita en hacer la voluntad de Dios en todo momento. Obedece al Padre, aunque no sea lo más popular o aceptado entre los demás y lo hace por amor, no por obligación. Él sabe que Dios siempre tiene cosas buenas para sus hijos y confía plenamente en la bondad y el cuidado de su Padre.
Él conoce bien la Biblia y sus acciones reflejan que vive bajo la autoridad de Dios y de sus leyes.
En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.
(Salmo 119:11)
¡Sé un hombre de valor y vive conforme a la voluntad de Dios! No te arrepentirás.