La Biblia aborda una gran cantidad de temas y nos da instrucciones precisas que abarcan prácticamente todo lo relacionado con nuestro diario vivir. En su Palabra, Dios nos muestra su voluntad y nos explica cómo vivir una vida plena.
El dinero es uno de los temas más mencionados en la Biblia. De hecho, una buena parte de las parábolas de Jesús toca el área de las finanzas. ¿Por qué? Una de las razones podría ser el hecho de que la forma en la que manejamos las finanzas es un buen indicador de nuestro verdadero carácter y de cuánto hemos permitido que Dios nos transforme en lo profundo de nuestro ser.
Veamos algunas de las cosas que la Biblia dice sobre el dinero y aprendamos a poner en práctica estos principios. Verás que no solo serán de bendición para tu economía, sino que también fortalecerán tu relación con Dios y con los demás.
Lo que la Biblia dice sobre el dinero
1. Viene de Dios
No se te ocurra pensar: «Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos». 18 Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza.
(Deuteronomio 8:17-18a)
No debemos jactarnos de lo que tenemos como si fuera un premio a nuestra propia fuerza o inteligencia. Más bien, debemos reconocer con humildad que es por la gracia de Dios que tenemos todo lo que tenemos, sea mucho o sea poco. No lo merecemos, pero Dios en su infinita bondad nos concede lo que necesitamos para vivir. Todo viene de Dios, él lo creó y es su dueño. Él da y él quita de acuerdo con su voluntad y a él debemos dar la gloria (Romanos 11:36).
De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
-- 1 Crónicas 29:12
2. No debemos amarlo
Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.
(1 Timoteo 6:10)
Si en nuestro día a día lo que más deseamos es vivir mejor, obtener más y mejores cosas, vamos por mal camino. ¿Qué nos motiva a levantarnos e ir a trabajar? ¿Es el ansia de acaparar riquezas y de obtener más lujos? Todo parece válido cuando esa es nuestra motivación, ya que, una vez entramos en ese juego, no nos sentimos satisfechos jamás. Siempre habrá algo más que se pueda comprar o nos faltará "solo un poco más".
¡Estemos atentos! El trono de nuestro corazón debe ocuparlo Dios única y exclusivamente. Si permitimos que otra cosa, como por ejemplo el dinero, lo ocupe, estamos pecando al escoger servir a un ídolo. La Biblia lo dice claramente:
Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.
-- Mateo 6:24
3. Se ha de administrar bien
El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es honrado en lo poco tampoco lo será en lo mucho.
(Lucas 16:10)
Nada de lo que tenemos nos pertenece en realidad. Dios nos permite tener cosas materiales para que las usemos con sabiduría de acuerdo con sus propósitos. La forma en la que administramos lo que Dios nos da revela nuestra sensibilidad espiritual y nuestra madurez. Un buen administrador reconoce quién es el verdadero dueño de todo: ¡Dios! Usa los recursos que él le ha confiado para glorificar su nombre y para extender su reino en este mundo.
Si somos fieles, honrados e íntegros en las cosas pequeñas o terrenales, estaremos capacitados para recibir encargos más grandes y profundos en el ámbito espiritual. Ser fieles en lo físico y material nos capacita para poder ser fieles en el área espiritual.
4. Rechazar la avaricia
¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.
(Lucas 12:15)
A veces parece que valoramos más la apariencia física y las posesiones que la honradez o la devoción a Dios. Nos dejamos llevar por lo exterior olvidando que lo que permanecerá por la eternidad es lo espiritual. Peor aun, a menudo pensamos que seríamos más felices o valiosos si tuviéramos más cosas o lujos. Nos esforzamos en obtener más en lugar de buscar fortalecer nuestra relación con Dios.
Dios nos ve de una manera muy diferente. Para él la riqueza que cuenta de verdad y la que nos beneficia es la espiritual. Una de las cosas que él valora más es el corazón humilde que le busca y que quiere vivir de acuerdo con sus mandamientos. Nuestro anhelo debe ser tener más y más de Dios, de su presencia y su dirección en nuestras vidas. Como el salmista, nuestro deleite mayor debe ser hacer la voluntad de nuestro Señor (Salmo 40:8).
5. Evitar las deudas
Paguen a cada uno lo que corresponda... No tengan deudas pendientes con nadie a no ser la de amarse unos a otros.
(Romanos 13:7a y 8a)
La Biblia es clara en cuanto a las deudas y a pedir prestado. Aunque no lo prohíbe, sí dice que debemos evitarlo por nuestro propio bien. ¿Por qué? Porque la deuda nos esclaviza. Una parte de nosotros es esclava de quien nos prestó el dinero hasta que logremos saldar la deuda.
Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores.
-- Proverbios 22:7
En muchos casos la deuda es consecuencia de administrar mal lo que tenemos o de la avaricia. Por un lado, está el gastar más de lo que ganamos en lugar de vivir dentro de nuestras posibilidades, usando con sabiduría los recursos que Dios nos ha provisto. Por otro lado, está el deseo desmedido de tener más y de forma inmediata. Por ejemplo, muchos piden un préstamo tras otro para conseguir el último modelo de un auto o de su aparato tecnológico favorito. Esto no está bien.
Lo principal al asumir una deuda es tener un plan detallado para pagarla lo más pronto posible. Siempre es mejor evitar adquirir otra deuda hasta haber saldado la presente. Mejor aun, fortalezcamos nuestra economía de tal manera que podamos pagar al contado las necesidades diarias sin tener que recurrir a préstamos y deudas.
Versículos bíblicos con consejos financieros
6. Es sabio ahorrar
El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece.
(Proverbios 13:11)
En la Biblia vemos la importancia de ganar nuestro sustento de forma honrada y usarlo sabiamente, ahorrando una parte para el futuro. No es pecado ahorrar. Lo que sí es pecado es poner nuestra fe en el dinero en lugar de confiar en Dios para que provea a todas nuestras necesidades. Dios nos anima en su Palabra a usar todos nuestros recursos de acuerdo con su voluntad y a vivir una vida que le glorifique en todo.
En cuanto al ahorro, es interesante ver en Proverbios el ejemplo de las hormigas:
¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos.
-- Proverbios 6:6-8
Seamos diligentes tanto en el trabajo como en el ahorro. Manejemos nuestras finanzas con prudencia y sabiduría, ahorrando una parte para el futuro. Como las hormigas que almacenan en el verano para tener suficiente alimento en el invierno, así mismo debemos ahorrar en previsión a necesidades futuras. Podemos ahorrar, por ejemplo, para los estudios de los hijos, la jubilación, o para poder hacer frente a imprevistos que tarde o temprano llegarán.
Estudio bíblico sobre el trabajo en la Biblia
7. La generosidad es importante
No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios.
(Hebreos 13:16)
¡Dios es tan generoso con nosotros! Diariamente, disfrutamos de su provisión y su cuidado. ¿Cómo no vamos a compartir con otros las bendiciones que él nos concede? Esa es una de las maneras en las que podemos expresar nuestro amor, nuestra gratitud y alabanza a Dios.
A Dios le agrada que seamos generosos con los demás, destinando parte de nuestros recursos para suplir sus necesidades básicas. ¡Hay tanta gente necesitada en este mundo! Debemos estar atentos a la voz de Dios. Muchas veces su provisión para otras personas está en nuestras manos. Necesitamos escuchar a nuestro Padre y permitir que el Espíritu Santo nos indique cómo compartir lo que tenemos con aquellos que nos rodean.
Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
-- 1 Juan 3:17
8. Estar contentos con lo que tenemos
Manténganse libres del amor al dinero y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca los dejaré; jamás los abandonaré».
(Hebreos 13:5)
Una de las mejores cualidades que podemos tener en la vida es la del contentamiento. Consiste en tener un corazón lleno de paz, pues sabe que lo que Dios hace y permite es siempre lo mejor. Vivimos con la certeza de que sea cual sea nuestra circunstancia, él está a nuestro lado y nunca nos dejará.
La presencia de Dios trae paz y descanso a nuestras almas. Nos capacita para dejar de enfocarnos en lo que tenemos o no tenemos y poner nuestros ojos en Jesús, en su voluntad y su plan para nosotros. Sabemos que su propósito es uno de bien y vivimos llenos de esa confianza.
Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso.
-- 1 Timoteo 6:7-8
9. La riqueza no es siempre sinónimo de bendición
Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias.
(Proverbios 15:16)
Es importante la forma en la que conseguimos el dinero. Mejor poseer poco con la conciencia tranquila, sabiendo que se adquirió a través de nuestro trabajo, lo cual glorifica a Dios, que tener mucho por medio de trampas, apuestas u otras acciones cuestionables. Hay gran paz en saber que se vive en obediencia a los preceptos de Dios.
¡Dios nos bendice de tantas maneras diferentes! No nos empeñemos en pensar que la única forma en la que lo hace es a través de la economía. Valoremos más el vivir dentro de su voluntad que obtener riquezas materiales. Las riquezas no significan siempre que alguien goza de la bendición de Dios. Sí, pueden serlo, pero Dios también nos bendice, entre otras cosas, con salud, con amigos, con el sentido de propósito o con su paz en medio de cualquier circunstancia.
Confiemos en la sabiduría y la provisión de Dios. Él es siempre fiel y nunca nos fallará. Honremos a Dios manejando bien nuestras finanzas.