El bautismo de Jesús: cómo fue y por qué se bautizó


En cada uno de los cuatro Evangelios encontramos algunos versículos dedicados a este acontecimiento importante de la vida de Jesús: su bautismo.

Un día Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan trató de disuadirlo. Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó. Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —le contestó Jesús. Entonces Juan consintió.
Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
(Mateo 3:13-17)

En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
(Marcos 1:9-11)

Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».
Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio. Era hijo, según se creía, de José...
(Lucas 3:21-23a)

Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”. Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua».
Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios».
(Juan 1:29-34)

¿Cómo fue el bautismo de Jesús?

Jesús tenía 30 años cuando fue al río Jordán, donde estaba Juan el Bautista bautizando a otras personas. Una vez allí, Jesús le pidió a Juan que lo bautizara. Juan no se sintió cómodo con esa petición y se resistió diciéndole a Jesús: «Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí». Sin embargo, Jesús convenció a Juan, recordándole que su bautismo era importante dentro del plan de Dios. Por eso, Juan procedió a bautizarlo.

Juan sumergió a Jesús en las aguas del río Jordán. Justo en el momento en el que Jesús subió del agua, sucedieron dos cosas:

  1. El cielo se abrió, el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma y permaneció sobre él.
  2. Se oyó una voz del cielo que dijo «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».

En Juan 1:33-34 vemos que gracias a esos dos sucesos, Juan el Bautista tuvo la certeza de que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías prometido. ¡El Salvador del mundo había llegado!

¿Por qué se bautizó Jesús?

Puede que cueste entender por qué Jesús fue donde Juan para que lo bautizara. El bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados (Marcos 1:3). Esto quiere decir que los que iban donde Juan para recibir el bautismo reconocían que habían desobedecido los mandamientos de Dios y declaraban que se arrepentían.

Pero Jesús, siendo Dios encarnado, no tenía pecados ni necesitaba arrepentirse. ¿Entonces, por qué se bautizó? Algunas de las razones pueden ser las siguientes:

  1. Para cumplir con lo que era justo, como él mismo le dijo a Juan el Bautista en Mateo 3:15. El ministerio de Jesús estaría sujeto a la voluntad de Dios Padre desde el principio. Y la voluntad del Padre incluía que Juan bautizara a Jesús.
  2. Su bautismo marcó el comienzo del ministerio de Jesús sobre la tierra, uno sin igual y lleno del poder de Dios. Como muestra de esto, el Espíritu Santo se posó sobre Jesús en forma de paloma (físicamente) y la voz de Dios se escuchó de forma audible y clara.
  3. Para darnos ejemplo a cada uno de nosotros. Jesús no necesitaba bautizarse, pues no tenía pecado. Para nosotros sí es bueno hacerlo. Dios nos manda a bautizarnos y a bautizar a todos los que decidan ser discípulos de Jesús (Mateo 28:19-20). El bautismo no nos salva, pero con él declaramos que obedeceremos a Dios y que dejaremos atrás todo lo que nos aparta de él. Con su bautismo Jesús nos mostró precisamente eso: cómo acercarnos a Dios y cómo vivir para él llenos de humildad, en obediencia, reconociendo nuestros fallos y nuestra gran necesidad de él, de su perdón y de su amor.

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