Dios nos llama a vivir en amor y enfatiza que debemos amar a las personas que nos rodean. Esto no es siempre fácil. De hecho, puede ser una tarea difícil porque todos somos diferentes. Pero la Biblia nos explica que es muy importante amar al prójimo como a nosotros mismos.
En una ocasión, respondiendo a la pregunta de un escriba, Jesús explicó que amar al prójimo es el segundo mandamiento más importante:
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos dos.
(Marcos 12:30-31)
Por supuesto, los que aman a Jesús quieren hacer su voluntad en todo y obedecer sus mandamientos. El amar a Dios y amar a los demás no es opcional para los que desean vivir conforme a la voluntad de Dios. Por lo tanto, vivir una vida llena de amor a Dios y a los demás, debe ser prioridad para los hijos de Dios.
Esto les mando: que se amen unos a otros.
(Juan 15:17)
Amar al prójimo es la consecuencia de tener el amor de Dios en el corazón. Cuando entendemos que nadie merece el amor de Dios, comenzamos a ver a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Dios ama a tu prójimo, tanto como te ama a ti, infinitamente.
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
(1 Juan 4:7)
Sobre esto, la Biblia dice algo muy serio:
Si alguien dice: “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
(1 Juan 4:20)
¿Entiendes lo que quiere decir? ¡No amar a tu prójimo es lo mismo que no amar a Dios! El que no ama a su prójimo, todavía no ha dejado que Dios obre completamente en su corazón.
Sin amor, nada de lo que hacemos tiene valor. Todos los mandamientos de Dios para una vida buena y santa dependen del amor al prójimo. A Dios no le agrada que nos esforcemos en obedecer los otros mandamientos sin amar al prójimo. ¿Quieres agradar a Dios en todo momento? ¡Ámalo a él y ama a tu prójimo!
Porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
(Gálatas 5:14)
Una acción vale más que mil palabras. Cuando mostramos amor por nuestro prójimo, estamos dando testimonio sobre el amor de Dios que mora en nosotros de una manera poderosa.
En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.
(Juan 13:35)
Hay poder en el amor que Dios pone en nuestros corazones. Ese maravilloso amor nos ayuda a conceder perdón. Para vivir en paz con nuestros hermanos sin guardar rencores, primero necesitamos aprender a amarlos.
Sobre todo, tengan entre ustedes un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados.
(1 Pedro 4:8)
El amor nos lleva a perdonar y a dar segundas oportunidades, tal como Dios nos ama aunque fallemos y nos concede una nueva oportunidad cuando nos arrepentimos.
Pero el amor al prójimo no es solo una palabra, frase o sentimiento. Es un compromiso firme que nos lleva a la acción.
Amar a tu prójimo es algo práctico. Decir que amamos no basta, no es suficiente. El verdadero amor se expresa cuando nuestro prójimo necesita ayuda. Amar al prójimo no es abandonarlo en la necesidad, así como Dios no nos abandona cuando lo necesitamos.
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad.
(1 Juan 3:17-18)
Lo que significa amar a Dios sobre todas las cosas
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