Cuando pensamos en el pecado, a menudo lo asociamos con cosas terribles, como el asesinato o el adulterio. Pero también hay varias cosas más comunes que son pecado y no agradan a Dios. El hecho de que sucedan con frecuencia no significa que no haya ningún problema. Todo pecado es malo y debemos arrepentirnos y pedir perdón a Dios cuando reconocemos estos errores en nuestras vidas.
La Palabra de Dios nos orienta sobre actitudes que desagradan al Señor. La mentira oscurece la verdad que nos hace libres. La indiferencia debilita el amor por los demás. El egoísmo nos aleja de la generosidad divina. La rebeldía rompe la armonía con la voluntad de Dios. La idolatría desvía nuestra adoración del único Salvador.
Descubre cómo cada una de estas 5 actitudes puede separarnos de la presencia del Señor:
1. La mentira
La mentira parece una cosa muy pequeña, pero es muy destructiva. Mentir destruye la confianza y promueve la injusticia. La Biblia dice que el diablo es el padre de la mentira, pero Jesús es la verdad. Mentir es muy natural, pero no agrada a Dios y siempre debemos tratar de decir la verdad con amor.
La Biblia condena la mentira y resalta la importancia de la verdad. En Proverbios 12:22 leemos: «Los labios mentirosos son abominación al SEÑOR, pero le agradan los que actúan con verdad».
En Hechos 5 leemos que Ananías y Safira vendieron algunas propiedades, pero mintieron sobre el valor y se quedaron con parte del dinero de la venta. Su mentira tuvo graves consecuencias, mostrando la seriedad de ser honesto ante Dios y la comunidad cristiana.
2. La indiferencia
En medio del ajetreo de la vida, es muy fácil caer en la indiferencia. ¿Qué de esa persona que está sufriendo al otro lado de la calle o al otro lado del mundo? No es mi problema. Pero esa actitud no agrada a Dios. ¡Es terrible cuando dejamos de interesarnos por los demás!
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él?
(1 Juan 3:17)
No podemos resolver los problemas de todas las personas, pero como cristianos, lo mínimo que podemos hacer es tener compasión por el dolor de los demás. La indiferencia es señal de que falta el amor de Dios en el corazón.
En la parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-37), hubo sacerdotes que pasaron indiferentes justo delante del herido. Su falta de compasión resalta el peligro de la indiferencia. El samaritano, por el contrario, muestra que la compasión es el camino hacia el amor a los demás.
3. El egoísmo
A menudo, el egoísmo proviene del mismo lugar que la indiferencia. La lucha por la supervivencia es difícil, pero no podemos pensar solo en nosotros mismos. Si Jesús hubiera sido egoísta, todos estaríamos condenados.
El egoísmo destruye las relaciones y provoca muchas peleas. Pero cuando buscamos el bien de los demás, encontramos más paz y felicidad.
Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa.
(Santiago 3:16)
La traición de Judas a Jesús por treinta monedas de plata (Mateo 26:14-16), es un ejemplo de la actitud egoísta que busca el beneficio personal, a costa de las relaciones y los valores sagrados. Su traición tuvo consecuencias trágicas y puso de relieve los peligros del egoísmo desenfrenado.
4. La rebeldía
Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como la iniquidad de la idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra del SEÑOR, él también te ha desechado a ti, para que no seas rey.
(1 Samuel 15:23)
El rey Saúl desobedeció a Dios al ofrecer sacrificio, algo reservado para los sacerdotes (1 Samuel 13:8-14). Su rebelión resultó en el rechazo divino de su dinastía, lo que ilustra las graves consecuencias de actuar en contra de la voluntad de Dios.
Dios odia la brujería y la Biblia dice que la rebeldía es igual de mala. ¿Cuántas veces queremos hacer las cosas a nuestra manera y no someternos a Dios? Creemos que sabemos qué es lo mejor y nos desviamos de los caminos de Dios. Pero esto es una trampa mortal que solo trae problemas. Buscar hacer la voluntad de Dios es siempre la mejor opción.
Dios no es cruel. A él no le gustan estas actitudes porque nos hacen daño a nosotros y a las personas que nos rodean. ¡Dios quiere nuestro bien! Él está feliz cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y está siempre dispuesto a perdonar.
5. La idolatría
No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra.
(Éxodo 20:3-4)
La idolatría, adorar algo distinto de Dios, entristece al Señor, que anhela nuestra devoción exclusiva. En Éxodo 20:3, Dios instruye: «No tendrás otros dioses delante de mí».
El pueblo de Israel, liderado por Aarón, cayó en la idolatría al adorar al becerro de oro (Éxodo 32). Dios se enojó y muchos israelitas murieron a causa de su propia desobediencia. La idolatría tuvo graves consecuencias, destacando la importancia de la lealtad exclusiva a Dios.
Al reemplazar al Creador con creaciones, perdemos la verdadera conexión espiritual, desviándonos de la adoración genuina y la plenitud que solo él brinda.
En nuestros tiempos, la idolatría se manifiesta en formas sutiles, como la obsesión por el dinero, la fama o la tecnología. Estas distracciones mantienen a los cristianos alejados de la adoración genuina, comprometiendo su relación con Dios. El peligro está en sustituir lo pasajero por lo divino, perjudicando la búsqueda de la verdadera plenitud en Cristo.
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